miércoles, 22 de junio de 2016

Brillante encierro



Dos hermanos rotos, Homer and Langley, uno ciego, el otro arruinado en la Primera Guerra Mundial, hijos de una importante familia de Nueva York, se van encerrando en la gran casa familiar en Quinta Avenida en esta sombría pero hermosa novela de E.L. Doctorow basada con licencias en hechos reales. (De Doctorow leí también The Book of Daniel.)
El hermano ciego, pianista, nos cuenta todo y, a través de este relato, nos cuenta medio siglo de Estados Unidos. Desde la mirada de este ciego y las opiniones cáusticas del hermano, dos representantes tardíos del siglo XIX, pasa la Primera Guerra Mundial que deja al hermano con problemas pulmonares víctima de un ataque con gas; la Gran Depresión ("nos distinguíamos, nosotros los hermanos quiero decir, por haber perdido una gran parte de nuestro dinero mucho antes del crack del mercado" - p. 62); el jazz traído por el hijo de la cocinera; la Segunda Guerra y el Holocausto (cuando se lo cuentan, dice Homer, "Yo no tenía duda de que lo que estaba diciendo era verdad, pero al mismo tiempo era tan impactante casi al punto de exigir que no fuera creído" - p. 93); Corea, Vietnam, los hippies, la llegada a la Luna y el rock ("músicos electrificados que se dan nombres existenciales y demandan grandes públicos de gente apenas menor que quieren ellos mismos salir y bombear sus pelvis y gritar y hacer vibrar su música ensordecedora a estadios repletos de idiotas" - p. 154).
Los hermanos comienzan su "abandono del mundo exterior" en parte porque "Ambos habíamos fracasado en nuestras relaciones con mujeres" (p. 76) Viven una vida cada vez más centrada en su casa, "como si nuestra casa no fuera nuestra casa sino un camino en el que Langley y yo estuviéramos viajando como peregrinos" (p. 112), pero viajando a ningún lado más que a la muerte. Como señala Homer, el narrador, al volver del entierro de la vieja mucama de la casa: "Sólo podía pensar en lo fácil que se muere la gente. Y después estaba este sentimiento que a uno le agarra en un trayecto al cementerio detrás de un cuerpo en un cajón - una impaciencia con los muertos, el deseo de estar de vuelta en casa donde uno podía seguir con la ilusión de que la condición permanente no es la muerte sino la vida diaria." (p. 67)
Abandonan cada vez más el mundo exterior intentando esconder su locura detrás de una filosofía: "Autosuficiencia, dijo Langley, citando al gran filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson. No necesitamos ayuda de nadie. Seguiremos nuestros propios consejos. Y nos defenderemos a nosotros mismos." (p. 127) Pero al final, ese camino termina en la impotencia: "la decadencia de una Casa, la Caída de una familia respetable, la vergüenza de toda esa historia por el hecho de que llevó hasta nosotros." (p. 177) Y aunque son seres humanos ciertamente particulares, llevan una carga que sin duda no es única: "Hay momentos en los que no puedo soportar esta conciencia implacable. Sólo se conoce a sí misma. Las imágenes de las cosas no son las cosas en sí mismas." (p. 207)
Más allá del permanente tono sombrío, de la tristeza cada vez mayor, Doctorow construye una voz notable. La prosa de Homer, un ciego escribiendo en una Smith-Corona con teclado Braille en esa casa cada vez más oscura y más llena de objetos que el hermano acumuló durante décadas, no pierde nunca la brillantez del siglo XIX y la curiosidad de un niño más allá de los 60 o los 70 años. En esa voz, en ese estilo sostenido, impotente y cálido y sombrío y brillante y humano, está toda la novela. 

Originales de las citas usadas
"we were distinguished, we two brothers I mean, in having lost a good deal of our money well before the market crash". (p. 62)
"I had no doubt that what he was saying was true, but it was at the same time so shocking as almost to demand not to be believed." (p. 93)
"It's electrified musicians who give themselves existential names and command huge audiences of slightly younger people who want themselves to go out and pump their pelvis and scream and twang their earsplitting music to stadiums full of idiots." (p. 154)
"this time marked the beginning of our abandonment of the outer world", in part because "Both of us had failed in our relations with women". (p. 76)
"as if our house were not our house but a road on which Langley and I were traveling like pilgrims." (p. 112)
"I could only think of how easily people die. And then there was that feeling one gets in a ride to a cemetery trailing a body in a coffin - an impatience with the dead, a longing to be back home where one could get on with the illusion that not death but daily life is the permanent condition." (p. 67)
"Self reliance, Langley said, quoting the great American philosopher Ralph Waldo Emerson. We don't need help from anyone. We will keep our own counsel. And defend ourselves." (p. 127)
"the decline of a House, the Fall of a reputable family, the shame of all that history in that it had led to us". (p. 177)
"There are moments when I cannot bear this unremitting consciousness. It knows only itself. The images of things are not the things in themselves." 207

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