jueves, 15 de noviembre de 2012

Fútbol nada más


Es fútbol nada más. Sí, fútbol. Nada más.

Ayer fui a la cancha. Con amigos que quiero mucho. A uno de esos lo hicimos hincha de nuestro equipo papá y yo. Papá me había hecho hincha a mí antes. Como el pibe de la foto, que llevó a su nena, y a su mujer y a su hijo, todos con los colores del club. Fútbol. 22 pibes corriendo detrás de una pelota. Nada más.

Ayer fui a la cancha y el partido se interrumpió en el entretiempo porque alguien, algunos, tiraron bombas de estruendo cerca del arquero rival. Fútbol nada más. Energúmenos. Irracionales. Sí. Nada más. Pero escuché gente decir que se sabía. Que todos sabían que iba a suspenderse el partido; había mensajes por todos lados, se decía: "va a haber quilombo, eh". Se sabía. Desde las dos de la tarde se sabía que en algún momento entre las siete y las nueve algo iba a pasar. Sí. Fútbol. Nada más.

Ayer fui a la cancha y me fui queriendo no volver más. Hace un tiempo llegó a la presidencia de este club, que podría ser cualquier otro, un tipo que dice que quiere cambiar. Que no haya más barras. Que no se los deje ingresar sin pagar. Que no hagan lo que se les cante. La gente cantaba en contra de las barras y de la policía y denunciaba, con sus cantos, un pacto entre ellas. Al lado mío, al ladito, algunos decían que no se puede cambiar las cosas de un momento para otro. Que quizás el presidente se equivocó en hacer lo correcto. Fútbol, nada más. No te metás. No se puede. Hay que transar.
Ayer fui a la cancha y después de la suspensión, por la televisión, por la televisión pública, por Fúbol para Todos, ensalzaban al presidente: "un hombre que quiere cambiar". Lo ensalzaban el día de su derrota. Un hombre solo, decían. Los hombres solos pierden, siempre, indefectiblemente. La misma manera de expresarlo, en términos de "él contra el mundo", condena al presidente. La televisión pública, el Fútbol para Todos de la propaganda oficial desfachatada. La del gobierno de Hinchadas Unidas Argentinas. ¿Se hacía el gil el periodista? Vamos.
La micropolítica del fútbol, la de cada barrio, la de cada club, se junta con la macropolítica nacional. No hay cambio posible, te dice. Olvidate. No se puede. Estos, esos, tienen la sartén por el mango. Esos pocos. Esos cuatro que tiraron las bombas, o el que los digita. Contra los veinte mil o treinta mil que querían ver un partido. Alguno decía: imaginate lo contentos que deben estar los otros presidentes, los que no quieren el cambio. Esos 100, 200, 5.000, contra los 40 millones. Cambio no. No se cambia. Como en los carteles de los viejos almacenes que decían "Hoy no se fía": hoy no se cambia.
Pero es fútbol, eh.
Nada más.
Tengo ganas de terminar diciendo "nunca más". Nunca más vuelvo. Nunca más me entusiasmo. Nunca más creo. Nunca más sueño. 
Me cuesta decirlo. Todavía me cuesta. Y me preguto quién seré cuando ya no me cueste.
Pero es fútbol, eh.
Nada más.


1 comentario:

  1. Fer, lo que decis es tan cierto! Por que tienen que usar "la cancha" esta gente incivilizada para desatar sus instintos mas monstruosos. Ahi donde deveria la gente disfrutar, pasar un momento emocionante, en familia, con amigos,NO. Por que existen "algunos" que le arruinan a otros el momento. Le quitan SU derecho. Y como salvajes, ensucian la cancha de salvajismo.
    A Pancho mi marido, le paso lo mismo que vos describis despues de mirar el partido de River donde loas pobres guardias de seguridad son atacados cruelmete, sin alma ni compacion. Como si furean enemigos de guerra los golpearon. Que le paso al futbol Argentino???????

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