Leí Los peligros de
fumar en la cama, de Mariana Enríquez, y disfruté de su forma más que de su
contenido. Son doce cuentos bien construidos y me gusta el sonido de Enríquez,
pero la temática no es la que a mí me gusta.
En los cuentos
sobresale lo sobrenatural, lo inexplicable y sobre todo el miedo, el horror. Lo
que se dice de una familia en uno de los cuentos vale quizás para personajes de
todos los cuentos: “Tenían miedo. Siempre tenían miedo.” (p. 55) En los cuentos
hay suicidios, mutilaciones, flagelaciones, gente que se hace daño, casos
psiquiátricos, obsesiones, pero sobre todo gente con miedo, incluyendo fóbicos
que no pueden salir a la calle y gente que se refugia en soledad. (La soledad
es un tema recurrente, también, hasta en la sexualidad, con dos o tres cuentos
que enfocan sobre mujeres que se masturban furiosamente, con o sin la
interacción de hechos supuestamente sobrenaturales).
También hay
asquerosidades: gente que caga en la calle, vómitos, gente que come a gente
muerta, fetiches con la enfermedad. Todo esto en medio del mundo normal de la
clase media del área metropolitana de Buenos Aires, como a la señora a quien
“los demás la trataban con deferencia porque mamá era kinesióloga, pero todos
pensaban que era médica, y la llamaban doctora.” (p. 43) O ese padre que le
dice a su esposa: “¡Que tu vieja deje de contarle pelotudeces a la nena” ¡No
quiero que le llene la cabeza, ignorante supersticiosa de mierda!” (p. 59) (¿La
superstición es cosa de mujeres?)
Ese contraste entre
esa clase media típica y lo inexplicable o monstruoso es sin duda interesante.
Y, de nuevo, en general es una prosa que nos va llevando desde su simplicidad y
frialdad. Pero no es la temática que más me interesa a mí.
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