lunes, 31 de diciembre de 2012

Responsabilidad

El otro día vi este cartel en una plaza cerca de la estación Victoria del Retiro-Tigre, mi tren, el que le da vida a 7:50 a Retiro. Se me ocurrió que este puede ser un buen deseo de fin de año. Que todos seamos un poquito más responsables: con nuestros vidas, con lo que pasa alrededor nuestro, con nuestros perros. También pensé que el post se podía titular "Cagadas" y que podía desear que en 2013 nos mandemos menos de esas. O que, si nos las mandamos, nos hagamos responsables de ellas. Y así volvimos, entonces, a nuestro primer deseo de fin de año, de año nuevo: que 2013 sea un año en que nos hagamos todos un poco más responsables. Saludos a todos y gracias por acompañarme durante 2012.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Dos fachadas

Va una comparación rápida de dos instituciones, la Unión Personal Civil de la Nación y la Unión Industrial Argentina, según un criterio que quizás sea más válido de lo que parece a simple vista: el arquitéctónico. Acá van las fachadas de UPCN (Moreno 1332, Ciudad de Buenos Aires; foto del 23 de octubre de 2012) y de la UIA (Avenida de Mayo 1147/57, foto del 17/12/2012). ¿Se alcanza a ver una fachada impecable y la otra con bombas de pintura? Más abajo, la puerta de UPCN estaba bien abierta y la de la UIA cerrada con cortinas de hierro.


UIA

UPCN

jueves, 27 de diciembre de 2012

502



Esta Navidad hicimos un especie de amigo invisible pero sin el misterio: todos ligamos un buen regalo en vez de dos o tres cositas por ahí. A mí me tocó un libro que me encantó: "501 must-know speeches". Es una selección no sólo de discursos sino de frases o citas de distintas cosas y está buenísimo, tiene un montón de discursos que me encanta tener a mano. Al mismo tiempo, me sirvió para darme cuenta del problema de esta colección de los 501 o 101: hay de pelis que hay que ver y libros que hay que leer y seguramente muchas cosas más. Y el problema grande, más allá de que todo canon es siempre discutible y blah blah, es que estas cosas son, globalización y todo, mucho más específicas a las culturas de lo que supondríamos a primera vista. La prueba y lo que llamó a esta reflexión, probablemente poco original, es revisar los discursos de deportes: de 19 discursos / citas, 12 son de americanos, 4 de británicos, 2 de franceses y uno de un neozelandés. De los 19 uno solo se refiere al deporte más popular del mundo, el fútbol (el francés Eric Cantona). Y sí, obviamente, también son mayoritariamente varones (hay una sola mujer en esta sección). Muhammad Alí, sin duda una de las mejores combinaciones de "nivel de deportista" y "nivel de declarador", tiene dos. Y ahí me pregunté: en esa misma línea, más allá del amor o del odio que genere, ¿no tendría que estar Maradona? De nuevo, más allá de todo las críticas que le valen, su discurso en la conferencia de prensa que siguió a la clasificación argentina para el Mundial de Sudáfrica ("vos sos contra mío, Pasman", para citar la parte menos políticamente incorrecta) tiene que ser uno de los discursos deportivos más memorables para cualquiera que lo haya escuchado. 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Mundoteca


























Es raro que al pasear por mi barrio con mis hijas no pase por esta librería. Cuando voy con las más grandes ellas se quedan en la sección de niños y yo chusmeo por literatura y política. Cuando llevo a la menor en el carrito invariablemente despierta sonrisas en los empleados: hay dos señoras más grandes que saben de libros; una chica joven que se enamora de la bebé cada vez; dos chicos que están aprendiendo el oficio; y un flaco que parece un poco pirado. El día que saqué esta foto el pirado tenía en sus manos El origen de las especies; "hay que hacer una versión para chicos", dijo al pasar. "Ya sé que es lo que hace la Iglesia, pero si no lo hacemos la competencia va a ganar siempre".
¿En qué lugar del mundo hay más mundo por metro cuadrado que en una librería? Ahí están Darwin y Shakespeare, Dos Passos y Marx, de Tocqueville y Borges, Chandler y Levrero y Piglia y también la Biblia y Adam Smith y un montón de cosas más que no vamos a leer nunca. Una librería, como una biblioteca, es una muestra del mundo, y yendo a la librería con mis hijas, aún cuando no compre nada, les estoy mostrando un camino para conocer el mundo. No es que crea que es el único camino ni el mejor; pero es un camino mío. La librería tiene mundo, da mundo y es parte de mi mundo.

viernes, 21 de diciembre de 2012

El cuento de la buena pipa

Hace un par de semanas fui a hacer un trámite y en el edificio me recibió un guardia de seguridad que desde el primer momento me llamó la atención. Estaba sentado en un banco alto sobre el que vi una radio vieja y una pipa. Noté la pipa al instante, toda una rareza. Vi que leía un libro pero no logré ver el título ni me animé a preguntar qué era mientras yo le decía que iba al quinto piso y él anotaba en un cuaderno mi nombre, apellido y DNI. 

A la semana volví. Yo hablaba por teléfono cuando entré y le dije a la persona con quien hablaba que la tenía que dejar porque estaba entrando al lugar al que iba y tenía que charlar con una persona fuera de lo común, un guardia de seguridad que fuma pipa. Creo que los dos se sorprendieron. El guardia se llama Cristian. Fuma pipa, dibuja y me dijo que supo tener una gran biblioteca de cine. Mientras subía por el ascensor al quinto piso lo escuche tararear Strangers in the Night. Al bajar le di la mano y le deseé felices fiestas.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Los usos del arte

Poné play. Dale.

Le puse a este blog 7:50 a Retiro porque era el tren que me tomaba todos los días, o más o menos, para ir a trabajar. Tenía ahí una hora para leer o para escribir, en el telefonito o en una libreta, alguna idea que se me podía ocurrir. A veces pasa. Que se me ocurra una idea, digo; a veces se me ocurre algo. Resulta que ahora estoy temporalmente mudado a un lugar donde no me conviene mucho el tren, así que si tengo que ir al centro lo hago en auto. Ya no puedo leer en el viaje al trabajo, pero aparece otra rama del arte en mi auxilio: la música. 

El lunes salí bien temprano para evitar el tránsito, pero no lo logré; se ve que hay que salir más temprano todavía. Y ahí estaba, en el embudo que se produce después del peaje en una autopista, cuando la música vino en mi auxilio. Quedé al lado de un Clío en el que iban dos tipos adelante y nadie atrás. Venían los dos con las ventanas bajas, fumando. Yo venía con la ventana baja pero sin fumar. Verlos fumar me dio ganas. "Qué lindo, ¿no?", le dije al acompañante del Clío. "Sí, siempre lo mismo", respondió, y mi carril avanzó. 

Ya me estaba quedando sin paciencia y me faltaba mucho todavía, un trayecto grande de autopista y después las callecitas del centro. En un momento sentí que se me iba la paciencia, que me iba a sulfurar, y que el día iba a empezar irremediablemente mal. Entonces vino Pearl Jam a mostrarme que me entendía, que sabía que yo quería ser liberado y me dio la esperanza de una pronta liberación y la voz de ultratumba de Eddie Veder que me decía "I'll ride the wave / where it takes me / I'll hold the pain / Release me". Eddie quería liberarse de la sombra de un padre que no lo veía ni lo escuchaba y lo mío, pensé, es tanto más simple, es sólo un pequeño embotellamiento, que ya pasa, ya pasa, y así, el arte tiene sentido.

martes, 18 de diciembre de 2012

Carancho


Cuado éramos chicos y a mi vieja algo le salía mal se controlaba y en vez de decir "carajo" decía "carancho" o mejor aún "carancho asado". Quizás por eso es que carajo es la puteada que más me gusta del español, la que más uso cuando algo me sale mal. Uso otras porque soy bastante puteador, pero carajo me encanta. Me encantó también el otro día ver, en el jardín de mamá, la que decía "carancho asado", un carancho, paseando por ahí, carroñando seguramente, tranquilo.

lunes, 17 de diciembre de 2012

No me gustó


Estaba buscando un libro y mi amigo de esta librería me preguntó: "¿te gusta Aira?" "No sé", le respondí. "Bueno, llevate este", me dijo dándome El divorcio, "si te gusta, te gusta Aira; si no te gusta, no te gusta Aira."

Resulta que no me gusta mucho Aira. Un señor divorciado se va de Providence (Rhode Island) a Buenos Aires de vacaciones, a alejarse de la situación familiar. Tomando un café en un bar, en la vereda, con una señorita, sucede un episodio casi cómico: el gallego dueño del bar estaba abriendo el toldo y cayó el agua acumulada por la lluvia encima de un tipo que pasaba por ahí, con la coincidencia de que lo conocían el señor y la señorita con quien estaba, y que una o dos mesas más allá estaba la madre de quien sufriera la caída del agua. Desde esa escena se despliega el libro, con las historias de los distintos personajes, pero sin historia propiamente dicha. Hacia el final, y casi como conclusión, nos dice el autor: "No hubo un final feliz, pero las historias rara vez lo tienen. De hecho, es raro que lleguen a tener un final, porque el que las cuenta se cansa en el camino, se aburre, o teme que se burlen de él." (p. 122)
No hay ni mucho final ni mucha historia, pero sí historias, muchas veces llenas de magia, lo cual yo tengo problemas para tolerar. Entre otras cosas aparece un escultor en Quilmes, loco y borracho, que ya no esculpe sino que sólo mueve piedras de un lugar a otro de un galpón sucio; y un dios indio en Banfield, que debe ser paseado por distintas familias los domingos por la tarde.
Otra cosa que no me convenció fue la aparición de ciertas frases que quieren decir mucho. Un incendio, por ejemplo, pasaba a tener rasgos mágicos: "Nada inflamable escapaba al contacto de los cables negros desprendidos de sus caños por la violencia del cortocircuito y animados por la violencia con que el Hada Electricidad mutaba en la bruja Combustión Espontánea." (p. 18) O una reflexión sobre el tiempo: "El tiempo era apenas la máscara que se ponía la eternidad para seducir a la juventud." (p. 109) Todo muy cargado, muy denso. Al mismo tiempo, algunas frases generales de ese tipo sí me gustaron, como la indignación de uno que "Siempre parecía indignado, pero con esa indignación resignada del oprimido, de la víctima ancestral de la historia." (p. 50) O el misterio de una chica que "Era misteriosa, pero sin proponérselo. Paradójicamente, daba una sensación de transparencia (todo misterio da esa sensación)." (p. 116)
Así que no me gustó Aira, lo que no quiere decir nada sobre él como escritor ni sobre mí como lector. A veces así son las cosas.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Síntoma


















Ayer, un día después del fallo en el caso de Marita Verón, caminaba a la mañana frente a Plaza San Martín y vi a una mujer arrancar volantes anunciando prostitutas en una parada de bondi. Pensé en sacarle una foto pero me contuve creyendo que podría parecer invasivo. Pensé cuánto trabajo tendría la mujer si quisiera limpiar Buenos Aires, Argentina o el mundo de prostitución un volante a la vez.
A la tarde, volviendo a casa, vi más volantes anunciando prostitutas, esta vez pegados a una pared. Saqué la foto y un flaquito de camisa celeste me miró, curioso. Me acordé de la mujer de la mañana y seguí mi camino.
A la noche me acordé de la foto, de la mujer y del caso Marita Verón, del que sé poco y nada. Pero pensé que hay algo mal en el mundo si hay prostitución. Pensé que nadie debería tener que pagar por algo que tendría que ser tan lindo; y pensé que nadie debería cobrar por hacer algo que tendría que ser tan íntimo. Me acordé de aquel viejo ensayo de Bertrand Russell sobre ética sexual; decía Russell, entre otras cosas, que "debe hacerse todo lo posible para liberar a las relaciones sexuales de la mancha económica". Finalmente, pensé que por toda la liberación sexual y el avance de la mujer y todo lo que ha cambiado el mundo desde entonces, este síntoma que es la prostitución sigue ahí.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

martes, 11 de diciembre de 2012

Fotos viejas

Hace casi 6 meses escribí un poema sobre un perro hermoso y finalmente hace unos días le pude sacar una foto.






















En el poema hablo también de un africano gritón. Es este:


lunes, 10 de diciembre de 2012

Nuevo y bueno


















La semana pasada leí Variaciones de Koch, libro de cuentos de Manuel Soriano, un argentino nacido en el 77 que vive en Montevideo. Son siete cuentos que tienen como personaje principal a un flaco de 30 a 35 años de nombre Koch, pero en cada cuento es un Koch distinto. Salvo en un cuento (el que menos me gustó y que apostaría que es de otra época del autor con respecto a los demás), Koch siempre tiene una mujer: a una la cela, con otra libra una guerra sorda, de otra, madre de mellizas, sigue enamorado; a una la engaña una noche con una alemana. 
En "Doble Cabina", un gran cuento, fuerte, Koch y su mujer van a dedo de Uruguay a Brasil y los levanta un personaje complicado en una camioneta doble cabina. Me pareció genial el manejo de la tensión y el uso del humor para cortarla. Por ejemplo: "Otra vez silencio, esta vez un ruido incómodo, enrarecido. Triana adelantó su cuerpo, asomando la cabeza entre los asientos de adelante, como hacen los niños y los perros, y empezó a hablar de cualquier cosa." (p. 12).
En "Ropa sucia" Koch se enfrenta con su mujer para ver quién lava la ropa. Me hizo acordar, como un contrapunto masculino, a pasajes de la novela de Mariash de la que hablábamos acá. El cuento arranca con todo: "'Lavala vos, boludito.' Me lo dijo hoy, a las 17.53 horas. Quiero que quede registrado. Es la primera vez que mi mujer me llama así. El diminutivo es lo que más me molesta. No hay vuelta atrás después de 'boludito'." (p. 29) (Decía Mariasch: “Lavo su ropa, todavía, para que él la encuentre limpia a la hora que venga. La semana que viene, la ropa tendrá otro perfume, el olor dulce y fuerte de los lavaderos automáticos.”) En otro cuento un Koch le lleva flores muertas a su mujer y, de vuelta, son interesantes las reflexiones sobre los géneros: "Ahora somos dos: mi mujer y yo. Ella es una conchudita." (p. 75)
Quizás el que más me gustó es un cuento maravilloso sobre el pasado a partir de un partido de fútbol viejo, repetido 10 o 20 años después en un programa de cable. "Es extraño lo que está pasando: yo conozco el resultado final, sé que no va a haber goles en el primer tiempo, pero igual me ilusiono con algunas jugadas, me pongo nervioso en otras, puteo, como si lo estuviera viendo en directo." (p. 62) Cuando llegan la mujer y las hijas les dice "Yo estaba en la cancha ese partido". (p. 72) Yo también estaba en la cancha ese día, aunque en la otra popular y me parece que mi mujer, cuando se lo conté, entendió tan poco como la de Koch lo que eso significaba para mí y para Koch.
Como en cualquier libro de cuentos, hay algunos que me gustaron más que otros. Algunos  me parecieron menos logrados o encontré cosas que me molestaron pero, en términos generales, me pareció un libro muy bueno de alguien nuevo, que suena nuevo.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Batalla perdida


Sostengo contra viento y marea que el desarrollo no es sustentable sino sostenible. Que no son lo mismo. Dice el diccionario de la Real Academia:
sustentable.1. adj. Que se puede sustentar o defender con razones.

sostenible.1. adj. Que se puede sostener. Opinión, situación sostenible.2. adj. Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Desarrollo, economía sostenible.

¿A nadie más que a mí se le ocurrió, cuando tuvo que escribir algo sobre el tema, buscar en el diccionario? ¿Tan loco estoy? Es una batalla perdida, lo sé, pero igual sostengo, con sustento, que el desarrollo es sostenible, no sustentable.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Alfombras




En la alfombra roja pasan los actores famosos con sus peinados lustrosos y sus sacos de lino. Van de la mano de rubias plásticas con piernas formidables, con pechos que explotan, con sonrisas que no contagian. En la alfombra roja pasan ellos y ellas, sin mirar, sonriendo a los flashes que dicen odiar, amando ese odio. No pueden ver la alfombra, el rojo, enceguecidos por los flashes, por la fama, por el odio, por el apuro de llegar a ningún lado porque llegaron a donde querían, a esa alfombra que no ven. 

Yo no subo a la alfombra roja, no. No quiero, no quise y no podría, creo. Yo camino por las baldosas de mi barrio, y mi hija grita que las grises son lava, saltá, papá, saltá que te quemás, y yo salto y sonrío. A veces tenemos también alfombras en mi barrio. No son rojas. Son verdes o amarillas o lilas. Y cambian. Porque nuestra vida cambia. Y vemos esos cambios, porque no hay flashes que nos enceguezcan, porque tenemos los ojos despiertos, porque estamos abiertos, a sentir, a vivir y respirar y oler y tocar y mirar, mientras estemos en este lugar.



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Si querés fumar, fumá

Prohibido fumar tabaco, muchachos. Pero si quieren fumar faso fumen tranquilos que no está prohibido.


Un campeón

















Un campeón del grafitti este flaco. Le debe haber costado mucho encontrar las palabras justas, porque no sobra ni una sola. Expresa el deseo con claridad y profundidad. Un campeón del grafitti e hincha del campeón: un gran campeón, este Velez; juega bien y encuentra la manera de ganar cuando juega mal también, así que felicitaciones a los velezanos, más allá del grafitti.

martes, 4 de diciembre de 2012

Alergia a la sinergia


La primera vez que la vi no podía creer que existiera. Eso no puede ser cierto. Eso no puede existir. Pero el señor que tenía por delante me insistía y me perjuraba que sí, que existía, que la palabra "sinergia" existe y que significa algo realmente. Ya sé eso de que es algo que es más que la suma de las partes. Ya lo escuché. Ya lo leí. Ya está. Sigue sin significar, para mí, nada. O, más bien, casi nada. La palabra tiene para mí un significado oculto, uno que paso ahora a descubrir para quienes quieran leer: la palabra sinergia significa que el texto en el que está inserta es un gasto innecesario de papel y tinta (o de bits), y que la persona que la pronuncia inventa, está "full of shit", como dirían los gringos, "bate fruta" o "bolacea", diría un porteño.

Si la lee en un diario económico significa que quien la ha escrito se quedó a comienzos de siglo, atrapado bajo la explosión de la burbuja de las empresas .com; si la encuentra en un diario generalista es que estamos en plenas vacaciones de verano y han dejado a los mandos a un becario en prácticas; en un blog no es otra cosa que el desesperado intento de su autor por entrar en la cuestionable galaxia de los gurús; y en una propuesta de negocio, (¡AY!) que al posible cliente le va a salir carísimo.

Es que es así la cosa: sinergia es palabra de gurúes, y gurúes son quienes repiten las mismas tres cosas ante cualquier pregunta o auditorio. El que piensa de verdad no necesita palabras raras ni oraciones complicadas. El que quiere transmitir una idea la dice de una manera simple y directa. "Che, José, si ponemos a trabajar a Juan con Adela seguro que logran buenos resultados", dice una persona sensata. "Lo que yo he descubierto, y que tú sabrás ahora gracias a que me digno a explicártelo (a cambio de mis jugosos honorarios de consultor), es que las funciones de la jefatura de comunicaciones internas (Adela para los amigos) y de comunicaciones institucionales (Juan) tienen gran potencial de sinergias positivas en función de los radios de acción definidos en la estrategia global de la marca". Así habla un gurú, en un lenguaje que más que sinérgico parece lisérgico, aunque ya todos nos hemos acostumbrado a esta charlatanería.
¿Habría que desterrar por tanto el uso de esta infausta palabra y prohibir su uso bajo pena de galeras? Sin duda, pero sería una labor inútil. La asociación que engloba a los principales fabricantes de bebedizos mágicos, crecepelos milagrosos, vidrios de colores y gurús del marketing a tiempo parcial ya ha previsto este movimiento y tiene preparados otros tantos palabros tan tóxicos o más con el fin de ocupar un espacio que consideran suyo, como son por ejemplo: "proactivo", "viralizar", "coadyuvar" o "pegajosidad". La batalla está pues perdida de antemano, por lo que los autores de este post recomendamos la única estrategia posible, que es la que recomendamos para casi todo en la vida: relájense y disfruten.

* Post a cuatro manos y dos países separados por un océano, sinergizando a César Calderón y Fernando Santillan, a Gov & Tech y 7:50 a Retiro.


lunes, 3 de diciembre de 2012

Animales de todo tipo

















"Roger y yo nos tirábamos por horas en el pasto, mirando a los caballeros tortugos que dentro de armaduras que les quedaban mal realizaban sus justas por las mujeres, y esas contiendas nunca dejaban de entretenernos. A veces apostábamos entre nosotros a ver cuál ganaría, y para  el final del verano Roger había apostado por tantos perdededores que me debía bocha de guita." (p. 115) 
Gerald Durrell describe así (o más o menos) una escena de su infancia junto a su perro Roger. En la escena siguiente, el tortugo ganador disfrutaba de su premio: "El acto sexual en sí es la cosa más chota y torpe que haya visto jamás. La manera increíblemente desmañada e inexperta en la que el macho trataba de montarse al caparazón de la hembra, resbalándose y deslizándose, arañanado desesperadamente para conseguir un punto de apoyo en las escamas brillantes, haciendo equilibrio y casi dándose vuelta, era tremendamente doloroso para ver; el impulso de ir y ayudar al bicho era casi irresistible, y a mí me costaba banda no meterme." (p. 116)
De este tipo de anécdotas está construido My family and other animals, un libro que retrata la estadía en la isla de Corfu de la excéntrica familia Durrell entre 1935 y 1939. El más famoso de la familia fue Larry, autor del Cuarteto de Alejandría, aunque Gerald sería muy reconocido como naturalista. Algunas anécdotas, con esa familia extraña y con tortugas, perros, mariposas, alacranes y todo tipo de aves como personajes, son realmente muy divertidas. El libro entero, sin embargo, se me hizo largo. Además de las anécdotas divertidas, rescato cómo queda en el libro mucha de la inocencia y curiosidad del niño de 10 o 12 años que vivió todo eso. Además, en los relatos de Durrell estos animales, como el perro Roger en la escena de los tortugos, se convierten en personas con características únicas; así, la naturaleza que retrata Durrell realmente toma vida para el lector. Ahora nos acostumbramos a ver la naturaleza con Animal Planet y NatGeo, pero en 1956, cuando se publicó por primera vez, este libro debe haber sido una gran manera de aprender sobre los animales. 
En definitiva, se recomienda a quienes sumen al amor por los libros un interés particular por los bichos.

Originales citados
"Roger and I would squat by the hour in the heather, watching the tortoise knights in their ill-fitting armour jousting for the ladies, and the contests never failed to entertain us. Sometimes we would lay bets with each other as to which one was going to win, and by the end of the summer Roger had backed so many losers that he owed me a considerable amount of money." (p. 115)
"The actual sexual act was the most awkward and fumbling thing I had ever seen. The incredibly heavy-handed and inexpert way the male would attempt to hoist himself on to the female's shell, slipping and slithering, clawing desperately for a foothold on the shiny shields, overbalancing and almost overturning, was extremely painful to watch; the urge to go and assist the creature was almost overwhelming, and I had the greatest difficulty in restraining myself from interfering." (p. 116)

viernes, 30 de noviembre de 2012

Casi



Casi un cartel digno. Alguien lo diseñó, alguien lo imprimió, alguien lo plastificó y alguien, "Línea Mitre", lo firmó. Mucho mejor este cartel que estos otros, claramente. Casi digno. Después alguien se avivó que no daba respuesta a las preguntas que nos hacemos los usuarios: ¿qué quiere decir demoras y cancelaciones? ¿Anda? ¿Cada cuanto? ¿Cuándo llego a mi casa? Entonces alguien agarró un marcador y puso algo que suena casi preciso: "30' aprox". Casi preciso. Casi.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Arañita (poema)

tren
calor
BlackBerry del orto
no funciona
otra vez
me dejás ahí
en la mitad
como una mina
que no te deja
al final
ya no da sacar
ese libro
en el que estoy
atrapado
ya no
ya no da
no
volvé BlackBerry
volvé
como Perón
pero no
sale otra
BlackBerry
la del tipo
de al lado
y sube
se eleva
y escucho
que hace click
y miro
qué mierda saca
este flaco
con el tren parado
entre dos estaciones
porque tampoco anda
parado
en el calor
y veo
ahí
un tubo de luz
todo sucio
con telarañas
y una arañita
que va y viene
va y viene
haciendo tela
va y viene
como nosotros
en este tren
con este calor
sin BlackBerry
balanceándonos
como la arañita
como el elefante
en una red
desconocida
pegajosa.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Una arañita se balanceaba



















Resulta que estoy en el tren, apoyado contra la puerta que no da al andén, con calor. Mi BlackBerry, como tantas veces, me deja a mitad de camino. Si se hubiera colgado al toque de salir, sacaba el libro. Pero no. Se colgó a la mitad del viaje mientras buscaba no sé qué cosa y entonces ya no da sacar el libro del pibe que habla de animalitos, el libro que no logro terminar y que quiero terminar aunque quizás no debería intentar terminar. Y hace calor. Ya sé, ya lo dije. Pero hace. Estoy con ganas de llegar a casa. Son casi las ocho y sigue haciendo calor y quiero llegar a casa y que vuelva mi BlackBerry así puedo tuitear porque ya no da sacar el libro. En eso veo que el tipo que está al lado saca su BlackBerry y la eleva. Miro para ver a qué le va a sacar una foto y veo que apunta al tubo de luz, y que está lleno de telarañas pero no como esta de acá, sino telarañas feas, sucias, un enjambre sin belleza geométrica. Le digo al flaco, "guau: tremendo lo sucio que está esto, ¿no?" Me mira y me dice "sí, sí, pero lo mejor es verlas trabajar". Entonces lo miro y me dice "está lleno de arañitas, ¿las ves?" Empiezo a ver una y otra y pienso en sacar la foto y después pienso que no se vería nada con las fotos de mierda que saca la BlackBerry y bueno, ahí arriba está, la foto horrible, de la BlackBerry que no anda, sacada cuando el tren se para entre dos estaciones porque tampoco anda, como tampoco anda Internet ahora, en este preciso instante, cuando escribo este post. Ahí arriba, en la foto, la mancha que está del medio un toque a la derecha, justo arriba del tubo, es la arañita, créanme. Es bastante grande la arañita, que va y viene, como todos nosotros en este tren, con este calor, sin servicio de datos en el teléfono, balanceándonos como la arañita, como el elefante, en una red sin belleza geométrica, desconocida, pegajosa.

martes, 27 de noviembre de 2012

Empleos escatológicos


Vi este cartel en la calle y me imaginé a un ingeniero recién recibido llamando a su mamá: 
_ Hola, vieja, ¿cómo andás?
_ (...)
_ Clah...
_ (...)
_ Sí, clah... la tía Emilia... clah.
_ (...)
_ Sí, bueno, por eso te llamaba. Conseguí laburo, vieja.
_ (...)
_ En AYSA.
_ (...)
_ Sí, claro, Aguas Argentinas, Obras Sanitarias, AYSA, vieja. 
_ (...)
_ En la Dirección de Grandes Conductos, Jefatura de Grandes Cloacas. 
_ (...)
_ Y sí.
_ (...)
_ Y bueh. Es lo que hay.


viernes, 23 de noviembre de 2012

jueves, 22 de noviembre de 2012

martes, 20 de noviembre de 2012

Definí facho
















El dibujito está muy bien logrado, mirá. Bien rápido te lo dice: si sos cacerolero usás cacerolas Essen, sos rico, sos de los piquetes de la abundancia, y sos milico, apoyaste los golpes, estás queriendo hacer uno, sos gorila y sos facho, sos de la SS. "Vos sos contra mío", como dijo en una famosa conferencia de prensa un ex técnico de la selección. Este dibujito tan ingenioso te dice "vos sos contra mío así que sos de la SS". Esa operación intelectual es una actitud fascista, no salir a protestar. Decirle a alguien facho porque protesta es de facho.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Chapita

Me gusta esta canción y la quise traducir respetando métrica (y rima a veces), por puro amor al arte. La canción, de Green Day, se llama Basket Case, que podría traducirse como "Chapita". Quizás traducir por diversión es medio de chapita, también, qué se yo. Si quieren pongan play y canten.




Chapita
Tenés tiempo, che
De oírme llorar, puteando por todo y por nada a la vez
Soy un nabo yo, melodramático
neurótico a full de eso ni hablar
A veces yo me asusto a mí, mi mente me jode así
Todo se suma ves, creo que explotaré
Estoy paranoico
Toy de la gó
Me fui a analizar, y a ver a mis sueños
Dicen que no garchar me pega muy mal
Fui a ver a una puta, dijo parala ya
Cortala con el llanto que me matás
A veces yo me asusto a mí, mi mente me jode así
Todo se suma ves, creo que explotaré
Estoy paranoico
Toy de la gó
Bordeando el descontrol
Yo mejor me agarro.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Alto pollito

Caminando por mi barrio el otro día, paseando a la hija más pequeña en el carrito, algo me llamó la atención, algo rojo en un jardín. Era la cresta de un plumífero. La mascota de esa casa no era un perro ni un gato sino alto pollito, flor de gallina. "Hola, gallina", le dije, y el bicho se acercó, se pavoneó y le saqué una foto. Ahí lo tienen: alto pollito fotogénico. 






jueves, 15 de noviembre de 2012

Fútbol nada más


Es fútbol nada más. Sí, fútbol. Nada más.

Ayer fui a la cancha. Con amigos que quiero mucho. A uno de esos lo hicimos hincha de nuestro equipo papá y yo. Papá me había hecho hincha a mí antes. Como el pibe de la foto, que llevó a su nena, y a su mujer y a su hijo, todos con los colores del club. Fútbol. 22 pibes corriendo detrás de una pelota. Nada más.

Ayer fui a la cancha y el partido se interrumpió en el entretiempo porque alguien, algunos, tiraron bombas de estruendo cerca del arquero rival. Fútbol nada más. Energúmenos. Irracionales. Sí. Nada más. Pero escuché gente decir que se sabía. Que todos sabían que iba a suspenderse el partido; había mensajes por todos lados, se decía: "va a haber quilombo, eh". Se sabía. Desde las dos de la tarde se sabía que en algún momento entre las siete y las nueve algo iba a pasar. Sí. Fútbol. Nada más.

Ayer fui a la cancha y me fui queriendo no volver más. Hace un tiempo llegó a la presidencia de este club, que podría ser cualquier otro, un tipo que dice que quiere cambiar. Que no haya más barras. Que no se los deje ingresar sin pagar. Que no hagan lo que se les cante. La gente cantaba en contra de las barras y de la policía y denunciaba, con sus cantos, un pacto entre ellas. Al lado mío, al ladito, algunos decían que no se puede cambiar las cosas de un momento para otro. Que quizás el presidente se equivocó en hacer lo correcto. Fútbol, nada más. No te metás. No se puede. Hay que transar.
Ayer fui a la cancha y después de la suspensión, por la televisión, por la televisión pública, por Fúbol para Todos, ensalzaban al presidente: "un hombre que quiere cambiar". Lo ensalzaban el día de su derrota. Un hombre solo, decían. Los hombres solos pierden, siempre, indefectiblemente. La misma manera de expresarlo, en términos de "él contra el mundo", condena al presidente. La televisión pública, el Fútbol para Todos de la propaganda oficial desfachatada. La del gobierno de Hinchadas Unidas Argentinas. ¿Se hacía el gil el periodista? Vamos.
La micropolítica del fútbol, la de cada barrio, la de cada club, se junta con la macropolítica nacional. No hay cambio posible, te dice. Olvidate. No se puede. Estos, esos, tienen la sartén por el mango. Esos pocos. Esos cuatro que tiraron las bombas, o el que los digita. Contra los veinte mil o treinta mil que querían ver un partido. Alguno decía: imaginate lo contentos que deben estar los otros presidentes, los que no quieren el cambio. Esos 100, 200, 5.000, contra los 40 millones. Cambio no. No se cambia. Como en los carteles de los viejos almacenes que decían "Hoy no se fía": hoy no se cambia.
Pero es fútbol, eh.
Nada más.
Tengo ganas de terminar diciendo "nunca más". Nunca más vuelvo. Nunca más me entusiasmo. Nunca más creo. Nunca más sueño. 
Me cuesta decirlo. Todavía me cuesta. Y me preguto quién seré cuando ya no me cueste.
Pero es fútbol, eh.
Nada más.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Escarabajo
















Siempre quise tener uno de estos. Cada vez que veo uno que está especialmente lindo, como éste, todo blanquito, me emociono un toque y me olvido que no tienen aire y dirección y todas esas cosas y de pronto estoy andando por la Costanera, con la ventana baja, el brazo izquierdo apoyado en su marco y el viento corriendo de lado a lado. Suena Layla, se huelen los jacarandás en flor, el sol está saliendo desde el río y yo lo dejo a mi izquierda mientras voy, tranquilo, sin apuros, a Mar del Plata.


martes, 13 de noviembre de 2012

El piso 18














El flaco se sentó en el lugar que más le gusta del subte, en las filas de tres del final del vagón, pegado a la pared y enfrente de las puertas que se abren, algo que sólo se logra en la estación terminal y fuera de hora pico. En la punta derecha de la fila había un señor de saco y el lugar del medio estaba vacante. El flaco abrió el libro y se puso a leer, pero sólo avanzó un párrafo cuando vio una sombra con su ojo derecho. Un señor con un bastón en la mano trataba de acomodarse en el lugar del medio, al lado del flaco. El flaco puso a disposición su mano para que el señor se apoyara en ella al sentarse pero el señor no la usó. Apenas estuvo sentado el viejo miró para su izquierda y dijo “el beneficio de ser flaco”, riendo; el flaco desplegó una sonrisa amable y siguió leyendo.
_ ¿Qué estás leyendo?
_ Un libro de un tipo al que le gustaban muchos los animales.
_ ¿Cómo?
_ Sí, al tipo le gustaban los animales así que escribió un libro que se llama “Mi familia y otros animales”.
El señor se rió y el flaco siguió, con el libro en su mano izquierda, el dedo índice marcando la hoja donde había dejado: “hay que escribir de lo que a uno le gusta y hay que hacer lo que a uno le gusta”, dijo el flaco.
_ Claro. ¿Yo de qué escribiría…? De abogados podría escribir – dijo el viejo.
_ Pero ¿qué? ¿Le gustan los abogados?
_ No, no, para nada, dicen que en el cielo no hay uno solo… que están todos en el infierno.
_ Entonces escriba otra cosa, hombre, no se haga mala sangre – dijo el flaco, y el señor cambió el ángulo de la conversación.
_ Qué bueno que un joven se tome el tiempo de hablar con un viejo. Eso ya no pasa.
El flaco cerró el libro y puso el marcador en la página que venía marcando con el índice.
_ ¿Y usted qué le diría a los pibes? Porque yo soy más chico que usted pero ya tengo hijos… no soy tan pibe.
_ ¿Qué le diría? Que lo importante es la honradez y el trabajo.
_ La honradez y el trabajo… Está muy bien. ¿Y usted trabaja…? Disculpe, ¿cómo es su nombre?
_ Conti. Mi nombre es Luis Conti. Y sí, claro que sí, trabajo. Tengo 76 años, bah, cumplo 76 años el 7D. Y reparo equipos de cardiología.
_ Uh, ¡qué importante! – dijo el joven.
_ Hasta el pelo más fino hace una sombra en este mundo – dijo Luis, riendo, y golpeando suavemente su bastón de caña contra el piso del subte. Las estaciones pasaban y en Diagonal Norte subió una rubia hermosa, con una pollera corta y una remera ajustada. Luis la miró de arriba a abajo, suspiró y balbuceó su aprobación. Cada tanto la rubia miraba la conversación que tenía enfrente, tratando de entender. El flaco también miraba, pero no buscaba comprender.
_ Claro que trabajo. Ahora vengo de Villa Ballester y me voy a San Vicente. La pierna no me molesta – dijo, mientras subía unos centímetros sus bermudas y se tocaba una inmensa cicatriz en la rodilla derecha – aunque tengo un implante de titanio. La artrosis me destruyó la rótula y mi hija consiguió que me pusieran el implante, ¿mirá? – dijo, mientras recorría la cicatriz con la yema del dedo índice.
_ ¡De titanio! – dijo el flaco, fingiendo sorpresa.
_ Claro. Mirá – siguió Luis – yo soy peronista pero no soy tonto. En una época trabajé con un muchacho que era hijo del secretario privado del Secretario de Economía de Perón. Del Pocho nunca me dijo nada; yo le preguntaba y no me decía nada; pero de Evita me dijo que era trabajadora y honesta y una gran persona.
_ Luis, me tengo que ir, me bajo acá – dijo el flaco cuando el tren entraba a la estación Moreno.
_ ¿Pero por qué?
_ Es mi estación, trabajo acá.
_ ¿Pero qué hacés? ¿Trabajás en el piso 18?
El flaco ya se había parado y le dio la mano a Luis. La rubia seguía mirando sin entender. El flaco, ya encaminado hacia la puerta, se dio vuelta y mintió, guiñando el ojo: “no, no; trabajo en el 25”.
_ Ah, el 25... - dijo Luis, mientras la puerta se cerraba.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Sombras nada más



La semana pasada hablamos de Fauna, novela de Levrero cuyo lado b en esta edición de Mondadori es Desplazamientos, una novela oscura y profunda, cerrada, a veces casi claustrofóbica. El hijo recibe como herencia un edificio de alquiler, un conventillo derruido que había sido su casa de la niñez. Pasa allí básicamente un día, una experiencia real y emocional que le produce un cambio importante que lo acerca más a la luz.

El lector por momentos no sabe realmente qué es lo que pasa, ya que a lo largo del texto se producen desplazamientos; después de leer una escena la volvemos a leer con muchas oraciones iguales pero algunos saltos, desplazamientos, decisiones distintas que llevan a desarrollos diferentes. Tampoco los protagonistas saben mucho. Casi toda la novela se produce en la oscuridad, de noche, en una casa en penumbras, en cuartos cerrados apenas iluminados por un encendedor, y allí se proyectan las sombras de los objetos reales y de la imaginación y del pasado del protagonista.

Apenas comienza la novela vemos al personaje perseguido por la sombra de su padre: "Al pasar cerca de la pobre lamparita, que acentúa la sordidez del ambiente o que, tal vez, disimula piadosa los deterioros que una luz más potente desnudaría con crueldad, veo sin querer mi propia sombra proyectada sobre la pared a mi derecha; es la sombra de mi padres, su mismo perfil". (p. 143/4) Los protagonistas parecen vivir así en las sombras, como en la alegoría de la caverna de Platón. Al final, sin embargo, esa sombra se va disipando; y en la medida que decide alejarse de esa casa siente que le "excitaba el antiguo temor, el miedo a estar equivocándome, a actuar fuera de la rutina, sin la maléfica protección de la sombra de mi padre. Ahora, a la luz de la vela, no encontraba su sombra por ningún lado; busqué mi perfil en la pared y sólo vi sombras alargadas que bailoteaban, entre grotescas y mágicas." (p. 242/3)

¿Qué pasó en el medio? Difícil decirlo; algo quizás grotesco y mágico; algo parecido a un proceso psicoanalítico, con una reflexión bastante poco consciente sobre el padre, sobre la mujer (con tres modelos muy distintos en Nadia, Blanca y Antonieta), con sueños y fantasías, a veces fantasías eróticas muy perturbadoras. Como casi siempre en Levrero se trata de una novela donde lo interno y lo externo se confunden y avanzan de la mano, en un proceso difícil de entender pero que parece siempre continuo y suave.