Leí Creation Lake, novela de Rachel Kushner,
uno de los seis libros finalistas del Booker Prize 2024, ganado por Orbital,
de Samantha Harvey. Creation Lake es una novela de misterio / espionaje,
divertida, rápida y con algunos temas que la hacen más potente que buena parte
del género, más elevada, por cierto, que, para mencionar algo, la franquicia de
Lee Child.
Para empezar, el personaje principal es una
mujer, una mujer joven y bella, ex agente de alguna agencia federal americana,
especializada en infiltrar grupos radicales para neutralizarlos. Exonerada de
aquella agencia en el pasado, “Sadie Smith”, cuyo nombre real nunca conocemos,
es una máquina, usando su inteligencia, su belleza y su sexualidad para lograr
su fin que, al final del día, es cobrar importantes sumas de dinero. A pesar
de esa frialdad, y esta es una de las cosas bellas de la novela, por momentos
su humanidad no puede dejar de aflorar, como cuando piensa sobre una posible
maternidad (con mil condicionantes, pero no termina de cerrar esa puerta) o
cuando empieza a tener una relación en su cabeza, totalmente interna, con uno
de los ideólogos detrás del grupo al que busca infiltrar.
El grupo, Le Moulin, es como cualquier otro
grupo radical: más el fruto de chicos ricos que de trabajadores, y, al final
del día, creando estructuras de clase y diferencias de género a su interior
como las que pretenden que desaparezcan en la sociedad. En este caso, chicos ricos
parisinos herederos intelectuales del 68, e influidos por dos ideólogos veteranos
sobrevivientes de aquellos tiempos, uno de los cuales se va metiendo en la
cabeza de Sadie, como dije. Los chicos no entienden mucho de lo que hacen: “Su terreno
no era circundado por un arroyo o un tributario de un río y sería difícil de
irrigar. La tierra era rocosa. Sólo a activistas de París se les ocurriría
hacer agricultura de subsistencia en un lugar así” (p. 36). Hay algo, así, más auténtico
de la persona con una identidad falsa que en los supuestos idealistas, y Sadie
piensa en esto con un poco de humor; hablando de cómo pasó de estudiante a
agente federal, dice que sus compañeros “estaban obteniendo PhDs en retórica en
Berkeley, como había planeado yo antes de abandonar ese plan, y salvarme así de
su destino (que era someterse a entrevistas de trabajo académico en habitaciones
de hoteles DoubleTree en una conferencia de la Asociación de Lenguajes Modernos)”
(p. 20).
El humor es una herramienta permanente en Creation
Lake. No es que uno se pone a reír como loco, pero hay una forma irónica,
graciosa, que acompaña la lectura, con la ocasional metáfora o comparación
descentrada. “Usaba anteojos culo de botella y abrió la puerta de su galpón en
Oakland en un kimono demasiado corto, ostentando piernas desnudas regordetas y retaconas como escopetas recortadas” (p. 60). (Otra que me gustó: “las
personas que cambian afinidades son el mismo tipo de personas que se ven
atraídas a la permanencia de los tatuajes” - p. 155).
El otro punto interesante es que la ideología
detrás de este grupo es la de ir contra la civilización, con una mirada teórica
sobre el hombre prehistórico, sobre Neanderthal y Sapiens. Esto abre, de nuevo,
cierta reflexión sobre qué es ser humano en medio de una lucha entre estructuras
sociales establecidas y aquellos que quieren destruirlas. Y sin exagerar, una
mirada también sobre las relaciones entre los sexos, con esta linda línea como
ejemplo: “había líneas montadas en cada ventana de las que colgaba flameando la
ropa lavada, la bandera internacional del trabajo femenino anónimo” (p. 233).
No, no es el mejor libro que he leído, y no
creo que estemos hablando de Creation Lake en 30 años, pero resultó una
novela muy divertida, muy fácil de leer y no totalmente trivial.
"Their land did
not border a creek or river tributary and would be difficult to irrigate. The
soil here was rocky. Only activists from Paris would take up subsistence
farming in a place like this." (p. 36).
"They were getting
PhDs in rhetoric at Berkeley, as I had planned to, before I abandoned that plan
(and spared myself their fate, which was to subject themselves to academic job
interviews in DoubleTree hotel rooms at a Modern Language Association
conference)."
"She wore
Coke-bottle glasses and answered the door of her Oakland warehouse in a
too-short kimono, flaunting bare legs that were stubby and blunt as sawed-off
shotguns."
"lines mounted out every window and
hung with flapping laundry—the international flag for anonymous women’s work."
"people who
change affinities are the same kinds of people who are attracted to the
permanence of tattoos."