lunes, 7 de abril de 2014

El Dios de la infancia


Conocí a Marcos Crotto en una reunión de trabajo unas horas antes de que presentara su opera prima, Sacramenta (Editorial Paradiso). Me regaló una copia y la tuve en la mesa de luz un tiempo, compartiendo espacio con Roth y Sylvia Molloy y Cervantes y Poe y Hornby. Un día le di una oportunidad y terminé leyéndolo todo en un par de días. 
Sacramenta es un muy lindo libro de cuentos entrelazados (uno de los cuales ganó el Premio Internacional de Cuentos Juan Rulfo). El entrelazamiento más obvio y el que le da el título al libro es que cada uno de los cuentos tiene un sacramento: bautismo, casamiento, ordenación. A través de ellos se repiten dos o tres temas. Uno es el encuentro entre lo urbano y lo rural. Otro es el cruce entre tradiciones familiares o condiciones sociales distintas; "Somos muy distintos, es la verdad. Mirá, para darte un ejemplo: en el bautismo le di un chori y el escribano le sacó el pan y le pidió a su mujer que le trajera un plato y unos cubiertos y lo comió con rodajas de tomate. No es fácil, Lagarto." (p. 46) Hay una desacralización de lo religioso, o una mirada casi ingenua, infantil, sobre la tradición católica, como cuando el futbolista confiesa, llorando, actos impuros y "el cura le dijo tranquilo hijo, es común a tu edad, rezá un Ave María y un Padrenuestro. ¿Sólo eso?, preguntó él. Bueno, mejor tres Ave Marías, dijo la voz, yo te absuelvo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo." (p. 28)
En este camino, hay imágenes bonitas; en un casamiento en el campo "El paisano salió del pescante y abrió la puerta. Primero bajó Alfredo, serio en su smoking; le quedaba corto de mangas y se le veían las medias. Después Micaela, enrollándose la cola del vestido en una mano." (p. 18) O la descripción de un cruce del Río de la Plata: "La proa cortaba el agua marrón y la popa ensanchaba la estela de agua, que cicatrizaba bien atrás, despacio. Vi a Buenos Aires achicarse." (p. 53) También momentos más poéticos: "Algunos caminaban lentamente, tomados de la mano de su pareja, agarrándose el sueño el uno al otro" (p. 14) o "la vida de los dos era puro ahora, como la de los árboles". (p. 33)
Más allá de los sacramentos y de los temas, los cuentos se entrelazan de una manera más profunda. Los personajes y las familias vuelven una y otra vez hasta que al final casi logra formarse una novela de iniciación típica. En esa reunión, cuando me dio el libro, Marcos me dijo que a pesar del título el libro no era un libro católico y tiene razón. Es más bien un Bildungsroman donde un paso clave es el momento en que el narrador deja de lado a la religión mientras otro personaje fundamental toma el camino opuesto. La historia quizás se cierra cuando el narrador entra ya como un hombre a la capilla de su antigua escuela y no encuentra allí nada más que pasado: "Estaba solo junto al Dios de mi infancia." (p. 102)

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