Leí The Heart
in Winter, de Kevin Barry, novela de amor trágica y bella sobre el destino,
ambientada en el duro Oeste norteamericano a fines del siglo XIX.
La novela
relata un amor prohibido entre un drogón, Tom Rourke, y Polly Gillespie, una
mujer de pasado oscuro (tanto que en un momento se dice a sí misma “Llevé a otro
más por el mal camino, oh Jesús, ¿no podés ayudarlo ahora?” (p. 179). La novela
se ambienta alrededor de Butte, Montana, una tierra de mineros llena de
irlandeses recién llegados que extrañan la patria: “Invierno en Butte. Ciudad
de putas e infecciones pulmonares. Se huele la pleuresía y los pulmones
podridos a una milla” (p. 119). Allí, Tom Rourke ayuda a otros a conseguir
mujeres para casarse, escribiendo cartas como un Cyrano del Oeste. Pero cuando
llega Polly a Butte para casarse con un minero ella pasa antes por el estudio
de fotografía donde trabaja Tom y el flechazo es instantáneo. Desde entonces
Tom y Polly buscarán escaparse a California y serán perseguidos. Polly se va
con él a pesar de que bien pronto le dice: “¿Pero, che, Tom? Esto no se parece
mucho a un plan” (p. 62).
El libro
tiene una música hermosa y distinta. Barry describe y adjetiva con gran originalidad;
por ejemplo, en una misma escena, Tom sala los huevos “sin ambigüedad” antes de
que estos le sienten “controversialmente” (p. 22/23), y poco después “la mañana
estaba iluminada de forma pronunciada bajo un cielo abierto vasto y blanco-migraña”
(p. 30). (La adjetivación es tan original que no es difícil pensar en Borges y
sus íntimos cuchillos; no extraña, así, que un personaje menor hacia el final
del libro de haya casado con un argentino de apellido Borges. Tema de tesis:
impacto de Borges en la literatura en inglés). Pero sobre todo la música, la música
del lenguaje, que existe en todo idioma y todo acento, pero más en irlandeses,
claro. En un momento Polly y Tom son casados por un improbable reverendo: “Sus
votos fueron sencillos y simples e improvisados allí mismo parados sobre los
besos y suspiros del fuego. El Reverendo les juntó las manos y se juraron el
uno al otro por siempre hasta la muerte y más allá de ella porque así era nomás
cómo sentía el uno al otro” (p. 93). Por otro lado, esa última oración es otro
ejemplo de la gran economía de Barry con las comas: no es que escriba sin
comas, pero todas las que pueden omitirse parecen omitidas (y un poco más
también).
Nota aparte: un personaje hermoso del libro es
la yegua palomina que Tom se roba para escapar con Polly. “Una cierta cantidad
de connivencia finalmente logró persuadir al caballo de ir con el chico al
establo. Mientras era llevada, ella giró la cabeza para mirar oscuramente,
traicionada, a los amantes”, p. 149.
Sigo. Hay, finalmente, una reflexión sobre el destino. Al principio, Tom parece sentir que no había esperanza en Butte (“Todo lo que quería de la vida era silencio y calma. No había esperanza de ninguna de ellas en este lugar”, p. 10); y estaba perdiendo la esperanza de ser salvado por el amor: “En una época tenía una creencia fanática de que el amor lo salvaría, pero ahora tenía sus dudas” (p. 12). Pero después todo cambió: “Fue en ese momento que su corazón se dio vuelta” (p. 33). Claro, no cambió como él esperaba. Avanzada la novela, Tom entabla un diálogo con otro viajero: “Pensás que las cosas están dirigidas, ¿no, querido? ¿Cómo es eso? Quiero decir por manos inadivinables. Supongo que sí creo eso. Sí lo creo. Bueno he sido dirigido acá para decirte que eso mismo es un engaño de la mente. Ya lo creo” (p. 192). Y bien al final, ella reflexiona: “El pasado no está fijo ni es cierto y por lo menos aprendió esto si aprendió algo. El pasado cambia todo el tiempo cada minuto mientras sigas respirando y cómo mierda se supone que uno pueda encontrarle sentido a todo esto” (p. 242). De atrás para adelante y de adelante para atrás, a veces el sentido se escapa; quizás haya que seguir este consejo: "Acordate siempre que sólo estamos marcando el tiempo hasta que llegue la dulce muerte, y no hay duda que viene para cada uno de nosotros" (p. 174).
Originales de las citas
“I have led another one astray, oh Jesus, won’t you please help him out now?” (p. 179)
“Winter in Butte. Town of whores and chest infections. Smell the pleurisy and the rotting lungs of it from a mile off. It was a rum old bugger of a place to be laid up in.” (p. 118)
“But hey Tom? I got to say it now. This ain’t got the makins of a plan.” (p. 62)
“Their vows were plain and simple and improvised on the spot as they stood above the licks and whispers of the fire. The Reverend joined them at the hands and they swore each to the other forever until death and even beyond it because that was just how they felt about one another.” (p. 93)
“An amount of connivance at length persuaded the horse to go with the boy to livery. As she was led away, she looked back to the lovers darkly, betrayed.” (p. 149)
“All he wanted from life was quiet and stillness. There was hope of neither in this place.” (p. 10)
“Once he had a zealot belief that love would save him but now he had doubts. He didn’t even know of her existence yet”. (p. 12)
“It was at this moment that his heart turned.” (p. 33)
“You think things are directed, don’t you, son? How’d you mean? I mean by hands unguessable. I suppose I do believe that. Yes I do. Well I been directed here to tell you that that right there is an insane delusion of the mind. I hear you.” (p. 192)
“The past is not fixed and it is not certain and this much she has learned if nothin else. The past it changes all the while every minute you’re still breathing and how in fuck are you supposed to make sense of it all.” (p. 243)
"Remember always that we’re only markin time until sweet death comes, and it’s surely comin for us all." (p. 174)
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