jueves, 5 de mayo de 2011

Libertad de prensa y mayorías

Ayer se hizo pública la carta que el Secretario de Comunicación Pública Juan Manual Abal Medina, quien fuera también mi primer profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, entregó a la SIP en ocasión de su nueva visita al país. La carta tiene lo que uno esperaría: se compara la vigencia de la libertad de prensa con 1978, ante lo cual es evidente que estamos bastante mejor, y se presenta a la lucha contra Clarín como la gran cruzada nacional y popular (obviando hacer referencia, por supuesto, a detalles como la aprobación de la fusión entre Multicanal y Cablevisión otorgada durante la presidencia de Néstor Kirchner).
Más allá del fondo de la cuestión que da para una discusión más larga de la que puedo hacer en este momento, y de lo que algo he dicho acá , acá, acá y acá, me llamó la atención de la carta de Abal Medina su insistencia en hablar de las mayorías. Dice:

“queremos defender la libertad de expresión como garantía de participación en el debate público de las mayorías –a quienes representamos como autoridad democráticamente elegida-.”
“Nada más alejado de la oscura persecución de una administración contra víctimas indefensas que esa ley, fruto del trabajo colectivo, alumbrada a plena luz del día, en el recinto que representa la voluntad de las mayorías populares.”
Clarín “ha decidido sostener su poder en el mercado de la comunicación colocando sus intereses corporativos por encima de las leyes de la República y de los derechos de las mayorías.”
“No se trata sólo de limitar sino fundamentalmente de propiciar y promover nuevos actores en el ámbito de la comunicación y de garantizar la libertad de expresión para las mayorías”.
Más allá del ruido que me genera que las mayorías sean aparentemente tan tontas (consumiendo mayoritariamente medios de la corporación mayoritaria), este gobierno me preocupa más cuanto más habla de defender los derechos de las mayorías (aviso a quienes me quieran acusar de gorila: éste es el momengo); cuando dice, como acá, yo soy el elegido por las mayorías y voy a hacer lo necesario para defender sus intereses.
En el famoso prólogo a Granja Animal Rebelión en la Granja, Orwell decía: “En cualquier momento determinado hay una ortodoxia, un cuerpo de ideas que se da por sentado que todas las personas bien pensantes van a aceptar sin cuestionar. (…) Cualquiera que desafíe la ortodoxia prevaleciente se encuentra silenciado con sorprendente efectividad. (…) Intercambiar una ortodoxia por otra no es necesariamente un avance. El enemigo es la mente de gramófono, más allá de si uno está de acuerdo o no con el disco que esté sonando en el momento.” Por eso, cuando un gobierno insiste en los derechos de las mayorías, temo por los pensamientos de las minorías.

3 comentarios:

  1. como se llamaba la falacia de fortalecer el argumento propio adjudicando una cause superior como la de las mayorías? las mayorías están compuestas por individualidades. desconocer eso es desconocer la libertad y la dignidad de las personas de elegir. hablar de las mayorías como un todo indivisible es no respetar a las personas, es creer en un país donde unos pocos piensan para que todos acompañen, es un modelo de país tonto. digan lo que quieran quienes apoyan a este gobierno, critiquen a quienes defienden la libertad, critiquen, destruyan, roben, maltraten, abusen de sus posiciones de poder. No se dan cuenta que al destruir la República solo garantizan que habrá un tirano en el poder. Hoy ustedes, mañana otros. Sus hijos y nietos serán víctimas de el modelo arbitrario que ustedes instalan día a día.

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  2. El término mayoría, por ilógico que suene, no me remite a libertad de expresión. Y aunque esta esté en directa relación con la democracia, tiene un costado un tanto opresor, marginador, discriminador (en el sentido de distinguir o separar).
    Acá funciona a la perfección la teoría de la espiral del silencio de Noelle-Neumann. "El fenómeno es calificado de espiral de silencio porque la lógica de fondo que se sostiene es que cuanto más se difunde la versión dominante por los medios, más guardarán silencio las voces individuales contrarias, con lo que se produce un proceso en espiral."
    "Dado que las personas gustan también de ser populares y aceptadas, se expresan de acuerdo con las opiniones y comportamientos mayoritarios. Sin embargo, hay dos tipos de opiniones y actitudes: las estáticas, concernientes a las costumbres, por ejemplo, y las cambiantes. Con respecto a las primeras, el individuo puede optar por definirse de acuerdo con ellas o, por el contrario, permanecer aislado. Con respecto a las opiniones cambiantes, el individuo debe observar con atención en qué dirección se produce el cambio. Los individuos que entiende que el cambio se produce en la misma dirección que sus propias opiniones personales, las expondrán en público, pero, al contrario, si el cambio se produce en oposición a las suyas tenderá a ser más cauto al exponerlas en presencia de otras personas"
    Así, en momentos, de los dos lados (K y no K) "las mayorías" oprimen y ocultan las opiniones de los que se desviaron de lo mayoritariamente aceptado, tildándolos de Gorilas, Oligarcas, Terratenientes; o de mentirosos, dictadores, tiranos, del otro lado. No veo que de ningún lado se entienda la mayoría como una masa respetable, hasta mirando desde el medio podría pensar que existen dos mayorías, que se reprimen por igual de los dos lados. (Quién/quiénes hacen el mayor daño es tema aparte y es bastante subjetivo a esta altura)
    Me parece.

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  3. Gracias Anónimo y Anita. El gran peligro de la democracia, para de Tocqueville, es el "despotismo mayoritario". En 2011 voy a releer: "Sobre la libertad" (Stuart Mille), "Reflexiones sobre la revoluvión en Francia" (Burke) y "La democracia en América" (de Tocqueville). Hoy arranco con Mill.

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