Borges es, sobre
todo, un obsesivo. Para algunos, Borges es una obsesión. Yo, por ejemplo, leí Nueve ensayos dantescos sin haber leído La divina comedia, lo cual no parece muy
conveniente. Pero leí Nueve ensayos
dantescos porque hace casi un año y medio, frente a la derrota electoral y
la falta de trabajo, me dije que tenía que ponerme proyectos. También me
obligué a escribir tres mil caracteres por día por cien días: cumplí y de eso
surgió una novela que busca editorial. Digo: si saben de alguna me avisan, ¿no?
En otros lugares
Borges habla de otros libros y autores con elogios, pero creo que a ninguno
ensalza tanto como a Dante y a La divina
comedia: “los poetas proceden por hipérboles” pero no es el caso de Dante,
dice, hiperbólicamente, el poeta argentino; “en su libro no hay palabra
injustificada”, dice en el prólogo (p. 374). Y en el último ensayo del libro, La última sonrisa de Beatriz, lo define
como “el mejor libro que la literatura ha alcanzado”. Nótese, el libro no es de
Dante, sino de la literatura, porque como dice en Dante y los visionarios anglosajones (donde habla de precursores
anglosajones de Dante): “Un gran libro como la Divina Comedia no es el aislado
o azaroso capricho de un individuo; muchos hombres y muchas generaciones
tendieron hacia él.” (p. 396) Ya lo sabemos: Borges sostiene siempre que no hay
creación individual; Borges no es un romántico en términos literarios (no creen
en la creación individual) pero sí es un romántico en el significado llano;
Dante escribió el libro para encontrarse con su amada, dice: “Yo sospecho que
Dante edificó el mejor libro que la literatura ha alcanzado para intercalar
algunos encuentros con la irrecuperable Beatriz.” (p. 407)
El tercer
comentario (después del lugar de Dante y la Comedia en el aprecio de Borges y
en la literatura), es un poco más técnico y tiene que ver con las múltiples
lecturas que tiene la literatura y cómo un autor puede o no sembrar esas
múltiples miradas. Dice Borges en El
falso problema de Ugolino: “Robert Louis Stevenson (Ethical Studies, 110) observa que los personajes de un libro son
sartas de palabras; a eso, por blasfematorio que nos parezca, se reducen
Aquiles y Peer Gynt, Robinson Crusoe y don Quijote. (...) En el tiempo real, en
la historia, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas opta
por una y elimina y pierde las otras; no así en el ambiguo tiempo del arte, que
se parece al de la esperanza y al del olvido. Hamlet, en ese tiempo, es cuerdo
y es loco. En la tiniebla de su Torre del Hambre, Ugolino devora y no devora
los amados cadáveres”. (p. 385) Y ahí está la mano del autor: “El poeta es cada
uno de los hombres de su mundo ficticio, es cada soplo y cada pormenor. Una de
sus tareas, no la más fácil, es ocultar o disimular esa omnipresencia.” (p.
377)
Tres apuntes más.
Uno: solo Borges
puede empezar un ensayo sobre Dante, el primer ensayo de un libro de ensayos
sobre Dante, con un comentario sobre el idioma inglés.
Dos: Borges me hace
sentir un lector vago, pobre.
Tres, una cita:
“Enamorarse es crear una religión cuyo dios es falible.” (p. 404)
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