lunes, 11 de junio de 2018

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Open, las memorias que André Agassi escribió con J. R. Moehringer, es un libro fenomenal que me habían recomendado mil veces antes de ponerme a leerlo. Lo que me detenía era que no me interesa tanto el tenis, pero rápidamente te das cuenta de que eso no importa: el mismo narrador, uno de los mejores tenistas de la historia, admite una y otra vez que él odia el tenis.
Como no sé ni conozco mucho de tenis, pude hacer con este libro algo que uno no hace generalmente con libros de no ficción: creerle todo, leerlo como una novela sin que importe cuánta verdad contiene. En Twitter alguien me dijo que es incompleto y tiene medias verdades y puede ser. Pero leído como lo leí yo, todo suena verdadero; suena honesto, suena como la voz de un gran narrador de una Bildungsroman, una novela de cómo un chico se convirtió en hombre.
El caso de este chico tiene algunas rarezas, además de la obvia de que fue el mejor del mundo haciendo lo que hacía. La primera es justamente que crece haciendo algo que odia, obligado por un padre obsesionado en que alguno de sus hijos sea campeón de tenis. Uno de los grandes logros del libro es ese padre tipo Carver que construye a lo Carver: un padre al que vemos haciendo las cosas más tremendas porque el narrador las pone ahí, pero sin juzgarlas. Parte de la construcción de ese padre y de la sensación de verdad de todo el libro, me parece, está en el uso permanente de la primera persona del singular y en el presente. Una enorme decisión.
La segunda rareza es que este chico se convirtió en hombre bastante tarde (a los 29 años tras ganar el US Open de 1999 dice que “Es la primera vez que sentí, o que me animé a decir en voz alta, que soy un adulto.” - p. 322) aunque desde muy temprano, a los 16, hacía cosas de adulto (era profesional) y era juzgado como tal. Lo peor del libro, me parece, es cuando parece querer explicar o justificar al Agassi rebelde de los comienzos de su carrera; quizás ahí se pone demasiado explícito: “Dicen que quiero llamar la atención. En verdad (...) estoy tratando de ocultarme. Dicen que estoy tratando de cambiar el deporte. En verdad estoy tratando de que el deporte no me cambie a mí. Dicen que soy un rebelde, pero no me interesa ser un rebelde, sólo estoy llevando adelante una típica rebelión adolescente del montón.” (p. 115)
La tercera rareza es que su convertirse en grande es entender que lo que hace sólo tiene sentido si lo hace con y para otros, lo cual es bastante común a nivel libro de autoayuda pero paradójico cuando se trata de un jugador del que es quizás el más individual de todos los deportes individuales. La compración es con el boxeo: “el tenis es boxeo. (...) es pugilismo de no contacto. Es violento, mano a mano, y la alternativa es tan brutalmente simple como en un ring. Matar o ser matado.” (p. 214) Agassi busca salirse de ese dilema individual y crear un equipo. Cuando es chico y su padre lo obliga a jugar y apuesta dinero en sus victorias, quiere jugar al fútbol, un deporte en equipo, porque ahí “El destino de mi padre, de mi familia, del planeta tierra, no descansa sobre mis hombros.” (p. 56) A lo largo de su carrera va armando su equipo (su hermano, amigos, entrenadores, coaches, esposas). Juega mejor en la Davis que individual y se emociona como pocas veces al ganar el oro en Atlanta en 1994 (“Empieza a sonar el himno. Mi corazón se agranda, y no tiene nada que ver con el tenis, o conmigo, y por eso excede todas las expectativas.” - p. 238)
Agassi se hace hombre cuando encuentra una razón para hacer eso que hace, una razón más allá de que no puede hacer otra cosa porque su padre lo rompió. Se hace grande cuando se abre, de ahí el título, jugando con lo de campeonatos abiertos, a la emoción. (Ahí resulta excelente el epígrafe de Van Gogh que utiliza, y en este tema de lo abierto sí hay sutileza.) Desde 1999, después de estar en un pozo, de su separación de Brooke Shields y de las drogas, Agassi encuentra en su fundación una misión: “Quiero ganar, estoy loco por ganar (...) No se trata de mi vuelta, se trata de mi equipo. Mi nuevo equipo, mi verdadero equipo. Estoy jugando para tener más plata y más visibilidad para mi colegio. Después de todo estos años tengo lo que siempre quise, algo para lo cual jugar que sea más que por mí mismo pero que igual esté muy conectado conmigo.” (p. 267)
La última rareza o paradoja, si se quiere, es que lo que lo convierte en un hombre lo destruye físicamente. La descripción de los dolores y el deterioro físico producto de la alta competencia, sobre todo en el comienzo y final del libro, que relatan su último gran partido, es fenomenal. Es, también, una buena advertencia a cualquier padre que busque crear algo como lo que creó el padre de Agassi. Algo que el propio Agassi parece entender, a pesar de casarse con otra tenista. “Soy primero un padre, un jugador de tenis después, y esa evolución ocurre sin que me de cuenta” (p. 341) dice por allí, en el acto final de admisión de adultez.

Post scriptum para amantes del tenis
Es incomprensible que amantes del tenis que lean no hayan leído este libro. Como prueba simplemente paso un listado de algunos de los jugadores contra los que jugó Agassi que aparecen en el libro, en orden de aparición. John McEnroe. Michael Chang. Pat Cash. Ivan Lendl. Guillermo Pérez Roldán. Martín Jaite. Pete Sampras. Alberto Mancini. Jim Courier. Jonas Svensson. Andrés Gómez. Boris Becker. Goran Ivanisevic. Patrick Rafter. Richard Krajicek. Thomas Muster. Todd Martin. Guy Forget. Wayne Ferreira. Michael Stich. Kafelnikov. Stefan Edberg. Alex Corretja. Petr Korda. Gastón Etlis. Jonas Bjorkman. Karol Kucera. Andrea Gaudenzi. Sergi Bruguera. Greg Rusedski. Vince Spadea. Alberto Berasategui. Jan-Michael Gambill. Marat Safin. Tommy Haas. Dominik Hrbaty. Franco Squillari. Arnaud Clément. Chris Woodruff. Carlos Moyá. Marcelo Filippini. Andrei Medvedev. Mariano Puerta. Sébastien Grosjean. Andy Roddick. Roger Federer. Paul Henri Mathieu. Juan Carlos Ferrero.Max Mirnyi. Lleyton Hewitt. Jiri Novak. Rainer Schuetler. Jürgen Meltzer. Guillermo Coria. Mark Philippoussis. Marat Safin. Jarko Nieminen. Rafael Nadal. Ivo Karlovic. Thomas Berdych. Xavier Malisse. James Blake. Robby Ginepri. Andreas Seppi. Andrei Pavel. Marcos Baghdatis.

Originales de las citas usadas
“It’s the first time I've felt, or dared say out loud, that I’m a grown-up.” (p. 322)
“They say I’m trying to stand out. In fact (...) I’m trying to hide. They say I’m trying to change the game. In fact I’m trying to prevent the game from changing me. They call me a rebel, but I have no interest in being a rebel, I’m only conducting an everyday, run-of-the-mill teenage rebellion.” (p. 115)
“tennis is boxing. (...) tennis is noncontact pugilism. It’s violent, mano a mano, and the choice is as brutally simple as it is in any ring. Kill or get killed.” (p. 214)
“The fate of my father, of my family, of planet earth, doesn’t rest on my shoulders.” (p. 56)
“A man drapes the gold medal around my neck. The national anthem starts. I feel my heart swell, and it has nothing to do with tennis, or me, and thus it exceeds all expectations.” (p. 238)
“I want to win, I’m crazy to win. (...) It’s not about my comeback, it’s about my team. My new team, my real team. I’m playing to raise money and visibility for my school. After all these years I’ve got what I always wanted, something to play for that’s larger than myself and yet still closely connected to me.” (p. 267)
“I’m a father first, a tennis player second, and this evolution happens without my being aware.” (p. 341)

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