lunes, 25 de febrero de 2019

Amor libre



Leí los Pornosonetos de Pedro Mairal, una compilación de sonetos que fue publicando en distintos lugares bajo el seudónimo Ramón Paz, y que tienen en su gran mayoría, y como el título lo indica, una temática sexual. 
El libro me pareció maravilloso. A mi amiga M.P. no le gustó: ¿será un guy thing?, me preguntó, y a mí me parece que no. Es verdad que unos cuantos de los sonetos pueden parecer de joven adolescente obnubilado por el sexo; son los más explícitamente pornográficos, los que se limitan al acto y a su descripción más cruda. Limitarse a eso, sin embargo, me parece un error; hay mucho más en los Pornosonetos que pornografía, y ese es uno de los dos comentarios que tengo sobre el libro: el de la gran diversidad de temas que se rozan en estos poemas sobre lo sexual. Hay en esta colección poemas sobre novias, amantes y encuentros ocasionales; sobre el amor perdido, el amor correspondido y el amor apenas imaginado; recuerdos que ya no se comprenden y melancolía por lo perdido, extrañeza por el paso del tiempo, meditación sobre el envejecimiento (después de un encuentro en la ducha “ya no somos los mismos amor mío” - p. 24; “ya no estoy para el garching en el piso” - p. 113); descripciones de chanchadas puras y calentura y momentos de enorme ternura; hay una preocupación por la vida y por la muerte (“no hablés tanto de muerte pará un poco” - p. 111); desde lo más concreto y literal hasta poemas surreales (como uno donde un tal Ricardo se muda al culo de una morocha de por vida - p. 62). Hay mucho más que sexo en el sexo. (¿La relación sexual no existe, decía Lacan?)
El segundo gran comentario que tenía es sobre la libertad. En la contratapa Mairal dice que su seudónimo / alter ego Ramón Paz tiene más libertad que él. Quizás lo más llamativo del libro es cómo se puede escribir tan libremente en el formato tan encorsetado del soneto. Quizás lo más llamativo del sexo es cómo se lo puede ejercer tan libremente en el formato tan encorsetado de la animalidad del humano. En más de un lugar Mairal juega con esa rareza del humano como un animal que tiene sexo como parte de la evolución (“cadena de polvos que nos trajo / desde el fondo del tiempo” - p. 86), como animales (“no paran como bestias zoofornican” - p. 35) pero de maneras que los animales no hacen y con esta cosa tan  humana y poco animal como el amor: “me entrego a la ignorancia enamorado / de este raro animal que duerme al lado” (p. 84). Esta libertad dentro del encorsetamiento del soneto se ve, además, en rimas insólitas; para nombrar un par, “beautiful garchada” con “bandera idolatrada” (p. 44) y “ano” con “presbiteriano” (p. 105).
Los Pornosonetos me resultaron divertidos; me reí muchas veces con imágenes o rimas o situaciones que quizás, sí, resultan más graciosas a una mirada masculina; pero hay mucho más que eso allí. Hay una reflexión sobre la vida, eso que se genera de esa manera, sobre la muerte, sobre el amor y sobre el lenguaje.

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