viernes, 2 de mayo de 2025

Tierra violenta

 


Leí Ladrilleros, novela de Selva Almada publicada en 2013 y que disfruté mucho. Ladrilleros relata el enfrentamiento de dos familias, los Tamai y los Miranda, en algún lugar del Chaco (¿sólo por eso me hizo acordar a Bajo este sol tremendo de Carlos Busqued?).  Primero los padres, Oscar Tamai y Elvio Miranda; después los hijos, Pájaro Tamai y Marciano Miranda.

En un lugar violento donde sacrifican a un perro ahorcándolo, donde el calor oprime y los humanos son más animales que sociales:

“Llegaron a un grupito de árboles y Tamai la apoyó contra el tronco de uno. Sintió la corteza áspera raspándole la espalda que el solero le dejaba desnuda. En un puño mantuvo agarrada la bombacha y al otro se lo mordió para no gritar cuando lo tuvo todo adentro al novio.

Cuando terminó, se arregló la ropa, aturdida. Él, jadeando, se recostó contra el árbol y prendió un cigarrillo, luego la atrajo con un brazo y le besó la frente.

– De parados no preña –le susurró.”

Almada te lleva así, directo. Como cuando Celina conoce a Oscar, y “el corazón se le paraba adentro del pecho. Fue apenas un instante porque cuando el hombre comenzó a caminar hacia ella, haciendo sonar los tacos de sus botas sobre los mosaicos del piso, empezó a latir desaforado. Tamtam las botas; tamtam el corazón.” (p. 30) Sólo en algunos momentos tuve algunos problemas con la puntuación, porque soy medio molesto con eso, o con algunas palabras que me sacaban del registro del lugar. Y te lleva contando quizás dos décadas de historia en doscientas páginas cortas, yendo y volviendo en el tiempo, empezando en el presente para terminar en el mismo lugar, en una novela que tiene algo de Montescos y Capuletos y de un amor imposible y muertes también, con cuchillos, claro: “Los filos hambrientos buscaron la carne enemiga”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario