Un joven novelista visita a un
consagrado escritor a quien querría tener de mentor y entra así, por unas
horas, en la trama real de su vida. El joven tiene ciertas pistas del drama que
está ocurriendo en la casa y el resto lo complementa con su
imaginación. Con esas pistas, la imaginación y una discusión aún no cerrada con
su padre por un cuento que revelaba demasiado de la vida familiar, el joven
novelista que es el narrador en primera persona construye The ghost writer, de
Philip Roth. Al despedirse, el consagrado le dice al joven: “Estaré curioso
hasta que vea cómo quedamos todos algún día. Podría ser un cuento interesante.
Vos no sos tan bueno y educado en tu ficción”. (p. 180)
El libro es así principalmente una
reflexión sobre el lugar de la verdad en la literatura, la tensión entre
experiencia e imaginación en su construcción y sobre los límites entre ficción y realidad. El joven se mete en
problemas por decir demasiada verdad en la ficción (en aquel cuento) aunque "Como hasta el juez sabía, la historia literaria era en parte la historia de
escritores enfureciendo a compatriotas, familia y amigos.” (p. 110) Lo mismo le
ocurrió al narrador en la realidad al confesar infidelidades a su novia: “El
odio a mí mismo que había inspirado por decir toda la verdad me tenía particularmente
confundido”. (p. 42) Por otro lado, a veces la realidad es inverosímil: “Pero
subí de un salto al bondi, y entonces detrás mío la puerta neumática, con su
borde de goma dura, se cerró con lo que me pareció un golpazo demasiado
apropiado, un símbolo de los que uno deja afuera de la ficción.” (p. 95) En ese
equilibrio entre ficción e imaginación, el oficio del escritor es contar una
verdad.
El libro no me conmovió, quizás
porque haya leído demasiado Roth en los últimos tiempos (incluyendo Patrimony y Counterlife) o porque se repite el
trasfondo tan común a Roth de la vida de un escritor judío de Newark. Pero como
siempre Roth se lee bien, es culto, profundo y da para pensar sobre la
literatura y sobre la vida.
Otras citas que me gustaron
“I turn sentences around. That’s my life. I write a sentence and then I
turn it around. Then I look at it and then I turn it around again. Then I have
lunch. Then I come back in and I write another sentence. Then I have tea and
turn the new sentence around. Then I read the two sentences over and turn them
both around. Then I lie down on my sofa and think. Then I get up and throw them
up and start from the beginning.” (p. 17-18)
“Doy vuelta oraciones. Esa es mi vida. Escribo una oración y la doy vuelta.
Después la miro y la doy vuelta otra vez. Después almuerzo. Después vuelvo y
escribo otra oración. Después tomo el té y doy vuelta la nueva oración. Después
leo las dos oraciones otra vez y las doy vuelta a las dos. Después me tiro en
el sofá y pienso. Después me paro y las tiro y empiezo desde el principio.”
“Don’t worry too much about ‘wrong’. Just keep going. You’ll get there.” (p. 72) “No te preocupes demasiado
sobre ‘mal’. Dale para adelante. Ya vas a llegar.”
“Fondling those papers of yours! Oh, she’ll see! I got fondled more by
strangers on the rush-hour subway during two months in 1935 than I have up here
in the last twenty years!” (p. 123-124)
“¡Toqueteando esos papeluchos tuyos! ¡Oh, ya va a ver esa! ¡A mí me toquetearon
más algunos desconocidos durante dos meses en 1935 en la hora pico del subte de lo que me
tocaron acá en los últimos veinte años!”
Los originales usados arriba
“The hatred for me I had inspired by telling the whole truth had me
particularly confused.” (p. 42)
“But I hopped up onto the bus, and then behind me the pneumatic door,
with its hard rubber edge, swung shut with what I took to be an overly
appropriate thump, a symbol of the kind you leave out of fiction.” (p. 95)
“As even the judge knew, literary history was in part the history of
novelists infuriating fellow countrymen, family, and friends.” (p. 110)
“I’ll be curious to see how we all come out someday. It could be an
interesting story. You’re not so nice and polite in your fiction”. (p. 180)
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