La señora tenía la típica pinta de
las señoras de barrio: la cartera, la campera, los anteojos, el pelo cuidado.
Una señora que podría ser de cualquier barrio del conurbano. Se la ve ahí, en
la esquina superior derecha de la foto, a punto de pasar por el molinete
liberado. Yo me había detenido acá atrás para sacar la foto del laguito que me
separaba de las máquinas expendedoras de boletos. Alguien había escrito en
hojas en blanco con marcador "Servicio con demoras" y lo había pegado
a las máquinas. No es novedad. Están ahí casi todos los días. Tanto que nunca
sabemos qué quieren decir los ferroviarios o los especialistas de tránsito de
radios y tele cuando dicen "servicio normal". Normal es con demoras.
Normal es malo. Normal es que no funciona.
Así que paré ahí y saqué la foto e
hice un rodeo al laguito para llegar al costado derecho de la expendedora de la
derecha para sacar mi boleto sin mojarme los pies: Retiro ida y vuelta, $2,20.
Cuando saqué mi boleto y giré para subir los escalones vi que la señora de
barrio volvía del andén. Me había mirado desde allí mientras sacaba el boleto y
me preguntó: "¿pero qué tenemos que hacer? ¿Tenemos que sacar
boleto?" Le respondí sin palabras que no sabía.
Después nos dijeron que el próximo
tren tardaría 15 minutos en llegar. Cuando llegó lo dejé pasar y me subí al que
vino después. No volví a ver a la señora ni sé si sacó boleto.
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