Leí con dolor
Primer tiempo, las memorias del gobierno de Mauricio Macri. No pensaba leerlo,
pero me lo regalaron y no lo pude evitar.
En términos
generales, estoy de acuerdo con la mirada del ex presidente sobre su gobierno.
El argumento es más o menos este: recibimos una situación inicial
extremadamente compleja (“la bomba”), pero sin un mandato social de reforma
profunda, con poco poder relativo (minorías legislativas, pocos gobernadores y
un círculo rojo también reacio al cambio). Todo eso hacía muy difícil lograr el
éxito, y además cometimos algunos errores - los dos más importantes que menciona
el ex presidente son la delegación de la negociación política en Monzó y
Frigerio y la inconsistencia inicial entre una política fiscal gradualista y
una política financiera más rápida - y tuvimos el imprevisto shock de
expectativas de 2018 (aumento de tasa, sequía, guerra comercial China-EE.UU.,
etc.)
¿Sin esos errores
lográbamos el objetivo de reelegir y hacer más sostenibles los cambios que
queríamos para el país? Es la pregunta que nos hacemos muchos y que es
imposible responder.
¿Quisimos hacer
demasiado con la situación heredada y los recursos de poder que teníamos? Puede
ser. Recuerdo un almuerzo con amigos del espacio unas semanas antes de asumir
en el que uno de ellos dijo “vamos a ser Roca”, en términos de ser fundadores
de algo nuevo, constructores de un Estado, que lograríamos proyectar una nación.
Unos días antes, me había cruzado con un lúcido analista de la realidad
política, de los que escriben libros, no columnas de opinión, que me había
dicho algo así como “ojalá no crean que pueden ser refundadores porque si es
así estamos jodidos”.
El ex presidente
se rehúsa a pensar que fuimos “un accidente en la historia de nuestro país” (p.
254), pero es una pregunta válida. En 2015 ganamos por nada y coincido con el
ex presidente en que “la sociedad no quería escuchar ese mensaje [el de
reformas profundas] (...) una parte importante de la sociedad no percibía la
necesidad de hacer reformas profundas (...) no nos habían votado para eso” (p.
30) ¿Entonces? Porque si la sociedad argentina no quiere hacer que su
funcionamiento institucional sea más parecido al del resto del mundo (y al
previsto por la Constitución) y no quiere tener una economía más moderna y vinculada
con el resto del mundo entonces fuimos un accidente.
Hace poco, en un grupo de WhatsApp de unos pocos amigos que participamos en este proceso, uno pidió que le pusiéramos una nota a nuestro gobierno y que explicáramos por qué. Yo me hice el canchero, citando una cita entre apócrifa y equívoca según la cual un diplomático chino en la década de 1960 respondía que era demasiado pronto para dar una opinión sobre la revolución francesa, ocurrida casi dos siglos antes. Más allá de todos nuestros errores y de algunos resultados o velocidades, nuestro gobierno fue en la dirección que considero correcta en los temas importantes; y tuvo más éxito que el de cualquier gobierno democrático no peronista desde el de Marcelo T. de Alvear, empezando por la obviedad de que ¡terminó el mandato! Pero claro, volvieron los que no tenían que volver y todo gobierno (incluso el de Obama que terminó en Trump) debe ser medido en parte por cómo resuelve la cuestión de la sucesión, y nosotros ahí fracasamos rotundamente. (Como me decía el otro día un miembro del mismo grupo de WhatsApp, "los buenos gobiernos no pierden elecciones".) ¿Entonces? Tenemos que asignar puntos por el hecho de que terminamos el mandato y con la coalición política básicamente intacta. Como dice el ex presidente, “Estoy orgulloso de la trayectoria de Cambiemos y, ahora, de Juntos por el Cambio, por el crecimiento que hemos tenido, por cómo nos mantuvimos unidos, aun en los momento más difíciles, y por cómo seguimos representando los deseos y la visión de país de millones de argentinos.” (p. 268) En la medida en que esa coalición se mantenga como una posibilidad concreta y real de la política argentina, el gobierno de Mauricio Macri será reconocido un poco más.
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