Leí Bajo influencia,
de María Sonia Cristoff. No había leído antes a Cristoff, y me la encontré un
día que fui en busca de otra cosa a la Boutique del Libro de San Isidro. En
verdad, intuí que la chica que me atendía sabía de libros y le pregunté sobre
alguna escritora argentina contemporánea que me pudiera recomendar, y que no
fuera las que ya leí y no me gustaron (Enríquez, Schweblin, todas las de
moda, básicamente). Me recomendó Bajo
influencia, leí el primer párrafo y dije sí, esto puede andar, y lo compré
como regalo de navidad para esposa, que lo disfrutó mucho. Y yo también lo
disfruté, y esto habla de nuevo de lo que hablaba con el Pobre Crisp, sobre la importancia de un buen librero, o una buena
librera, claro.
(Siento que escribo más libre estos posteos, como si me
hubiera dado cuenta de que no importa nada, que puedo decir lo que quiera, que
igual nadie lee. Y que si leen, igual no me quieren ni me van a querer porque
diga o no diga que fui a Rizoma en José Ignacio o a La Boutique del Libro de
San Isidro. Creo que me liberó Esteban Schmidt cuando escribió que a veces “se
ve tentado a recomendar [a potenciales escritores como yo] que hagan monerías,
estupideces, para poder entrar en circulación”. Y me di cuenta de que, si no
llego a hacer las monerías, sí trato de esconder a veces un poco aquello que me
hace impublicable (soy cheto, de derecha, etc.), para ver si tengo más suerte,
pero en verdad me cabe el “tampoco te la vas a coger” de Twitter. Esto es, que
haga lo que haga no me van a querer, que no hay lugar para mí acá. Y está bien,
es lo que es, get on with it like a good boy. Nada, pensaba esto al escribir de
Crisp y ahora volví a pensarlo y dije ma sí, lo meto entre paréntesis).
Bajo influencia relata la desaparición de Tonia, una
escritora y traductora de 35 años, acostumbrada a vivir sola y un poco aislada,
después de encontrarse y trabar una extraña relación con Cecilio. Lo raro es
que la relación se da casi exclusivamente caminando, y a partir de ciertas caminatas
juntos, Tonia cae por alguna razón bajo la influencia de Cecilio, que decide
hacer de sus caminatas una obra de arte, una serie de performances, en gran
medida para poder decirle a su madre, con quien vive, que está haciendo algo de
su vida, que es un artissssssta. Tonia entra en esa relación sin entender muy
bien por qué y traicionando un poco su forma de vida: “Cualquier cosa que
amenazara entonces su disciplina cotidiana amenazaba también su vida entera, o
al menos la ponía en las fauces de sus tres grandes temores: la pobreza, la
dependencia y la convivencia.” (p. 29) Pero “Cada cual tiene sus principios
férreos que traicionar” (p. 30).
El libro está narrado por una amiga de Tonia. En la primera
sección, “La conversación”, la amiga conversa con la madre de Tonia, que busca
entender qué puede haber pasado con su hija. El formato de diálogo narrado,
para ponerle un nombre, me pareció muy bien logrado. Una segunda parte, mínima,
casi un separador, se titula “Intervalo”. Y la tercera parte, “La indagación”,
es la búsqueda de Tonia por la amiga a pedido de la madre. Ahí nos adentramos
en la búsqueda artística de Cecilio, quien le pide ayuda a la cultísima Tonia
pero tiende a desoír sus consejos, y termina emulando a un artista (que existeen el mundo real) llamado Francis Alys, a lo que Tonia responde preguntando “si
había escuchado hablar de un tal Pierre Menard” (p. 94). Toda la descripción de
la búsqueda artística de Cecilio termina en una crítica irónica al mundo del
arte -que llega a su cénit en la escena del vernissage
de Cecilio- y en una idea de qué es lo que podría haber pasado con Tonia, o de
que no importa tanto, porque Tonia siempre estaba anunciando que podría
“evaporarse sin explicaciones y sin tragedia” (p. 150) y porque quizás no sea
muy sensato que los que se quedan se queden pensando “que los actos de los
otros nos están dedicados” (p. 185).
Todo esto se lee muy bien, porque la prosa de Cristoff tiene su musiquita que nos lleva, aún cuando la trama no sea necesariamente tan atrapante. Lo único que me frenó, además de que lo leí en un período sin mucho tiempo, de muchas ocupaciones, y tardé en leerlo más de lo que debería y prestándole seguramente menos atención de la necesaria, es que la edición tiene demasiados pequeños errores y typos, algo que en otro momento no hubiera señalado pero bueno, creo que voy a ser un poco más franco acá. Pero eso no impidió que Bajo influencia haya sido una lectura muy agradable e intersante.
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