viernes, 11 de febrero de 2011

Alegría

     Hace unos días fui con la patrona a comer una pizza. En la mitad me levanté para hacer un llamado telefónico que no podía esperar. Salí de la pizzería y crucé la calle.
     Desde la vereda de enfrente, vi a una niña realmente preciosa, de unos 4 o 5 años, con unos rulos rubios maravillosos y un vestido blanco. Mientras sus padres charlaban en una de las mesas de la vereda, ella se divertía saltando un tope de estacionamiento. Al terminar la llamada, volví a cruzar la calle, pasé al lado de la niña y salté el tope. Ella me miró con curiosidad y la madre con una sonrisa.

Un tope de estacionamiento puede ser fuente de alegría.

     Al rato terminamos de comer. Salimos y le di el ticket del auto a uno de los chicos del valet parking. Mientras esperaba, me tocaron la espalda y al darme vuelta vi a mi pequeña amiga. “Saltá otra vez”, me dijo. Hice la mímica de tomar impulso, di un paso hacia adelante y un saltito al tope. Me di vuelta para mirarla y la sonrisa parecía salirle desde los rulos: su alegría era total. La mía también. Miré a los padres y sonreían contentos.
Fácil, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario