lunes, 5 de septiembre de 2011

Agradecimiento y alegría

El viernes a las dos y media de la tarde mis amigos Miguel y Pablo me pasaron a buscar por la oficina. Hicimos 400 kilómetros de Buenos Aires a Mar del Plata para estar tres horas en un estadio viendo un partido de básquet. Al terminar hicimos otros 400 kilómetros para volver a casa, donde llegamos a eso de las 3:30 de la mañana.
Cuando uno lo dice así suena un poco loco, y quizás lo es. Pero queríamos disfrutar de un espectáculo y queríamos, sobre todo, agradecer a un equipo por todo lo que nos dio; rendir nuestro homenaje, como decía el otro día, de forma similar a aquella peregrinación. Quisimos agradecer a esos jugadores y a quienes vinieron antes por poner a la Argentina en el primer plano del básquet mundial: por la medalla de plata en Indianápolis 2002, por el oro en Atenas 2004, por el bronce en Beijing 2008.
Esto tenía en la cabeza al salir de Buenos Aires. Cuando el partido se puso difícil en la primera mitad y el escolta puertorriqueño Arroyo empezó a meter todo no nos preocupamos tanto. Pero cuando el equipo resurgió en el tercer cuarto, cuando nos metimos todos los hinchas en el partido, lo que surgió fue una alegría completa, sin limitaciones; nada, ningún pensamiento, se oponía a vivir ese momento con todas las emociones. Quizás, en parte, debido a la certeza de estar disfrutando de algo único, de algo que difícilmente se repita: un equipo argentino, una generación, que ganó el oro olímpico.
Antes de empezar el partido lo hablamos con otro grupo de tres amigos que estaba una fila abajo nuestro en la tribuna: ¿cuándo más vamos a poder volver a vivir esto? Y en ese momento mágico, cuando el equipo dio todo y torció el rumbo de ese partido y todo el estadio vibraba, después de una buena racha argentina y un tiempo pedido por el técnico rival, emocionado por ese equipo empecé desde el codo alto B el clásico grito de “Argentina, Argentina”, con bracitos extendiéndose y me siguieron mis vecinos y después todo el estadio y así, la alegría y el agradecimiento se hicieron uno y tuve unos segundos de felicidad completa.

De izquierda a derecha se ve a Pepe Sánchez, Chapu Nocioni, Manu Ginobili y Luifa Scola. También jugaron para Argentina Pablo Prigioni, Carlos Delfino, Fabricio Oberto y Pancho Jasen. Gracias a ellos y a los que faltan por tantas alegrías. Gracias Miguel por la foto. Y gracias La Nación por este recuadro en la cobertura del partido:

POR FIN SE NOTÓ EL PÚBLICO
Fue el primer partido en que los hinchas se hicieron sentir. Y Emanuel Ginóbili, que llegó a pedirles aliento, lo destacó: "Fue muy lindo jugar en estadio lleno y con el público apoyando constantemente. Un placer vivirlo así. Desde que empezó el Himno fue emocionante".

3 comentarios:

  1. Que envidia sana, felicitaciones. Entre los que faltan pienso en Montechia, Sconochini y wolkowisky también parte de la generación.

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  2. los del mil rayitas esperábamos que jugara también leo gutiérrez, recuperándose de su operación del corazón. al menos jugó leiva. es de las cosas más lindas que viví desde que me vine a vivir a mardel.

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  3. El sábado yo hice algo parecido. Había gente hasta reventar, y alentaron a lo loco. Algo que ayudó fue que el partido anterior jugaba Barasil, y el estadio completo le hinchó en contra, como para entrar en calor (ganaron).

    ¿El partido? Lindo, dependimos demasiado de embocarla de lejos, en el segundo cuarto nos pasaron por arriba y estuvimos un rato abajo. Reapareció el Chapu, y Prigioni hizo cinco (cinco) triples. 90 a 71, a la bolsa.

    Fui con mi hijo de doce, me resultó más atractivo que la copa América, incluso más allá del resultado, y de que él aprendió algo dentro del estadio.

    Saludos,
    Marcelo

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