Poné play. Dale.
Le puse a este blog 7:50 a Retiro porque era el tren que me tomaba todos los días, o más o menos, para ir a trabajar. Tenía ahí una hora para leer o para escribir, en el telefonito o en una libreta, alguna idea que se me podía ocurrir. A veces pasa. Que se me ocurra una idea, digo; a veces se me ocurre algo. Resulta que ahora estoy temporalmente mudado a un lugar donde no me conviene mucho el tren, así que si tengo que ir al centro lo hago en auto. Ya no puedo leer en el viaje al trabajo, pero aparece otra rama del arte en mi auxilio: la música.
El lunes salí bien temprano para evitar el tránsito, pero no lo logré; se ve que hay que salir más temprano todavía. Y ahí estaba, en el embudo que se produce después del peaje en una autopista, cuando la música vino en mi auxilio. Quedé al lado de un Clío en el que iban dos tipos adelante y nadie atrás. Venían los dos con las ventanas bajas, fumando. Yo venía con la ventana baja pero sin fumar. Verlos fumar me dio ganas. "Qué lindo, ¿no?", le dije al acompañante del Clío. "Sí, siempre lo mismo", respondió, y mi carril avanzó.
Ya me estaba quedando sin paciencia y me faltaba mucho todavía, un trayecto grande de autopista y después las callecitas del centro. En un momento sentí que se me iba la paciencia, que me iba a sulfurar, y que el día iba a empezar irremediablemente mal. Entonces vino Pearl Jam a mostrarme que me entendía, que sabía que yo quería ser liberado y me dio la esperanza de una pronta liberación y la voz de ultratumba de Eddie Veder que me decía "I'll ride the wave / where it takes me / I'll hold the pain / Release me". Eddie quería liberarse de la sombra de un padre que no lo veía ni lo escuchaba y lo mío, pensé, es tanto más simple, es sólo un pequeño embotellamiento, que ya pasa, ya pasa, y así, el arte tiene sentido.
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