Se murió Eric
Hobsbawm a quien cualquier calificativo mío no haría justicia. Como homenaje,
va una sección notable de The age of
Revolution, en la que te explica la dinámica de la Revolución francesa, su
peculiaridad política y su importancia para la política democrática en las
décadas que la siguieron.
“Brevemente,
la forma principal de la política francesa y de toda la política revolucionaria-burguesa
subsiguiente quedaba a este punto bien clara. Esta
dramática danza dialéctica dominaría a las futuras generaciones. Una y otra vez veremos a
reformistas moderados de clase media movilizar a las masas en contra de una
resistencia feroz o de la contrarrevolución. Veremos a las masas empujando más
allá de los objetivos de los moderados hacia su propia revolución social, y a
los moderados luego dividiéndose en un grupo conservador desde entonces haciendo
causa común con los reaccionarios y un grupo de izquierda determinado a perseguir
el resto de sus objetivos moderados aún no logrados con ayuda de las masas, aún
a riesgo de perder el control sobre ellas. Y así sucesivamente a través de
repeticiones y variaciones del patrón de resistencia (…) La pecualiaridad de la
Revolución Francesa es que una sección de la clase media liberal estaba
preparada a mantenerse revolucionaria hasta e incluso más allá del borde de la
revolución anti-burguesa: estos eran los Jacobinos, cuyo nombre terminó
representando a la ‘revolución radical’ en todas partes.” (Hobsbawm, Eric, The age of Revolution, Vintage, 1996
(1962), p. 62.)
Este
pasaje es una buena muestra de los méritos y las limitaciones del modo de hacer
historia teniendo como actores a clases sociales propio de una escuela
marxista. Fíjense que acá no hay Robespierre, ni Napoleón ni ningún nombre
propio; son grupos sociales amplios los que actúan y eso ayuda a generalizar
pero también oscurece cuestiones importantes. En fin: gracias por todo Eric,
será un placer seguir leyéndote.
El original: “In brief, the main shape of French and
all subsequent bourgeois-revolutionary politics were by now clearly visible.
This dramatic dialectical dance was to dominate future generations. Time and
again we shall see moderate middle class reformers mobilizing the masses
against die-hard resistance or counter-revolution. We shall see the masses pushing
beyond the moderates’ aims to their own social revolution, and the moderates in
turn splitting into a conservative group henceforth making common cause with
the reactionaries, and a left wing group determined to pursue the rest of the
as yet unachieved moderate aims with the help of the masses, even at the risk
of losing control of them. And so on through repetitions and variations of the
pattern of resistance (…) The peculiarity of the French Revolution is that one
section of the liberal middle class was prepared to remain revolutionary up to
and indeed beyond the brink of anti-bourgeois revolution: these were the
Jacobins, whose name came to stand for ‘radical revolution’ everywhere.”
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