Leí Borges and
His Fiction. A Guide to His Mind and Art, de Gene H. Bell-Villada, un
utilísimo manual introductorio a la obra y vida de Jorge Luis Borges. Aunque
seguramente existan muchas más aproximaciones, algunas quizás más originales o
novedosas, que la de este profesor nacido en Haití, el libro es una guía muy
útil para entender la genialidad de Borges, además de contar de alguna manera
cómo llegó Borges a ser Borges y dar algunas ideas de su influencia posterior.
Particularmente, en mi caso, me ayudó además a entender mejor por qué no logro
que Borges me apasione.
El argumento
central es sencillo. Borges hubiera sido otro escritor más de los márgenes
salvo, básicamente, por dos libros: Ficciones
y El Aleph. Allí reside su genialidad
que es, a su vez, consecuencia de una etapa peculiar de su vida, desde
aproximadamente 1937 a 1955. Ahí se combinan elementos de su propia vida (la
muerte de su padre, el accidente que lo lleva al borde de la muerte, la
necesidad de trabajar en un trabajo alienante) y del contexto (crecimiento del
fascismo/caída del liberalismo en el mundo, surgimiento del peronismo/caída del
liberalismo anglófilo en Argentina) para llevarlo a escribir esas obras
maestras que son, de alguna manera, una respuesta a ese mundo. Una literatura
de la desazón por las posibilidades de la mente, del arte, del hombre, frente a
un mundo imposible. Borges es, así, casi una casualidad.
“Lo que también
falta de la prosa tardía de Borges es un tema general (...) prácticamente todos
los principales cuentos de Borges muestran objetivos, ambiciones, deseos e
ideales de la mente humana que entran ineludiblemente en un conflicto inútil
con un mundo social o natural más amplio y su indiferencia. (...) esta es la
visión profundamente pesimista de Borges sobre las fortalezas y capacidades de
largo plazo del pensamiento humano, un regalo precioso y maravilloso (...) que
es tan pequeño e impotente como admirable y complejo. La presencia dominante de
este tema mayor en los escritos de Borges de la década de 1940 sin duda refleja
su propia situación durante aquella década. (...) Por lo contrario, cuando
Borges gana fama y prestigio internacional y cuando su existencia dejó de estar
marcada por un gran conflicto personal y político, parece haber dejado en el
pasado esta mirada oscura de la inteligencia humana atrapada en sus elevadas aspiraciones,
empequeñecida, frustrada, atribulada o contrariada de otra forma por fuerzas
exteriores a ella misma - y su arte subsecuentemente perdió también toda
profundidad de sentimiento.” (p. 266-267)
El libro está
dividido en tres partes. La primera, llamada “Los mundos de Borges”, pone a
Borges en contexto biográfico e histórico. Su historia personal, su lugar en la
sociedad argentina, su particular formación y “Lo que hizo Borges para la
ficción en prosa”. Sobre las contribuciones de Borges, Bell-Villada dice que
“Borges es uno de los principales innovadores literarios del siglo veinte, un
verdadero originador y descubridor, un maestro artesano y un hacedor
meticuloso, un hombre cuyas invenciones verbales han efectivamente alterado,
tanto en las Américas como en Europa, las guías para escribir, leer y juzgar la
ficción en prosa.” (p. 42) Más específicamente, sus contribuciones son “su
perfeccionamiento de un estilo de prosa superior; su elevación de los géneros
policial y de suspenso a nivel de arte elevado; su reintroducción del humor a
la ficción hispánica; su restauración de lo fantástico a un lugar central y
aceptable en la literatura imaginativa; su síntesis de nuevas formas narrativas
en las que el realismo y la fantasía, la ficción y el ensayo se combinan
hábilmente; y, por supuesto, el hecho de haber escrito algunos cuentos
excelentes y memorables.” (p. xiv)
La segunda parte
(“Las ficciones de Borges”) va directamente a la obra. Esta parte representa
casi dos tercios del libro. Más interesante, los dos libros centrales (Ficciones y El Aleph) representan casi toda esta segunda parte y casi 60% del
libro. Esta segunda parte es súper útil como guía de lectura, como acompañante
ante cada cuento de estas obras centrales. La tercera parte tiene un brevísimo
resumen de su obra posterior, un capítulo (que a mí me resulta poco
interesante) que indaga sobre literatura y política y un capítulo que lo
“defiende” frente a la crítica de ser un autor de alguna extranjero o
extranjerizante. Incluso en su momento de mayor universalismo, dice
Bell-Villada, Borges es un autor argentino: “La mejor escritura de Borges -
universalista y cosmopolita pero también porteña en su mirada - surge de un
hombre cuyas raíces se afincan profundamente en el pasado de su país.” (p. 12)
¿Y por qué no me
vuelve loco? Bell-Villada responde a esa pregunta que me hago yo. En parte, me
molesta el Borges filosófico con ese idealismo que me parece, muchas veces,
infantil. Pero sobre todo, me parece que le falta vida, pasión, ganas, deseo,
por fuera de los libros. Subrayo esto, por ejemplo: “Borges no elimina la
afectividad; retiene la emoción humana pero la reserva exclusivamente para el
punto culminante de la narrativa, lustrándola, refinándola, relativizándola y
dándole la forma que el contexto requiere.” Esto me parece discutible; no
encuentro en Borges mucha emoción salvo ese pesimismo fundamental, esa
tristeza, sobre las capacidades de la mente o de la literatura. Y no es
casualidad, sino algo intrínseco a su originalidad. Dice Bell-Villada: “La
descripción del personaje, considerado tradicionalmente como la incumbencia
esencial de la narrativa en prosa, es de importancia menor para Borges. (...)
la quintaesencia, el punto de partida de un cuento de Borges no es ni la trama ni un personaje sino
una idea intrigante, incluso un sofisma ingenioso. (...) Como los cuentos de
Borges se refieren más a circunstancias generales o a argumentos lógicos que al
movimiento de eventos causado por humanos o la individualidad psicológica, es una
consecuencia lógica que su ficción tenga mucho en común con la forma del
ensayo.” (p. 58) A mí me gusta esto, pero me gustan mucho más los libros sobre personajes y
tramas; los que me hablan de vínculos, de distintas maneras de vivir la vida; y
la peculiar forma de vivir la vida de Borges, adentro de libros y bibliotecas y
de problemas abstractos, me parece no solo un poco aburrida sino, en el fondo,
un poco infantil.
Originales de las citas usadas
“Also missing in Borges’s late prose is a certain
grand theme (...) virtually all of Borges’s major stories show the aims,
ambitions, desires, and ideals of the human mind that enters into ineluctable
and hopeless conflict with a wider social or natural world and its indifferent
ways. (...) this is Borges’s profoundly pessimistic view of the long-range
strengths and capabilities of human thought, a precious, wondrous gift (...)
that is as puny and impotent as it is admirable and complex. The dominant
presence of this larger theme in Borges’s writings from the 1940s no doubt
reflects his own situation during that decade (...) In contrast, when Borges
gained international fame and prestige, and when his existence ceased being one
of major personal and political conflict, he seems to have puty behind him this
dark picture of human intelligence trapped in its highest aspirations, dwarfed,
frustrated, beleaguered, or otherwise set upon by forces outside itself - and
his art subsequently lost all depth of feeling as well.” (p. 266-267)
“Borges is one of the foremost literary innovators of
the twentieth century, a true originator and discoverer, a master artisan and
meticulous maker, a man whose verbal inventions have effectively altered, in
both the American and in Europe, the guidelines for writing, reading, and
judging prose fiction.” (p. 42)
“Borges’s genuine contributions to the literary and
artistic realms, namely, his perfecting of a superb prose style; his raising of
the detective and suspense genres to the level of high art; his reintroduction
of humor into Hispanic fiction; his restoring of the fantastical to a central
and reputable place in imaginative literature; his synthesizing of new
narrative forms in which realism and fantasy, fiction and essay are skillfully
combined; and, of course, his having written some great and lasting short
stories.” p. xiv
“Borges’s greatest writing - universalist and
cosmopolite but also porteño in outlook - issues from a man whose roots lie
deep in his country’s past.” (p. 12)
“Borges does not eliminate affectivity; he retains
human emotion but reserves it exclusively for the high point of the narrative,
polishing it, refining it, relativizing and shaping it to the context.” (p. 46)
“The portrayal
of character, traditionally thought of as the essential business of prose
narrative, is of minor importance to Borges.” (p. 57) “the quintessence, the
point of departure in a Borges story is not plot or character but an intriguing
idea, even a clever sophistry. (...) Since Borges’s stories deal more with
general circumstances and logical arguments than with the movement of
human-caused events or psychological individuality, it only follows that his
fiction should have much in common with the essay form.” (p. 58)
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