Hace mucho que una novela larga no
me gustaba tanto. O quizás, hace mucho que yo no lograba que una novela me gustara tanto. Sea como sea, eso me pasó con The Corrections, de Jonathan
Franzen, que logra contar la decadencia de una familia con humor y
sensibilidad.
Los Lambert eran una típica familia
del Midwest: el padre llevaba el pan a la casa y la madre se ocupaba de los
hijos. La conocemos, sin embargo, con el padre ya jubilado, deprimido y con
Parkinson y con los hijos en distintas crisis (la de Gary es matrimonial, la de
Chip profesional y la de Denise sexual). Mientras tanto, la madre, Enid,
intenta que el buque no se vaya a pique mientras reconoce con tristeza que “sus
hijos no pegaban. No querían las cosas que ella y todas sus amigas y todos los
hijos de sus amigas querían. Sus hijos querían radicalmente, vergonzosamente,
otras cosas." (p. 121)
El tema central de la novela,
mientras todo cae, es la corrección. El intento de corregir aquello en que se ha
fracasado. Para el padre, tener a Denise, la hija menor "era una última
oportunidad de aprender de los errores propios y hacer correcciones.” (p. 278)
Chip debe corregir un guión (y toda una vida descarrilada), para Gary “toda su
vida estaba armada como una corrección de la vida de su padre” (p. 179), y
Denise estaba "padeciendo una corrección" de su sexualidad. Finalmente
está la corrección final, la muerte del padre, que permitiría a Enid corregir
el rumbo de su propia vida. Mientras tanto, Franzen hace guiños permanentes con
el concepto de corrección: hay correcciones en los mercados financieros, hay
correcciones de planos y hay corrección política. (Por ejemplo: en un evento “Políticos
locales de color decían niños y mañana. Decían digital y
democracia e historia.” - p. 342).
Mientras nos cuenta a la vez la
decadencia familiar y los intentos relativamente exitosos de corregir, Franzen
toca temas densos. Un capítulo (muy apropiadamente titulado:
"Cuanto más lo pensaba más se enojaba") se adentra en el matrimonio y
la pareja. De nuevo, con sensibilidad y humor. Por ejemplo, cuando crea a
"Discordia, la diosa de la vida conyugal..." (p. 201) o cuando Gary
piensa que "El único resultado garantizado de tener un affaire sería
agregar a su vida una mujer más que lo reprobara.” (p. 218)
El otro tema que cruza toda la novela
es el de la paternidad y maternidad primero, y su reverso, años después, cuando
los hijos tienen que empezar a hacerse cargo de sus padres. La madre reflexiona
en un momento que “Lo que una descubría sobre una misma criando hijos no era
siempre agradable o atractivo. (p. 261) Años después, la hija Denise se da cuenta de que hacía años que su padre había descubierto la fachada que ella intentaba
poner frente a sus padres: “Por quince años ella había intentado parecer una
hija perfectamente responsable y cuidadosa, y él había sabido todo el tiempo que
ella no lo era.” (p. 522) El reverso viene, para los hijos, con perplejidad: “¿Cuáno
había ocurrido que sus padres se habían convertido en los chicos que se iban
temprano a la cama y pedían ayuda desde arriba de las escaleras?” (p. 548)
Hay, finalmente, una discusión
entre los valores tradicionales del Midwest y la modernidad del Este de los
Estados Unidos, que lo es también sobre modernidad y tradición en general y se
refleja en el cambio generacional. Pero Franzen no pontifica, y salvo en una o
dos situaciones muy puntuales, nos lo cuenta todo como parte de personajes a
los que vemos moverse y vivir. Además, de nuevo, con humor, como cuando habla
del cortejo de los padres: “Pronto estaban comprometidos y castamente se
tomaron un tren nocturno a McCook, Nebraska, a visitar a sus padres ancianos. Su
padre tenía una esclava con la que estaba casado.” (p. 266)
En la vida matrimonial, en la vida
profesional, en las relaciones familiares, en la escritura, en la lectura,
vivimos corrigiendo. En el mejor de los casos, buscamos corregir, mejorar,
enfrentar lo que viene de la mejor manera posible, sabiendo que dejaremos de
ser hijos para ser padres y para volver a ser hijos cuidando de nuestros
padres. Vivir, parece, es corregir sin parar, hasta la corrección final.
Originales utilizados
“It was the
same problem Enid had with Chip and even Gary: her children didn’t match. They
didn’t want the things that she and all her friends and all her friends’
children wanted. Her children wanted radically, shamefully other things.” (p.
121)
“his entire life was set up as a
correction of his father’s life”. (p. 179)
“Local politicians of color said children and tomorrow.
They said digital and democracy and history.”
(p. 342)
“Meanwhile Discordia, the goddess of
marital life, had pulled strings with the airline industry.” (p. 201)
“The only guaranteed result of having an
affair would be to add yet another disapproving woman to his life.” (p. 218)
"What
you discovered about yourself in raising children wasn’t always agreeable or
attractive.” (p. 261)
"For
fifteen years she’d tried to
pass for a perfectly responsible and careful daughter, and he’d known all along
that she was not.” (p. 522)
“When had it
happened that his parents had become the children who went to bed early and
called down for help from the top of the stairs?” (p. 548)
“Soon they were engaged and they
chastely rode a night train to McCook, Nebraska, to visit his aged parents. His
father kept a slave whom he was married to.” (p. 266)
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