Las primeras 30 o 50 páginas de The Brief Wondrous Life of Oscar
Wao fueron como una piña a la
cara. ¡Pum! Hacía rato, mucho rato, que un escritor no me cagaba a trompadas
así, no me mostraba una manera tan distinta, tan original, de contar una
historia. La prosa suena como otra cosa, suena como uno imagina que suenan los
barrios dominicanos en New Jersey, una música distinta a todo lo demás, con un ritmo increíble. Las 280
o 300 páginas que vinieron después se me hicieron cada vez más difíciles, pero
igual valieron la pena.
Junot
Díaz cuenta la historia de una familia dominicana/americana: son tres
generaciones, idas y venidas desde la isla a New Jersey, y una historia que
termina con el último dominicano virgen, gordo y nerd: "Para Oscar, el
secundario fue el equivalente de un espectáculo medieval, como ser puesto en el
cepo y forzado a soportar el apedreo y la furia de una turba de retardados, una
experiencia de la que se suponía que debería haber emergido como una mejor
persona, pero eso no es lo que realmente sucedió - y si había lecciones a
recoger del sufrimiento de aquellos años nunca dedujo del todo cuáles
eran." (p. 19) El sufrimiento nunca paró.
Además
del sonido de la prosa, destaco el
lugar que Díaz le atribuye a la sexualidad en la cultura dominicana, una sexualidad que está siempre ahí
afuera y que, salvo en el caso del pobre Oscar, parece ser siempre central a los
personajes. "Todo
barrio tenía su tetona pero Beli podría haber avergonzado a todas, ella era La
Tetona Suprema: sus tetas eran globos tan inverosímilmente titánicos que hacían
que las almas generosas tuvieran pena de su portadora y llevaban a todo hombre
heterosexual en su vecindad a reevaluar su pobre vida. " (p. 92) "Lo que quería era chupar los enormes pechos de
Beli, coger su conchita hasta que fuera un pantano de jugo de mango, mimarla
hasta dejarla inconsciente..." (p.
124) El pantano de jugo de mango me hace acordar a otras metáforas e imágenes
fuertes, interesantes, originales, como esta otra: en Santo Domingo "...los colectivos pasaban raudamente tan atiborrados de pasajeros que desde afuera
parecía que estuvieran haciendo una entrega apresurada de extremidades a una
guerra distante..." (p. 273)
Por momentos, sobre todo al principio, el
autor intercala mucho de la historia de la familia con la del país. Incluso,
con notas al pie y comentarios historiográficos. Es interesante cómo la Historia
impacta en la historia de los personajes (por ejemplo: "La semana siguiente dos ojos atómicos se abrieron encima
de centros civiles en Japón y aunque nadie lo sabía aún, ahí el mundo fue
rehecho." - p. 236, lo que me recordó a una cita de Toni Morrison que anoté acá.) Al pasar, Díaz
también hace crítica
cultural; al hablar de uno de los malvados de la historia dice que era "uno de esos hombres muy malos que ni siquiera el
postmodernismo puede explicar." (p. 294)
Toda
narrativa es en algún punto una historia de los orígenes. El narrador principal (Díaz utiliza más
de uno) es un novio de la hermana del anti-héroe. Él tiene que explicar esa
historia, en parte, porque "Ella era el tipo de novia que Dios te da de joven, así sabés qué es la pérdida el
resto de tu vida". (p.
324) Pero sobre todo porque no nos podemos escapar de nuestras historias, como
Oscar no se podía escapar de la
historia familiar. La única manera de escapar es hacia adentro, contándolo
todo: "si estos años me han dicho algo es esto: nunca te podés escapar. Jamás. La única salida es
adentro." (209)
Originales
de las citas usadas arriba
"For Oscar, high school was the equivalent of a
medieval spectacle, like being put in the stocks and forced to endure the
peltings and outrages of a mob of deranged half-wits, an experience from which
he supposed he should have emerged a better person, but that's not really what
happened - and if there were any lessons to be gleaned from the ordeal of those
years he never quite figured out what they were." (p. 19)
"Every neighbourhood has its tetúa, but Beli
could have put them all to shame, she was La Tetúa Suprema: her tetas were
globes so implausibly titanic they made generous souls pity their bearer and
drove every straight male in their vicinity to reevaluate his sorry life."
(p. 92)
"What he wanted was to suck Beli's enormous
breasts, to fuck her pussy until it was a mango-juice swamp, to spoil her
senseless..." (p. 124)
"...and the buses charged past so overflowing
with passengers that from the outside they looked like they were making a rush
delivery of limbs to some far-off war..." (p. 273)
"The next week two atomic eyes opened over
civilian centers in Japan and, even though no one knew it yet, the world was
then remade." (p. 236)
"...one of those very bad men that not even
postmodernism can explain away." (p. 294)
"She was the kind of girlfriend God gives you
young, so you'll know loss the rest of your life." (p. 324)
"But if these years have told me anything it is
this: you can never run away. Not ever. The only way out is in." (209)
Las citas son de Díaz, Junot, The Brief Wondrous Life of Oscar
Wao, Riverhead Books, New York, 2008
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