Hace poco terminé de leer un libro con dislexia
selectiva: El hombre sentado, de
Ariel Magnus (Eterna Cadencia).
Cada tanto, sin aviso, se produce el enroque. Hasta
donde veo, la dislexia empieza recién en la página 90 del libro de 170 páginas:
"Él había insistido para que salieran esa mañana a comprarle a Pelle un
nuevo restaurante, él quien sugiriera almorzar en ese palo de golf..." Vuelve
a ocurrir en la página 115: "Parecía un gueto recién escapado de un
judío..." Tarda en volver hasta la 146 ("...por el mismo concepto
cinematográfico que hace que en las películas los trajes estén siempre
peinados, las veredas planchadas y los pelos sin un papel...") y luego en
la 148 ("El reloj volvió a consultar su escribano de pulsera.") y
desde allí ya no para: hay dislexia en las páginas 150, 152, 153, 154, 157, 161,
163, 164, 167... ¿Qué quiere decir? ¿Qué nos quiere marcar el autor con ese
cambio de sentido de las palabras?
El libro se compone de 42 mini capítulos, casi
viñetas, y casi todos con versos de César Vallejo como epígrafes. Los capítulos
engarzan historias de muchos personajes en una misma ciudad, Estocolmo. La
ciudad se paraliza por un gigantesco atasco de tránsito producido por
manifestaciones de una secta que anuncia el fin del mundo a menos que se sacrifique a una virgen. Los autos dejan de tener sentido, como todo lo demás.
En el medio, sólo un personaje parece entenderlo todo: Thomas, "el hombre
sentado", un hombre que está internado en un loquero porque, según su
padre, "Se volvió loco por escribir poesía." (p. 70) Thomas parece
entenderlo todo: piensa que "cuando alguien decide callar más
escucha hablar a los otros, y cuando más escucha hablar a los otros menos
interés encuentra en volver a abrir la boca para algo distinto que comer o
lavarse los dientes." (p. 73) Un hombre que entiende que "Los que
hablan nunca escuchan a los que callan." (p. 74)
El libro, parece, es un homenaje a una película que
nunca veré. Los títulos de todos sus capítulos tienen el mismo formato del
título del libro: el artículo "el", el sustantivo "hombre"
y un adjetivo al final. Salvo uno. Son 41 casos de "El hombre..." y hacia
el final uno distinto. Viene "El hombre sordo", "El hombre
tozudo" y de pronto aparece "El muñeco ensayado". Después sigue
"El hombre experimentado" y "El hombre himnótico" y así
hasta el final. ¿Qué significa esto? ¿Qué sentido tiene? Es el capítulo donde
se produce el sacrificio. Pero el sacrificio no reintroduce orden en el mundo.
De hecho, a partir de allí la dislexia selectiva parece cada vez más
recurrente.
¿Por qué escribo este apunte de lectura, si me dije basta?
No entendí, quizás, que quizás sea mejor callar. Creo que sólo escribiendo
entiendo lo que leí, pero no sé si entendí mucho. El sentido de la dislexia, de
los nombres de los capítulos, del gran atasco de tránsito, de la locura del
poeta. La poesía, el paroxismo de la literatura, quizás sea la clave. El papá
del loco, el papá del único cuerdo, no deja de preguntarse por la poesía.
"Quizás la poesía era eso, pensó Kalle, un lugar donde las personas
distraídas metían los dedos. Ni ellos sabían bien cómo ni por qué, pero
quedaban marcados para siempre." (p. 113) "Quizás eso era un poeta,
pensó Kalle, alguien que entiende las palabras al punto de que ya no puede
reconocerlas ni repetirlas, alguien que llegó al centro del idioma y lo paga
con el más completo analfabetismo." (p. 140)
Los que metimos el dedo quedamos atascados. Y hasta cuando nos cuesta leer y escribir nos parece que no podemos dejar de leer y escribir. Quizás el loco es loco porque no se da por vencido; quizás los cuerdos somos locos porque seguimos intentando.
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