Honolulu Hotel,
de Paul Theroux, me hizo acordar a un poema de Charles Bukowski: "Así que
querés ser un escritor" (so you want to be a writer). La novela de
Theroux, armada con 80 textos cortos, es sobre un escritor a quien le pasa algo
(que nunca nos cuentan) y se va a Hawái a no escribir.
Este
narrador se va a Hawái, consigue trabajo como gerente en un hotel de segunda y
se queda ahí siete u ocho años, sin escribir. Se casa, tiene una hija y ve
cosas que pasan a su alrededor: la columnista de sociedad que le roba el amante
a su hijo gay (quien luego mata al amante de ambos); el huésped del hotel que
hace carpintería escondido misteriosamente en su cuarto durante años hasta que
desaparecen los ruidos y descubren que está muerto dentro del ataúd que él
mismo se construyó; los cuentos del dueño del hotel, Buddy
Hamstra, un pillo bárbaro, y mucho más. Muchas anécdotas más.
Sobre
todo, el narrador no escribe. Y no escribe en el medio de una sociedad
prácticamente iletrada: "Hawái era una cultura de gruñidos y murmullos"
(p. 354) en vez de palabras. Por mucho tiempo, no escribir resulta para el
narrador, si no placentero, al menos pacífico. Con el tiempo, sin
embargo, la vida de no escritor se torna "casi insoportable" (p. 216):
"Yo había querido seguridad, un lugar donde vivir, un trabajo fácil, sol,
soledad. El precio que pagué fue el aburrimiento de un tipo que nunca antes
había conocido, algo similar a ser enterrado vivo." (p. 380)
Al
final, no hay manera de escapar a la propia naturaleza, y con el tiempo el
narrador vuelve a escribir. Lo sabemos porque tenemos el libro en nuestras
manos, aunque no termina de explicarse del todo bien cómo es que ocurrió eso. En parte, la
explicación es la hija, que empieza a leer, lo que renovó "mi viejo hábito
de ver a mi vida como algo que vale la pena recordar y compartir" (p. 424).
Pero sobre todo es algo que mucho antes en el libro le dice su amigo León, otro hombre letrado en medio de los salvajes: "Sos un
escritor. Entre otras cosas, esa es una condición patológica", (p. 382).
Así
es cómo me acordé del viejo Bukowski, que en ese poema le dice al joven que
aspira a ser escritor que no lo haga por razones ajenas a la propia necesidad
de escribir. No te esfuerces, no tiene sentido, dice el viejo; si tiene que
ser, será: "cuando realmente sea el momento, / y si has sido elegido, / se
hará por / sí mismo y seguirá haciéndose / hasta que te mueras o que se muera
dentro tuyo."
No
estoy seguro de que el Paul Theroux de este libro me haya convencido. No me volvió
loco el libro, no me gustó mucho la forma, no me hizo pensar que fuera un
elegido. Pero era claro, cuando leía, que ese pobre tipo tratando de ser
gerente del Hotel Honolulú no podía dejar de escribir.
Originales
de las citas utilizadas
"now
my nonwriting life at the hotel was almost unbearable." (p. 216)
"I
had wanted security, a place to live, an easy job, sunshine, solitude. The
price I paid was boredom of a kind I had never known before, something akin to
being buried alive." (p. 380)
"With
Rose's encouragement I renewed my old habit of seeing my life as something
worth remembering and sharing." (p. 424)
"You
are a writer. Among other things, that's a pathological condition". (p. 382)
Bukowski: "when it is truly time, / and if you
have been chosen, / it will do it by / itself and it will keep on doing it / until
you die or it dies in you."