Cuando terminé mi Maestría y defendí mi tesis volví a leer
literatura y ya casi no agarro un libro de no ficción. Es una regla, casi, y
hace poco la quebré con Usos del pasado.
Qué hacemos hoy con los setenta, de Claudia Hilb.
Tuve a Claudia Hilb en un curso de filosofía política en la
Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Fue hace bastante: Menem era
presidente. Tiempo después leí un artículo suyo sobre La Tablada que me maravilló.
Lo leí dos o tres veces en distintos momentos. Luego vi el libro en una
librería y me contuve, no quería romper la regla; después la escuché por radio en
el programa de Gustavo Noriega y no me pude contener: compré el libro y lo leí en
pocos días.
El libro contiene seis ensayos en torno a los 70. En el primero,
"La responsabilidad como legado", se pregunta "¿en qué medida
contribuimos nosotros, los militantes de aquella izquierda setentista, a que el
terror del que fuimos tal vez las principales, pero por cierto no las únicas
víctimas, pudiera advenir?" (p. 17) La toma de responsabilidad por lo
ocurrido continúa en el segundo ensayo, "Moldeando la arcilla humana:
reflexiones sobre la igualdad y la revolución". Allí sostiene, nada menos,
que "La enseñanza de la Revolución cubana (...) es que una sociedad
radicalmente igualitaria sólo podía imponerse bajo la forma de un régimen
totalitario." (p. 47) El tercer ensayo es el ya mencionado: "La Tablada:
el último acto de la guerrilla setentista". Allí se destaca la locura de
los grupos iluminados encerrados en sí mismos pero la autora profundiza especialmente
sobre el lugar de la mentira y el engaño en los totalitarismos: "es
precisamente en ese terreno, el de la manipulación de la realidad fáctica y su
sustitución por una realidad ficticia, que se muestra la figura particular del
totalitarismo." (p. 87)
La segunda parte del libro contiene un interesante ensayo comparativo
entre los juicios por derechos humanos en Argentina y la "Comisión de la
Verdad y la Reconciliación" en Sudáfrica. El siguiente texto presenta una fuerte
crítica a "los juicios españoles a las dictaduras del Cono Sur"
porque despolitizan el tratamiento de los temas más conflictivos de ciertas
comunidades; así, los juicios se convierten en "mercancías del mercado
mundial de las buenas conciencias, las relaciones de fuerza y las
ideologías." (p. 121) Finalmente, el último ensayo reflexiona sobre una
decisión de la UBA de no aceptar como estudiantes a "condenados y/o
procesados por delitos de lesa humanidad."
El libro, escrito desde la filosofía política y desde la
subjetividad de alguien que participó en la tumultuosa historia de los 70, es profundamente
movilizante, sincero e importante. Por eso me tomé el trabajo de buscar una
dirección de la profesora Hilb para agradecerle. Le dije que si más de quienes
participaron de la horrible historia política argentina de las últimas décadas
tuvieran una perspectiva más cercana a la del libro, yo podría ser más
optimista respecto del futuro argentino.
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