La
casa en la que estoy viviendo temporalmente por quién sabe cuánto tiempo tiene
muchos libros en bibliotecas desordenadas. Hay muchas cosas en italiano y sobre
Italia y los italianos en Argentina; detecté unos cuantos libros sobre
Malvinas; hay muchos libros de management, y hay literatura
de la buena y de la no tanto. Un día, pasando por una de las bibliotecas, me
llamó la atención un lomo, el de Red
Storm Rising, de Tom Clancy. Recordé haberlo leído prácticamente en dos
días un verano en casa de un amigo y desde entonces cada vez que pasaba por ahí
me decía “quizás lo agarro”. Finalmente, después de tantas lecturas culturosas,
de tanta Ilíada y Odisea, Borges y José Hernández, me dije dale que va y empecé
a leerlo. Le puse ganas y leí como 70 páginas pero la verdad es que no tenía
sentido seguir. Es malo, es muy malo. No hay una metáfora, no hay un personaje
desarrollado, está lleno de clichés – sobre todo clichés americanos sobre el
funcionamiento de la Unión Soviética, claro – y ni siquiera te atrapa la trama.
Primero pensé: es pura trama, ya no me interesa la pura trama, no vale la pena
seguir. Después pensé: no existe tal cosa como pura trama o, más bien, nada que
sea pura trama puede funcionar, necesitás algo más, un personaje, una música,
una idea. Ahora me dieron ganas de leer The
Hunt for Red October, que me pareció de chico la mejor de Clancy, o eso
creo recordar. Pero no lo vi por acá, lo que sí vi es el Rosas de Lynch, y quizás esa sea mi próxima lectura de alquiler.
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