lunes, 20 de abril de 2020

Milongas de cuchilleros



Leí Para las seis cuerdas, un conjunto de milongas que Borges pide que leamos imaginando “un hombre que canturrea, en el umbral de su zaguán o en un almacén, acompañándose con la guitarra.” (p. 353) No es mucho pedir, nos quiere decir Borges; después de todo: “Toda lectura implica una colaboración y casi una complicidad.” (p. 353, prólogo)
Disfruté mucho las milongas, que terminé de leer un sábado de cuarentena con los últimos rayos de sol que le llegan oblicuamente en otoño a mi jardín suburbano. Y mientras las leía iba anotando cosas que se repetían: la presencia de la muerte, de cuchillos, de caudillos o cuchilleros y de barrios porteños.
Todas las milongas tienen alguna referencia a la muerte, y muchas relatan una muerte específica: la de un cuchillero, caudillo o compradito de algún barrio porteño. Un ejemplo es la “Milonga de Abornoz”: “Un acero entró en el pecho, / ni se le movió la cara; / Alejo Albornoz murió / como si no le importara.” (p. 373) Otro en la Milonga de Manuel Flores: “Manuel Flores va a morir. / Eso es moneda corriente; / morir es una costumbre / que sabe tener la gente”. (p. 374) Otra, “¿Dónde se habrán ido” es más una reflexión sobre la muerte y la memoria: “El ruin será generoso / y el flojo será valiente: / No hay cosa como la muerte / para mejorar la gente”. (p. 357)
En las once milongas hay referencia a la muerte; en seis de las once referencias a un cuchillo (en dos o tres hay balazos); y en seis hay referencias a barrios concretos (Retiro, Balvanera, Triunvirato, Palermo y Maldonado). Quizás el mejor resumen para este librito sea esta estrofa, de la Milonga para los orientales (p. 370):

“Como los tientos de un lazo
se entrevera nuestra historia,
esa historia de a caballo
que huele a sangre y a gloria”.

Estas milongas son como los tientos de un lazo que se entreveran para contar la historia de cuchilleros porteños.




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