La semana pasada leí Variaciones de Koch, libro de cuentos de Manuel Soriano, un argentino nacido en el 77 que vive en Montevideo. Son siete cuentos que tienen como personaje principal a un flaco de 30
a 35 años de nombre Koch, pero en cada cuento es un Koch distinto. Salvo en un
cuento (el que menos me gustó y que apostaría que es de otra época del autor con respecto a los demás), Koch siempre tiene una mujer: a una la cela, con otra libra una guerra
sorda, de otra, madre de mellizas, sigue enamorado; a una la engaña una noche
con una alemana.
En "Doble Cabina", un gran cuento, fuerte, Koch y su mujer van a dedo de Uruguay
a Brasil y los levanta un personaje complicado en una camioneta doble cabina.
Me pareció genial el manejo de la tensión y el uso del humor para cortarla. Por
ejemplo: "Otra vez silencio, esta vez un ruido incómodo, enrarecido.
Triana adelantó su cuerpo, asomando la cabeza entre los asientos de adelante, como
hacen los niños y los perros, y empezó a hablar de cualquier cosa." (p.
12).
En "Ropa sucia" Koch se enfrenta con su mujer para ver
quién lava la ropa. Me hizo acordar, como un contrapunto masculino, a pasajes de
la novela de Mariash de la que hablábamos acá. El cuento arranca con todo:
"'Lavala vos, boludito.' Me lo dijo hoy, a las 17.53 horas. Quiero que
quede registrado. Es la primera vez que mi mujer me llama así. El diminutivo es
lo que más me molesta. No hay vuelta atrás después de 'boludito'." (p. 29)
(Decía Mariasch: “Lavo su ropa, todavía, para que él la encuentre limpia a la
hora que venga. La semana que viene, la ropa tendrá otro perfume, el olor dulce
y fuerte de los lavaderos automáticos.”) En otro cuento un Koch le lleva flores
muertas a su mujer y, de vuelta, son interesantes las reflexiones sobre los
géneros: "Ahora somos dos: mi mujer y yo. Ella es una conchudita."
(p. 75)
Quizás el que más me gustó es un cuento maravilloso sobre el
pasado a partir de un partido de fútbol viejo, repetido 10 o 20 años después en
un programa de cable. "Es extraño lo que está pasando: yo conozco el
resultado final, sé que no va a haber goles en el primer tiempo, pero igual me
ilusiono con algunas jugadas, me pongo nervioso en otras, puteo, como si lo
estuviera viendo en directo." (p. 62) Cuando llegan la mujer y las hijas les dice "Yo
estaba en la cancha ese partido". (p. 72) Yo también estaba en la cancha ese día, aunque en la otra popular y me parece que mi mujer, cuando se lo conté, entendió tan poco
como la de Koch lo que eso significaba para mí y para Koch.
Como en cualquier libro de cuentos, hay algunos que me gustaron más que otros. Algunos me parecieron menos logrados o encontré
cosas que me molestaron pero, en términos generales, me pareció un libro muy
bueno de alguien nuevo, que suena nuevo.
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