Leí El libro de arena, uno de los libros de
Borges que más había leído antes (pero que recordaba mucho menos de lo que
pensaba. De hecho, debo admitir que lo tenía confundido con Los conjurados). El Borges viejo me
parece más amable que el joven, más calmo, ya no me tiene que probar en cada
texto que es el único que entendió la literatura. Lo que me recuerda a dos
metáforas de este libro: en “El otro”, el Borges viejo le dice al joven que se
quedará ciego pero “No te preocupes. La ceguera gradual es no es una cosa
trágica. Es como un lento atardecer de verano.” (p. 18); y de “Avelino
Arredondo”, “Para el encarcelado o el ciego, el tiempo fluye aguas abajo, como
por una leve pendiente.” (p. 73)
El
libro de arena
tiene algunos cuentos famosos, empezando por el citado “El otro”, en el que dos
Borges, el viejo y el joven, se encuentran frente a dos ríos, el Ródano y el
Charles. “Ulrica” es una de sus pocas historias de amor, cruzada de elementos
de las sagas escandinavas. Y, desde ya, “El libro de arena”, que es un libro
infinito, como “La Biblioteca de Babel” de Ficciones
(“La biblioteca es ilimitada y periódica.” - T. I, p. 767 - y “No me parece
inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total”. T. I. p.
766) “El espejo y la máscara” y “Undr” también son primos de “La Biblioteca de
Babel”. El primero es otra contraposición de un hombre de letras con un hombre
de armas, y termina con un poema de una línea que es la Belleza y que lleva al
poeta a quitarse la vida. En “Undr”, “la poesía de los urnos consta de una sola
palabra” (p. 56). Dice Borges en el epílogo: “'La biblioteca de Babel' (1941)
imagina un número infinito de libros; 'Undr' y 'El espejo y la máscara',
literaturas seculares que constan de una sola palabra.”
Uno de los cuentos
que más me gustó es “El Congreso”; aunque tiene muchos problemas es notable, y es
otra aproximación al borgeanísimo tema del infinito: un señor que quiere crear
un Congreso que represente al mundo. Lo que está muy bien, me parece, es que
como es un congreso mundial, el cuento tiene de todo: es también un duelo entre
el narrador, Alejandro Ferri, y Fermín Eguren; una historia de amor, entre
Ferri y otra Beatriz (en este caso no Viterbo sino Frost. En esta línea, tiene
una escena sexual que da un poco de vergüenza, nos hace pensar que Borges hizo
bien en no escribir de sexo: “Oh noches, oh compartida y tibia tiniebla, oh el
amor que fluye en la sombra como un río secreto, oh aquel momento de la dicha
en que cada uno es los dos, oh la inocencia y el candor de la dicha, oh la
unión en la que nos perdíamos para perdernos luego en el sueño, oh las primeras
claridades del día y yo contemplándola.” -p. 33. Digno del Bad Sex in Fiction Award del Literary Review.)
El cuento tiene
también a dos Borges: al inicio, Ferri, que es un Borges (“No me duele la
soledad; bastante esfuerzo es tolerarse a uno mismo y a sus manías”) habla de
otro Borges (del “nuevo directorio de la Biblioteca (...) un literato que se ha
consagrado al estudio de las lenguas antiguas” - p. 24) Al final, los creadores
del Congreso y de una biblioteca digna de él queman todos los libros y dan por
terminado el proyecto porque, como dice Don Alejandro, su creador: “La empresa
que hemos acometido es tan vasta que abarca - ahora lo sé - el mundo entero.”
(p. 35)
El cuento que más
me gustó es “La noche de los dones”, que Borges en el epílogo califica como “el
relato más inocente, más violento y más exaltado” del libro. Un veterano cuenta,
en la antigua Confitería del Águila, sobre el día que conoció el amor y la
muerte. Cuenta que de chico había ido con un peón del campo al burdel, y que allí apareció Juan Moreira;
luego el chico se encontó en una habitación con la cautiva (“Le deshice la
trenza y jugué con el pelo, que era muy lacio, y después con ella” - p. 49); después el chico se escapó y vio cómo un policía mató a Moreira con una bayoneta. Dice el
veterano en la confitería: “En el término escaso de unas horas yo había
conocido el amor y yo había mirado la muerte. A todos los hombres les son
reveladas todas las cosas o, por lo menos, todas aquellas cosas que a un hombre
le es dado conocer, pero a mí de la noche a la mañana, esas dos cosas
esenciales me fueron reveladas.” (p. 50)
Además tenemos:
* “There are more things”, homenaje a Lovecraft.
* “Utopía de un
hombre que está cansado”, donde el abuelo de Borges viaja en el tiempo hacia un
mundo futuro en el que se abolió la imprenta (“uno de los peores males del hombre,
ya que tendió a multiplicar hasta el vértigo textos innecesarios.” p. 62)
* “El soborno”, otro
duelo académico - como “El duelo”, de El
Informe de Brodie - que me pareció flojito.
* “Avelino
Arredondo”, sobre un magnicidio.
* “El disco”, otro
encuentro entre dos hombres, otro duelo, y un asesinato sin sentido.
Además, El libro de arena tiene una gran
cantidad de excelentes citas:
"Cada día que
pasa nuestro país es más provinciano. Más provinciano y más engreído." (p.
15)
“Buenos Aires,
hacia 1946, engendró otro Rosas.” (p. 15)
“Sólo los
individuos existen, si es que existe alguien.” (p. 16)
“Todas las
agrupaciones tienden a crear su dialecto y sus ritos.” (p. 25)
En un campo,
“Irala preguntó dónde estaba el baño; don Alejandro con un vasto ademán, le
mostró el continente.” (p. 30)
“no hay un pueblo de la provincia que no sea
idéntico a los otros, hasta en lo de creerse distinto.” (p. 47)
“Sentí lo que
sentimos cuando alguien muere: la congoja, ya inútil, de que nada nos hubiera
costado haber sido más buenos. El hombre olvida que es un muerto que conversa
con muertos.” (p. 38)
“no hay otro
enigma que el tiempo, esa infinita urdimbre del ayer, del hoy, del porvenir,
del siempre y del nunca.” (p. 41)
Los periódicos son
“museos de minucias efímeras” (p. 72).
“La lengua es un
sistema de citas.” (p. 63)
“Las palabras son
símbolos que postulan una memoria compartida.” (p. 36)
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