Termino El silenciero, de Antonio Di
Benedetto, el día que parto de viaje, solo, en busca de silencio. Tengo tres
hijas, así que el silencio es algo extraño, algo que extraño. El silenciero, el
personaje sin nombre del libro, se ve acosado por los ruidos de la vida
moderna: altavoces, talleres mecánicos, una feria, la pandillita del barrio. El
silenciero va buscando estrategias para evitar el ruido, incluyendo estrategias
geográficas (mudarse una y otra vez) y políticas (ayudar para aprobar una
ordenanza sobre ruidos) pero no logra solución. Ya sabemos la razón: su
problema es interno.
El silenciero está casi solo. Hay un
amigo y unos pocos familiares, y su lucha con el ruido lo va aislando cada vez
más hasta que el desenlace lo deja solo entre cientos de hombres. Todos los
ruidos indeseados le molestan: "la música, que es sonido, cuando es música
impuesta se convierte en ruido. (...) Sin mi adhesión o aceptación, la TV se me
vuelve ruidos con figuras." (p. 93)
Yo busco silencio. De unos meses de
yoga no recuerdo muchos ejercicios pero sí un mantra: "el sonido no
tiene sustancia". A pesar de ello no me involucré con el personaje ni
con el libro. Pienso que el libro me aburrió y me doy cuenta de que hace rato
que no me entusiasma un libro. Pienso que quizás el problema soy yo, que quizás
mi problema, como el del silenciero, es interno. Sólo un libro me gustó de los
últimos cinco que leí, y es entre ellos el único de cuentos, de Manuel Soriano. Ahí
parece estar la pauta. Quizás no pude encontrar suficiente silencio, interno o
externo, para sostener una novela. Dice de un nuevo ruido el silenciero
"No sé si me hace daño, pero sí sé que me obsesiona, sin herirme, que me
liga y me entorpece, como si sobre mi cuerpo se hubiera derramado una espesa y
adhesiva crema de turrón." (p. 64)
Termino el libro y escribo esto
mientras emprendo un viaje solitario. Esos viajes son siempre también viajes
hacia adentro. "Usted oye ruidos metafísicos", le dice el amigo al
silenciero hacia el final. ¿Qué son los ruidos metafísicos?, pregunta el silenciero.
"Los que le alteran el ser", responde el amigo. (p. 175) Viajo y
espero volver a encontrar la capacidad de leer, de ser lector.
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