Volví a ir a la misma librería en la Banda
Oriental donde compré cosas hermosas y después cosas rotas y había una mesa de
libros usados y ahí estaba Wildlife, una novela de Richard Ford que no
conocía.
A Richard Ford lo amamos con devoción por Canada,
por la tetralogía de Frank Bascombe (The Sportswriter, Independence Day, The Lay of the Land y Sorry For your Trouble); y, como
si fuera poco, porque me contó @florgue que, en persona, en una firma de ejemplares,
resultó un tipo afectivo y cercano, como sus personajes.
Apenas vi el ejemplar en la mesa supe que
lo compraría, pero igual, como con cualquier otro libro, lo abrí y leí la
primera línea. (Hace poco hice eso con una novela reciente que despertó polémica,
Cometierra, que estaba en mi mesa de luz porque lo había leído mi señora
esposa, a quien le gustó, y me bastó el primer párrafo para saber que a mí no
me gustaría). En cambio, la primera oración de Wildlife decía: “En el
otoño de 1960, cuando tenía dieciséis y mi padre por un tiempo no estaba
trabajando, mi madre conoció a un hombre llamado Warren Miller y se enamoró de
él.” (p. 1). ¿Puede alguien leer esa primera línea y no querer seguir? Yo no.
La historia es más o menos la que supone
esa primera oración. Joe tenía 16, sus padres se acercaban a los 40; el padre se
quedó sin trabajo, la madre se enamoró de un tipo y Joe fue testigo de la
infidelidad de ella y del dolor de él. El estilo también está prefigurado en
esa oración. Esa historia, que ocurre en unos pocos días, aunque es narrada por
Joe unos cuantos años más tarde, es contada con esa precisión y sencillez. (Cuando
uno lee a alguien que escribe tan fácil y claro como Ford parece imposible que
alguien pueda costarle escribir. ¡Mirá lo fácil que es! Una palabra tras otra,
una oración tras otra, pocas comas, sujeto-predicado, y de pronto la historia
se contó sola).
El tema parece ser la familia. Y ya sabemos
que toda familia infeliz lo es a su manera, y que no hay tal cosa como una
familia feliz. En este caso, es un hijo único de padres no demasiado estables,
que trata de comprender quiénes son esos padres, de entender qué es lo que está
pasando. El padre intenta un poco calmar al hijo sobre la incertidumbre de la
vida; poco después de perder su trabajo y antes de enterarse de que su mujer estaba
enamorada de otro, le dice a Joe: “¿Sabés qué pasa (…) cuando precisamente lo
que menos querías que pasara te pasa? (…) No pasa absolutamente nada” (p. 16).
Con el tiempo, sin embargo, Jerry se deshilacha. En una escena de mucha
tensión, con los tres en el living, los padres hablan y Joe escucha: “’No sé qué
hace que la vida se quede pegada”, dijo él. No parecía tan enojado ahora, sólo
muy triste. Me dio pena. ‘Ya sé’, dijo mi madre. ‘Yo tampoco. Lo siento’.” (p.
141).
Tan deshilachado termina el padre que, sin
espoilear porque todos ustedes deberían leer Wildlife, en una de las últimas
escenas un tipo le dice al hijo: “’No elegís a tu viejo’ me dijo. Él estaba
sonriendo, su mano seguía sobre mi hombro, como si los dos supiéramos un
chiste. ‘El mío era un hijo de puta. Un terrible hijo de puta’.” (p. 170).
La madre, mientras tanto, le habla con excesiva
candidez sobre temas de la pareja y no parece hacer el menor esfuerzo por proteger
al hijo de la incertidumbre de la vida. De hecho, tampoco hace demasiado esfuerzo
por que su hijo no vea su relación con Warren Miller, y cuando descubre que él
la descubre, le pega dos cachetazos, de los fuertes, y termina diciéndole: “’Probablemente
te quieras ir, ¿no? Ahora, por lo menos’, dijo. ‘Adelante, así es como todo
siempre pasa. La gente hace cosas. No hay plan. ¿Qué sigue? ¿Quién sabe?’.” (p.
115).
Al final del día, la novela trata menos sobre
la familia como sobre la incertidumbre de la vida y la opacidad de cualquier
otra persona y quizás hasta de uno mismo. Esos días cambiaron a Joe y lo
pusieron en otro lugar, pero con el tiempo no termina de entender qué fue lo
que le pasó. “En los días siguientes, cuando mi madre se mudaba a los Helen Apartments
y luego a las corridas fuera de ahí y fuera de la ciudad, me preguntaba si en
algún momento yo volvería a ver al mundo como yo lo veía antes de eso,
cuando ni siquiera sabía que lo veía. O si uno se acostumbraba a dejar cosas, y
porque como eras chico las dejabas más rápido, o si de hecho nada de lo que
estaba pensando era importante en lo más mínimo, y las cosas se mantenían más o
menos igual a pesar de todos los cambios, así que cuando enfrentabas lo peor y
lo pasabas lo que encontrabas ahí era nada” (p. 174). Y cerrando, después de escribir
las 180 páginas, Joe sigue sin entender demasiado. Sabe lo que pasó, y “Sin
embargo Dios sabe que aún hay mucho que yo mismo, su único hijo, no puedo
realmente afirmar que entiendo.” (p. 177)
Otras citas que me gustaron
“And I thought to
myself that my father was not a stupid man, and that love was permanent, even
though sometimes it seemed to recede and leave no trace at all.” / “Y pensé para mí que mi padre no era un hombre tonto, y que el
amor era permanente, aun cuando a veces parecía retroceder y no dejar trazo
alguno” (p. 26).
“And I understood,
just as I sat there in the car with my mother, what I thought dangerous was: it
was a thing that did not seem able to hurt you, but quickly and deceivingly
would.” / “Y entendí, justo ahí sentado en el auto con
mi madre, qué pensaba que era lo peligroso: era una cosa que no parecía poder
dañarte, pero que rápida y engañosamente lo haría” (p. 50).
Originales de las citas usadas
“In the fall of 1960,
when I was sixteen and my father was for a time not working, my mother met a
man named Warren Miller and fell in love with him. This was in Great Falls,
Montana”. (p. 1)
“‘Do you know what
happens’, he said, ‘when the very thing you wanted least to happen happens to
you? (...) Nothing at all does”. (p. 16)
“’I don’t know what
makes life hold together at all’, he said. He did not seem as mad now, only
very unhappy. I felt sorry for him. ‘I know’, my mother said. ‘I don’t either.
I’m sorry’.” (p. 141)
“’You can’t choose who
your old man is’, he said to me. He was smiling, his hand still on my shoulder,
as if we knew a joke together. ‘Mine was a son of a bitch. A soapstone son of a
bitch’.” (p. 170)
“’You probably want to
leave, don’t you? Now, anyway’, she said. ‘Go ahead, that’s the way everything
always happens. People do things. There isn’t any plan. What’s next? Who
knows?” (p. 115)
“I wondered in the
days that followed, when my mother was moving to the Helen Apartments and then
out of there in a hurry, and out of town, if I would ever see the world as I
had seen it before then, when I did not even know I saw it. Or if you just
got used to parting with things, and because you were young you parted with
them faster, or if in fact none of that thinking was important at all, and
things stayed mostly the same in spite of small changes, so that when you faced
the worst and went past it what you found there was nothing.” (p. 174).
“Though God knows
there is still much to it that I myself, their only son, cannot fully claim to
understand.” (p. 177).