domingo, 17 de octubre de 2021

Traición

 

Alguien me dijo que acá Roth está parecido a un ex presidente argentino.


Leí I Married a Communist, de Philip Roth, genio, y me aburrió un poco. La novela tiene genialidades, claro, porque es Roth, pero es un poco desordenada y da la impresión de que Roth quiere meter demasiado al mismo tiempo. Y la trama se me hizo larga y aburrida.

La novela se estructura con una narración. Murray Ringold, de más de 90 años, le cuenta al escritor Nathan Zuckerman, de más de 60, sobre su hermano Ira Ringold. Son seis noches en las que el viejo le cuenta toda la historia de una manera inverosímil por distintas razones: por el nivel de detalle que tiene sobre escenas de su hermano, porque nunca se olvida nada ni parece faltarle una palabra, por la energía del narrador. Me parece inverosímil y por momentos artificial, una manera muy rara de contarme una historia. Pero ese es, como en La Odisea, uno de los temas; la literatura, la narración, el ejercicio de contar una historia. Y de hecho, así reflexiona Nathan, al final de la última noche, sobre la narración de Murray: “¿No es acaso un fenómeno por lo menos semidivino el ser arrojado dentro de lo más íntimo de todo lo que está mal de una existencia humana tan solo por virtud de estar sentado en la oscuridad, escuchando lo que se dice?” (p. 697)

El segundo gran tema es la traición. En la trama de Ira, él primero es traicionado por su mujer, Eve, que publica en pleno macartismo un libro titulado I Married a Communist que termina con la carrera de Ira. Pero luego él traiciona a Eve, se venga, y las dos vidas terminan deshechas. Como dice bien pronto en su narración Murray: “Te tenés que sacar el sombrero ante la vida por las técnicas a su disposición para desnudar a un hombre de su significancia y vaciarlo por completo de su orgullo.” (p. 403)

Hacia el final del libro, la traición es mucho más que lo que se hacen Ira e Eve. La vida es traicionera; porque nos enteramos hacia el final que también Murray termina traicionando y traicionado, por la vida y por su país. “Esta fue la existencia que Estados Unidos había armado para él –y que él se había armado para sí mismo por pensar, por su venganza sobre su padre por pen-sar crí-ti-ca-men-te, por ser razonable frente a la falta de razón. (...) Controlás la traición de un lado y terminás traicionando por otro lado.” (p. 694) Y aunque no terminamos de saberlo, porque Zuckerman se oculta en este libro, todo hace pensar que él también traicionó o fue traicionado, y que por eso vive como un monje en el medio de la nada. (Y sabemos también que hay quienes dicen que en verdad todo el libro es una traición de Roth a su ex mujer, Clarie Bloom). Siendo la traición un leitmotif, no es raro que el profesor de literatura que es Murray vuelva una y otra vez a Macbeth.

Pero I Married a Communist también es una Bildungsroman, la historia de cómo Nathan Zuckerman se hace hombre a fuerza de ir cambiando de mentores, que es lo mismo que decir a fuerza de ir traicionando a mentores. A Nathan le importa la historia de Ira porque Ira fue por un tiempo un mentor, reemplazando a su padre, y porque se la cuenta otro mentor (Murray fue el profesor de literatura de un chico que terminó siendo escritor.) Dice Nathan: “Es un juego más peligroso, moralmente y emocionalmente, que lo que uno se da cuenta en el momento esto de conseguirse padres adicionales como una niña bonita consigue galanes. Pero eso es lo que estaba haciendo. Mostrándome siempre eminentemente adoptable, descubrí el sentido de traición que viene de tratar de encontrar un padre sustituto aún cuando amás al propio.” (p. 498) Todos esos padres que pasan por la vida de Nathan (su verdadero padre, Murray, Ira, Leo Glucksman en la universidad) “los que primero me enseñaron a navegar el mundo y sus reclamos, los padres adoptivos que también, cada uno a su turno, debían ser descartados junto con sus legados, tenían que desaparecer, haciendo así lugar para la orfandad que es total, que es ser un hombre. Cuando estás ahí afuera en esta cosa, totalmente solo.” (p. 601)

En el medio, está la trama, toda compleja y enrevesada. Pero también esa reflexión tan de Roth sobre su país, sobre los Estados Unidos vistos por un judío de Newark. Y pequeñas genialidades. Como cuando Ira lleva a un joven Nathan a ver a un ex compañero en el ejército, Erwin Goldstine, que había compartido las ideas del comunismo con Ira pero ahora es el dueño de una fábrica de colchones; y Erwin le dice a Nathan: “No dejes que te llene con ideas comunistas, pibe. Son todas mentiras. Ganá guita. La guita no es mentira. La guita es la forma democrática de contar los porotos.” (p. 488) O cuando, en esa misma escena, Nathan dice de un arma de fuego que está “elocuente con posibilidad” (p. 489). Roth está siempre elocuente de posibilidad de pensar la literatura y la vida, incluso cuando una novela no convence.

 

Originales de las citas

“Is it not at least a semidivine phenomenon to be hurled into the innermost wrongness of a human existence by virtue of nothing more than sitting in the dark, listening to what is said?” (p. 697)

“You have to take your hat off to life for the techniques at its disposal to strip a man of his significance and empty him totally of his pride.” (p. 403)

“This was the existence that America had worked out for him - and that he’d worked out for himself by thinking, by taking his revenge on his father by cri-ti-cal think-ing, by being reasonable in the face of no reason. (...) You control betrayal on one side and you wind up betraying somewhere else.” (p. 694)

“It is, morally as well as emotionally, a more dangerous game than one knows at the time, getting all those extra fathers like a pretty girl gets beaux. But that was what I was doing. Always making myself eminently adoptable, I discovered the sense of betrayal that comes of trying to find a surrogate father even though you love your own.” (p. 498)

“All were remarkable to me in their own way, personalities to contend with, mentors who embodied or espoused powerful ideas and who first taught me to navigate the world and its claims, the adopted parents who also, each in his turn, had to be cast off along with their legacy, had to disappear, thus making way for the orphanhood that is total, which is manhood. When you're out there in this thing all alone.” (p. 601)

“Don’t let him fill you full of Communist ideas, kid. They’re all lies. Make money. Money's not a lie. Money’s the democratic way to keep score.” (p. 488)

“eloquent with possibility”. (p. 489)


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