Leí The Spanish Civil War, magistral libro sobre esa otra guerra del historiador inglés Hugh Thomas.
Del libro en sí,
diré poco: que es muy bueno, pero también muy largo. O, en términos más
generales, que a los nerds des-especializados nos gustaría poder encontrar una
serie de este nivel de scholarship pero con ensayos de 20 a 30 páginas. ¿Se
imaginan? Ensayitos así sobre los grandes temas de los que querés tener una
idea general pero no el detalle de si el primer ministro comía mucho o no. Por
otro lado, de esos detalles se hace la historia, lo sé… Pero si uno tiene que
leer un libro sobre la Guerra Civil Española, los que saben dicen que es este y
este se lee bien.
De la Guerra Civil
diría algo más. El primer comentario es sobre la brutalidad del siglo XX. “La
Guerra Civil Española fue la parte española de la trágica descomposición
europea del siglo veinte, cuando se hicieron añicos la tradición liberal del
siglo diecinueve y el optimismo que había durado desde el renacimiento”. (p.
920) A lado de las dos guerras mundiales, del Holocausto y del Gulag, los
costos de esta guerra parecen menores, claro, pero la locura de matar y morir
por ideas estaba ahí. Las atrocidades de ambos lados están ampliamente
documentadas. Thomas calcula 500.000 muertos (incluyendo civiles, e incluyendo
aquellos por causas no directamente militares) más 300.000 emigrados: algo así
como 3% de la población española al comienzo de la guerra (de cerca de 25
millones). A eso hay que agregar los costos materiales y los de su consecuencia
principal: los casi 40 años de autoritarismo que siguieron a la guerra.
Las tres causas
principales, los tres conflictos que dan lugar a la guerra, son clase, religión
y región (p. 183). Dos de ellos quedan básicamente sepultados como conflictos
centrales, mientras que el regionalismo quedó latente por años para resurgir en
distintos momentos y en diferentes maneras después de la caída de Franco. La
más “siglo XX” de las tres es la de clase, y esa es una de las causas por las
que “la Guerra Civil Española sería más aún que una guerra civil europea: sería
una guerra mundial en miniatura”. (p. 449) De hecho, “En sentido amplio, la
Guerra Civil Española fue la consecuencia del influjo de las ideas generales de
Europa en España.” (p. 323) De un lado, las diversas ideas de izquierda
(anarquismo, socialismo, comunismo), del otro las más viejas (monarquismo) y
las más nuevas (fascismo) de la derecha.
La primera
consecuencia de esto es que la política interna sería fundamental para el
resultado de la guerra. Los rebeldes triunfaron, en gran medida, porque
lograron una mejor y más rápida concentración del poder que los republicanos
(que estuvieron un buen tiempo, primero, haciendo una revolución antes que una
guerra). El mayor éxito de Franco es político: “La alianza política que logró
entre sus seguidores fue la principal razón de su victoria.” (p. 905) “Si la
unidad política ayudó tanto a la victoria nacionalista, la división entre los
republicanos fue la principal causa de su derrota.” (p. 906)
Comentario
lateral: tanto idealismo de la izquierda a veces roza con el amateurismo. El
presidente Azaña, durante los Días de Mayo de 1937, terminó de escribir un
libro, La velada de Benicarló (p.
642); y el primer ministro Negrín asistió en 1938 a un congreso de fisiología
en Zúrich. (p. 824) No parece haber lo mismo en el nacionalismo, más allá del
agradable día a día de un piloto como Juan Antonio Ansaldo (ver foto, p. 735).
La segunda
consecuencia, como dice Thomas, de la importancia de las ideas europeas en las
causas de la contienda es que la guerra pasó a ser una guerra civil europea y
una guerra mundial en miniatura. Franceses e ingleses participaron más bien de
la primera manera (como voluntarios en las brigadas internacionales), mientras
que soviéticos, italianos y alemanes participaron mucho más directamente (a
pesar del cínico funcionamiento del comité de no intervención).
Lo más curioso de
esta intervención, que no tenía claro antes de leer el libro, es que según
Thomas ni Hitler ni Stalin estaban muy inclinados a ver una victoria de sus
protegidos. En ambos casos sobresalía la búsqueda del interés nacional, que
para ambos significaba en ese momento que la guerra española no deviniera en
guerra mundial. Por eso las intervenciones son importantes pero no decisivas;
de las cinco intervenciones clave, las primeras cuatro son defensivas y solo la
última es decisiva: cuando, después de Checoslovaquia, Hitler había extraído la
lección de que Francia e Inglaterra no entrarían en guerra por España. “Alemania
y Rusia compartían su intención de no arriesgar el estallido de una guerra
general por España (...) Stalin había seguido una política similar a aquella de
Hitler: prevenir que su protegido sea derrotado, sin asegurar su victoria;
porque asegurar una victoria republicana hubiera significado un compromiso a
una escala que hubiera arriesgado una guerra general.” (p. 915)
Eso explica, en
parte, una de las grandes preguntas de la guerra: ¿por qué dura tanto? A la
paridad de origen se agrega ese equilibrismo de los protectores internacionales
y las mencionadas atrocidades. Rápidamente los contendientes entendieron que no
podían rendirse sin ser asesinados por sus enemigos; la guerra tenía que ser a
vida o muerte: “el miedo mutuo era la razón para la continuidad de la guerra”.
(p. 843) Y cuando ya era obvio que la victoria sería de Franco, su negativa a
cualquier garantía a los derrotados: “Si los nacionalistas no hubieran hecho
evidente su deseo de castigar a muchas personas después de su victoria, la
guerra podría haber terminado un año antes.” (p. 909)
Originales de las
citas usadas
“The Spanish Civil War was the Spanish share in the
tragic European breakdown of the twentieth century, in which the liberal
heritage of the nineteenth century, and the sense of optimism which had lasted
since the renaissance, were shattered.” (p. 920)
“Henceforth, in more ways than one, the Spanish Civil
War would be more even than a European civil war: it would be a world war in
miniature.” (p. 449)
“In a broad sense, the Spanish Civil War was the
consequence of the working of general European ideas upon Spain. (...) It was
inevitable, therefore, that the war which began in 1936 should become a
European crisis.” (p. 323)
“The political alliance which he achieved amongst his
followers was the chief reason for his victory.” (p. 905)
“If political unity helped the nationalist victory so
much, division among the republicans was a prime cause of their defeat.” (p.
906)
“Germany and Russia shared a disinclination to risk a
general war breaking out over Spain (...) Stalin had followed a policy similar
to that of Hitler: prevention of his protégés’ defeat, without ensuring their
victory; for to ensure a republican victory would have meant a commitment on a
scale which would have risked general war.” (p. 915)
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