Hace más de un año invité a un grupo de amigos a comer un asado a casa y uno de ellos, periodista
americano, apareció con un libro de regalo en vez de la proverbial botella de vino.
Era On Speaking Well, de Peggy
Noonan, que fue speechwriter para Ronald Reagan, entre otros.
On
Speaking Well es
algo así como un manual del escritor de discurso, tanto para el que alguna vez
tiene que dar un discurso como para el que escribe para otros. Era un gran
regalo: después de todo, en ese momento yo me estaba dedicando a eso. A pesar
de ello, tardé como dos años en ponerme a leerlo, supongo que porque tenía la
sospecha de que muchos de los consejos estarían reñidos con los lineamientos de
comunicación de mi trabajo de entonces.
No estaba tan
equivocado. Creo que el libro tiene muy buenos consejos y a partir de él se
puede construir algo así como un checklist del discurso. Primero hay que
definir el objetivo del discurso: a quién le estamos hablando y qué queremos
que se lleven, qué queremos que hagan con eso que les decimos. Segundo, tené lo
más claro posible quiénes son esas personas que te están escuchando. Después
definí con precisión el tema; idealmente, bajalo a un titular de diario.
Escribí lo que vas a decir desde una premisa clave: lo más importante es el
contenido (“Lo más movilizante de un discurso es siempre su lógica.” - p. 62);
necesitás un argumento sólido, dicho de una manera simple y auténtica, tiene
que sonar a vos mismo (o a quien lo vaya a pronunciar). Una vez que lo tenés
escrito hay que leerlo en voz alta y “si te trabás, cambiá” (p. 35) y practicar
porque eso le da fluidez. Y antes de salir a la cancha hay que tener en cuenta
que todo discurso puede ser importante (porque para un político puede haber
prensa, por ejemplo, y para un amateur un cliente) pero también que ningún
discurso es de vida o muerte.
La gran duda es si
el argumento es hoy tan importante. Noonan insiste en esto todo el tiempo: “si
no hay substancia, el estilo muere” (p. 78), “no hay discurso grande si no hay
una política grande de la cual hablar.” (p. 76) ¿Vale eso hoy con la
centralidad de la imagen y la insistencia en transmitir emociones más que
argumentos? Imagino que algunos dirán que sí y otros que no. Yo creo que
depende a quién le estés hablando. Pero en todo caso, hablar, esa vieja
tecnología, sigue teniendo alguna importancia: “la más antigua forma de
comunicación: la capacidad de pararse en frente de otros y decirles lo que
pensás”. (p. x) Y para muchos públicos, el contenido sigue siendo central.
Originales de las
citas usadas
“The most moving thing in a speech is always the
logic.” p. 62
“Where you falter, alter.” p. 35
“where there is no substance, the style will perish.”
p. 78
“No speech is big without big policy to talk about.”
p. 76
“the oldest form of communication: the ability to
stand and say what you think in front of others.” p. x
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