Así estoy. Paso
de la masculinidad total de McCarthy a Sylvia Plath y The Bell Jar, la historia de cómo una chica de 19, Esther
Greenwood, se desarma psicológicamente ante las perspectivas de una adultez en
que el mandato parece ser el de someterse a un hombre.
A Esther se le
termina una etapa sencilla donde el camino estaba pautado, teme someterse a un
hombre (laboral y sexualmente) y, sobre todo, tiene pánico a la maternidad. "Sentía
ahora que las incómodas sospechas que tenía sobre mí misma se estaban
convirtiendo en realidad, y que no podría ocultar la verdad por mucho más
tiempo. Después de diecinueve años de correr detrás de buenas notas y premios y
becas de uno u otro tipo, estaba aflojando, yendo más lento, cayéndome sin más
de la carrera." (p. 29) No sólo había llegado al final del mapa, sino que
ahora tenía que buscar su propia moralidad. Ni podía seguir el mandato ni hacer
directamente lo prohibido: "me preguntaba por qué no podía ir a fondo con lo
que debía hacer. Esto me hacía sentir triste y cansada. Y después me preguntaba
por qué no podía ir a fondo con lo que no debía hacer (...) y eso me hacía
sentir aún más triste y más cansada." (p. 30)
Sobre todo, Esther
no quiere someterse a un hombre y eso parecía ser el destino de cualquier mujer:
"odiaba la idea de servir a un hombre en cualquier manera." (p. 76)
Lo mismo ocurre sexualmente: "'Lo que odio es la idea de estar debajo del
pulgar de un hombre', le había dicho a la Doctora Nolan. 'Un hombre no tiene
una sola preocupación en la vida, mientras que yo tengo a un bebé colgando
sobre mi cabeza como un gran palo, para mantenerme a raya'." (p. 221) El
horror a la maternidad, que se le impone, es total. "Los niños me daban
nauseas", dice en otro momento en un característico párrafo de una
oración. Quizás quien mejor lo expresa es un novio de Esther y estudiante de
medicina; viendo un parto junto a ella le dice "No deberías ver esto (...)
Nunca querrás tener un bebé si lo vieras. No deberían dejar que las mujeres
miren. Sería el fin de la raza humana." (p. 65)
Plath nos
cuenta todo esto con una riqueza de imágenes y metáforas digna de una poeta: de
su obra esta es su única novela, todo lo demás es poesía. En la primera página,
por ejemplo, las bocas de un subte huelen a maní, y poco después se describe a
ella misma: "Me sentía muy quieta y muy vacía, como debe sentirse el ojo
de un tornado, moviéndose lentamente en medio de todo el bochinche de
alrededor." (p. 3) En un momento, Esther rompe un termómetro y juega con una
pelota de mercurio, que puede separarse o volver a juntarse, volver a ser una,
como ella: "Abrí mis dedos una rendija, como un niño con un secreto, y le sonreí
a la pelota de plata en el hueco de la palma de mi mano. Si se me caía, se
rompería en un millón de pequeñas réplicas de ella misma, y si empujara a todas
ellas una junta a otra se fundirían, sin una grieta, de nuevo en una entera."
(p. 183)
Los temores y
los problemas mencionados hicieron estallar a Esther y la llevaron a intentar
suicidarse. Tras dos experiencias terroríficas, incluyendo una sesión de
electroshock descripta de forma notable, Esther vuelve a ser una gracias a la
Doctora Nolan. Esther se describe como debajo de una campana de cristal:
"siendo guisada en mi propio aire agrio" (p. 185) y cuando se siente
curada siente a la campana "suspendida, a unos pocos pies de mi cabeza. Yo
estaba abierta al aire que circulaba." (p. 215) Se cura, pero no sin
dudar: "¿Cómo podía saber que algún día - en la universidad, en Europa, en
algún lado, en cualquier lado - no descendería de nuevo la campana de cristal,
con sus agobiantes distorsiones?" (p. 241)
El descenso de
Esther a la locura y su salida es una historia individual, como todas las
historias. Pero es más que ello. Hasta cierto punto, todas las mujeres viven
con una suerte de campana de cristal sobre sus cabezas: "Esas chicas
también estaban sentadas debajo de algo parecido a campanas de cristal."
(p. 238) El mundo cambió mucho para las mujeres desde que Plath escribió The Bell Jar; para muchas, el cambio es
insuficiente. No sé si por lo que cambió, por lo que resta cambiar o quizás por
lo que es inmutable, o una combinación de estas razones, pero algo me dice que sigue
siendo tan o más difícil ser mujer. Este libro, contándome magistralmente una
historia individual, me hizo un poco más consciente de ello.
Originales de las citas de arriba
"I felt now that the uncomfortable suspicions I
had about myself were coming true, and I couldn't hide the truth much longer.
After nineteen years of running after good marks and prizes and grants of one
sort an another, I was letting up, slowing down, dropping clean out of the
race." [29]
"After Doreen left, I wondered why I couldn't go
the whole way doing what I should any more. This made me sad and tired. Then I
wondered why I couldn't go the whole way doing what I shouldn't, the way Doreen
did, and this made me even sadder and more tired." [30]
"The trouble was, I hated the idea of serving men
in any way." [76]
"'What I hate is the thought of being under a
man's thumb,' I had told Doctor Nolan. 'A man doesn't have a worry in the
world, while I've got a baby hanging over my head like a big stick, to keep me
in line'." [221]
"Children made me sick." [117]
"'You oughtn't to see this', Will muttered in my
ear. 'You'll never want to have a baby if you do. They oughtn't to let women
watch. It'll be the end of the human race'." [65]
"I felt very still and very empty, the way the
eye of a tornado must feel, moving dully along in the middle of the surrounding
hullabaloo." [3]
"I opened my fingers a crack, like a child with a
secret, and smiled at the silver globe cupped in my palm. If I dropped it, it
would break into a million little replicas of itself, and if I pushed them near
each other they would fuse, without a crack, into one whole again." [183]
"All the heat and fear had purged itself. I felt
surprisingly at peace. The bell jar hung, suspended, a few feet above my head.
I was open to the circulating air." [215]
"How did I know that someday - at college, in
Europe, somewhere, anywhere - the bell jar, with its stifling distortions,
wouldn't descend again?" [241]
"Those girls too, sat under bell jars of a
sort." [238]
Otras citas
"I stored the fact that there were real glasses in the corner of my
mind the way a squirrel stores a nut." [187]
"Almacené el dato de que había
vasos reales en la esquina de mi mente como una ardilla almacena una
nuez."
"'What does a woman see in a woman that she can't see in a man?'
Doctor Nolan paused. Then she said, 'Tenderness.' That shut me up."
[219]
"'¿Qué ve una mujer en una mujer
que no pueda ver en un hombre?'
La Doctora Nolan tomó una pausa.
Después dijo, "Ternura'. Eso me calló."
"I couldn't possibly be a virgin any more. I smiled into the dark.
I felt part of a great tradition." [229]
"No era posible que siguiera
siendo una virgen. Sonreí en la oscuridad. Me sentí parte de una gran
tradición."
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