Me escribió una
amable señora o señorita de prensa de una editorial para ver si publicaba algo
sobre un libro de poesía en mi blog. Obviamente, me emocioné: por un segundo me
pareció que alguien lee lo que escribo. Además, a los días me pasó lo mismo con
algo que escribí hace años: alguien me dijo que quería charlar conmigo sobre mi
tesis de maestría.
Eso emociona un
poco, uno se siente un poco menos inútil, porque aunque intuye que puede haber
lectores del otro lado, no se hace muchas ilusiones. Entonces me escribió esta
señora o señorita y primero me dio cierto orgullo, cierta idea positiva de mí
mismo; después, un poco, me dio risa y tristeza; risa pensando en lo chico que
es este mundito editorial argentino como para que alguien piense que lo que yo
hago acá pueda mover algo el amperímetro. Tristeza por lo chico de ese mundito
y porque, al final de cuentas, es un mundito al que no termino de acceder y me
gustaría. Finalmente, lo que me produjo todo esto fue un poco de codicia, una
codicia menor, obviamente, acorde a las limitadas dimensiones de este mundito:
si escribo algo lindo sobre este libro, quizás la editorial se enamore de mí y
quiera publicar lo que tengo escrito, una novela, una colección de cuentos,
otra novela en la que estoy trabajando.
Así que empecé a
leer al libro, tirado en una cama de un hotel tres estrellas en un viaje de
trabajo. Y a la segunda página me di cuenta de que no había manera de que me
gustara. Pero seguí adelante, pensando que algo copado le podría encontrar y
entonces podría hacerme el lindo con la editorial y quién te dice mi novela
éxito total en el verano but it only got worse: el libro, además de malo, está
mal editado. El tema con la poesía es que vienen las interpretaciones y todas
son en principio defendibles: entonces es discutible si, en este caso, la
opacidad total del libro, todo críptico y cerrado, sin personajes, sin que sea
demasiado posible saber si es un poema, cinco o cincuenta, si son todo parte de
lo mismo o cosas separadas, si todo eso es algo copado y súper cool o si es
pretencioso y chau. Para mí es lo segundo, no me convenció, no me dio ganas de
seguir leyendo, pero bueno, ¿qué sé yo de todo esto…? Es discutible. Pero que
la misma palabra (esquiva/o) aparezca en tres secciones del mismo poema a cinco
páginas de distancia es un llamado de atención también. Ahora, que falten
tildes te hace pensar que faltó un poco de lectura de parte de la editorial.
Entonces le
respondí a la buena señora o señorita de prensa y le dije la verdad: que no me
gustó el libro y que no quiero hacer una reseña negativa. Así que hice esto.