Casi un cartel digno. Alguien lo diseñó, alguien lo imprimió, alguien lo plastificó y alguien, "Línea Mitre", lo firmó. Mucho mejor este cartel que estos otros, claramente. Casi digno. Después alguien se avivó que no daba respuesta a las preguntas que nos hacemos los usuarios: ¿qué quiere decir demoras y cancelaciones? ¿Anda? ¿Cada cuanto? ¿Cuándo llego a mi casa? Entonces alguien agarró un marcador y puso algo que suena casi preciso: "30' aprox". Casi preciso. Casi.
viernes, 30 de noviembre de 2012
jueves, 29 de noviembre de 2012
Arañita (poema)
tren
calor
BlackBerry del orto
no funciona
otra vez
me dejás ahí
en la mitad
como una mina
que no te deja
al final
ya no da sacar
ese libro
en el que estoy
atrapado
ya no
ya no da
no
volvé BlackBerry
volvé
como Perón
pero no
sale otra
BlackBerry
la del tipo
de al lado
y sube
se eleva
y escucho
que hace click
y miro
qué mierda saca
este flaco
con el tren parado
entre dos estaciones
porque tampoco anda
parado
en el calor
y veo
ahí
un tubo de luz
todo sucio
con telarañas
y una arañita
que va y viene
va y viene
haciendo tela
va y viene
como nosotros
en este tren
con este calor
sin BlackBerry
balanceándonos
como la arañita
como el elefante
en una red
desconocida
pegajosa.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
Una arañita se balanceaba
Resulta que estoy en el tren,
apoyado contra la puerta que no da al andén, con calor. Mi BlackBerry, como
tantas veces, me deja a mitad de camino. Si se hubiera colgado al toque de
salir, sacaba el libro. Pero no. Se colgó a la mitad del viaje mientras buscaba
no sé qué cosa y entonces ya no da sacar el libro del pibe que habla de
animalitos, el libro que no logro terminar y que quiero terminar aunque quizás
no debería intentar terminar. Y hace calor. Ya sé, ya lo dije. Pero hace. Estoy
con ganas de llegar a casa. Son casi las ocho y sigue haciendo calor y quiero
llegar a casa y que vuelva mi BlackBerry así puedo tuitear porque ya no da
sacar el libro. En eso veo que el tipo que está al lado saca su BlackBerry y la
eleva. Miro para ver a qué le va a sacar una foto y veo que apunta al
tubo de luz, y que está lleno de telarañas pero no como esta de acá, sino
telarañas feas, sucias, un enjambre sin belleza geométrica. Le digo al flaco,
"guau: tremendo lo
sucio que está esto, ¿no?" Me mira y me dice "sí, sí, pero lo mejor
es verlas trabajar". Entonces lo miro y me dice "está lleno de
arañitas, ¿las ves?" Empiezo a ver una y otra y pienso en sacar la foto y
después pienso que no se vería nada con las fotos de mierda que saca la
BlackBerry y bueno, ahí arriba está, la foto horrible, de la BlackBerry que no
anda, sacada cuando el tren se para entre dos estaciones porque tampoco anda,
como tampoco anda Internet ahora, en este preciso instante, cuando escribo este
post. Ahí arriba, en la foto, la mancha que está del medio un toque a la
derecha, justo arriba del tubo, es la arañita, créanme. Es bastante grande la
arañita, que va y viene, como todos nosotros en este tren, con este calor, sin
servicio de datos en el teléfono, balanceándonos como la arañita, como el
elefante, en una red sin belleza geométrica, desconocida, pegajosa.
martes, 27 de noviembre de 2012
Empleos escatológicos
Vi este cartel en la calle y me imaginé a un ingeniero recién recibido llamando a su mamá:
_ Hola, vieja, ¿cómo andás?
_ (...)
_ Clah...
_ (...)
_ Sí, clah... la tía Emilia... clah.
_ (...)
_ Sí, bueno, por eso te llamaba. Conseguí laburo, vieja.
_ (...)
_ En AYSA.
_ (...)
_ Sí, claro, Aguas Argentinas, Obras Sanitarias, AYSA, vieja.
_ (...)
_ En la Dirección de Grandes Conductos, Jefatura de Grandes Cloacas.
_ (...)
_ Y sí.
_ (...)
_ Y bueh. Es lo que hay.
viernes, 23 de noviembre de 2012
jueves, 22 de noviembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
martes, 20 de noviembre de 2012
Definí facho
El dibujito está muy bien logrado, mirá. Bien rápido te lo dice: si sos cacerolero usás cacerolas Essen, sos rico, sos de los piquetes de la abundancia, y sos milico, apoyaste los golpes, estás queriendo hacer uno, sos gorila y sos facho, sos de la SS. "Vos sos contra mío", como dijo en una famosa conferencia de prensa un ex técnico de la selección. Este dibujito tan ingenioso te dice "vos sos contra mío así que sos de la SS". Esa operación intelectual es una actitud fascista, no salir a protestar. Decirle a alguien facho porque protesta es de facho.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Chapita
Me gusta esta canción y la quise traducir respetando métrica (y rima a veces), por puro amor al arte. La canción, de Green Day, se llama Basket Case, que podría traducirse como "Chapita". Quizás traducir por diversión es medio de chapita, también, qué se yo. Si quieren pongan play y canten.
Chapita
Tenés tiempo, che
De oírme llorar, puteando por todo y por nada a la vez
Soy un nabo yo, melodramático
neurótico a full de eso ni hablar
A veces yo me asusto a mí, mi mente me jode así
Todo se suma ves, creo que explotaré
Estoy paranoico
Toy de la gó
Me fui a analizar, y a ver a mis sueños
Dicen que no garchar me pega muy mal
Fui a ver a una puta, dijo parala ya
Cortala con el llanto que me matás
A veces yo me asusto a mí, mi mente me jode así
Todo se suma ves, creo que explotaré
Estoy paranoico
Toy de la gó
Bordeando el descontrol
Yo mejor me agarro.
viernes, 16 de noviembre de 2012
Alto pollito
Caminando por mi barrio el otro día, paseando a la hija más pequeña en el carrito, algo me llamó la atención, algo rojo en un jardín. Era la cresta de un plumífero. La mascota de esa casa no era un perro ni un gato sino alto pollito, flor de gallina. "Hola, gallina", le dije, y el bicho se acercó, se pavoneó y le saqué una foto. Ahí lo tienen: alto pollito fotogénico.
jueves, 15 de noviembre de 2012
Fútbol nada más
Es fútbol nada más. Sí, fútbol. Nada
más.
Ayer fui a la cancha. Con
amigos que quiero mucho. A uno de esos lo hicimos hincha de nuestro equipo papá
y yo. Papá me había hecho hincha a mí antes. Como el pibe de la foto, que llevó a su nena, y a su mujer y a su hijo, todos con los colores del club. Fútbol. 22 pibes corriendo detrás
de una pelota. Nada más.
Ayer fui a la cancha y el
partido se interrumpió en el entretiempo porque alguien, algunos, tiraron
bombas de estruendo cerca del arquero rival. Fútbol nada más. Energúmenos.
Irracionales. Sí. Nada más. Pero escuché gente decir que se sabía. Que todos
sabían que iba a suspenderse el partido; había mensajes por todos lados, se decía: "va a haber quilombo, eh". Se sabía. Desde las dos de la tarde se
sabía que en algún momento entre las siete y las nueve algo iba a pasar. Sí.
Fútbol. Nada más.
Ayer fui a la cancha y me fui
queriendo no volver más. Hace un tiempo llegó a la presidencia de este club,
que podría ser cualquier otro, un tipo que dice que quiere cambiar. Que no haya
más barras. Que no se los deje ingresar sin pagar. Que no hagan lo que se les
cante. La gente cantaba en contra de las barras y de la policía y denunciaba,
con sus cantos, un pacto entre ellas. Al lado mío, al ladito, algunos decían
que no se puede cambiar las cosas de un momento para otro. Que quizás el
presidente se equivocó en hacer lo correcto. Fútbol, nada más. No te metás. No se puede. Hay que transar.
Ayer fui a la cancha y después de la suspensión, por la televisión, por la
televisión pública, por Fúbol para Todos, ensalzaban al presidente: "un
hombre que quiere cambiar". Lo ensalzaban el día de su derrota. Un hombre solo, decían. Los hombres solos pierden,
siempre, indefectiblemente. La misma manera de expresarlo, en términos de "él contra el mundo", condena al presidente. La televisión pública, el Fútbol para Todos de la
propaganda oficial desfachatada. La del gobierno de Hinchadas Unidas Argentinas. ¿Se hacía el gil el periodista? Vamos.
La micropolítica del fútbol, la de cada barrio, la de cada club, se junta con la macropolítica nacional. No hay cambio posible, te dice. Olvidate. No se puede. Estos, esos, tienen la sartén por el mango. Esos pocos. Esos cuatro que tiraron las bombas, o el que los digita. Contra los veinte mil o treinta mil que querían ver un partido. Alguno decía: imaginate lo contentos que deben estar los otros presidentes, los que no quieren el cambio. Esos 100, 200, 5.000, contra los 40 millones. Cambio no. No se cambia. Como en los carteles de los viejos almacenes que decían "Hoy no se fía": hoy no se cambia.
Pero es fútbol, eh.
Nada más.
Tengo ganas de terminar diciendo "nunca más". Nunca más vuelvo. Nunca más me entusiasmo. Nunca más creo. Nunca más sueño.
Me cuesta decirlo. Todavía me cuesta. Y me preguto quién seré cuando ya no me cueste.
Pero es fútbol, eh.
Nada más.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Escarabajo
Siempre quise tener uno de
estos. Cada vez que veo uno que está especialmente lindo, como éste, todo
blanquito, me emociono un toque y me olvido que no tienen aire y dirección y
todas esas cosas y de pronto estoy andando por la Costanera, con la ventana
baja, el brazo izquierdo apoyado en su marco y el viento corriendo de lado a lado. Suena Layla, se huelen los jacarandás en flor, el sol está saliendo desde el río y
yo lo dejo a mi izquierda mientras voy, tranquilo, sin apuros, a Mar del Plata.
martes, 13 de noviembre de 2012
El piso 18
El flaco se sentó en el lugar que más le gusta del subte, en las filas de tres del final del vagón, pegado a la pared y enfrente de las puertas que se abren, algo que sólo se logra en la estación terminal y fuera de hora pico. En la punta derecha de la fila había un señor de saco y el lugar del medio estaba vacante. El flaco abrió el libro y se puso a leer, pero sólo avanzó un párrafo cuando vio una sombra con su ojo derecho. Un señor con un bastón en la mano trataba de acomodarse en el lugar del medio, al lado del flaco. El flaco puso a disposición su mano para que el señor se apoyara en ella al sentarse pero el señor no la usó. Apenas estuvo sentado el viejo miró para su izquierda y dijo “el beneficio de ser flaco”, riendo; el flaco desplegó una sonrisa amable y siguió leyendo.
_ ¿Qué estás leyendo?
_ Un libro de un tipo al que le gustaban muchos los
animales.
_ ¿Cómo?
_ Sí, al tipo le gustaban los animales así que escribió un
libro que se llama “Mi familia y otros animales”.
El señor se rió y el flaco siguió, con el libro en su mano
izquierda, el dedo índice marcando la hoja donde había dejado: “hay que
escribir de lo que a uno le gusta y hay que hacer lo que a uno le gusta”, dijo
el flaco.
_ Claro. ¿Yo de qué escribiría…? De abogados podría escribir
– dijo el viejo.
_ Pero ¿qué? ¿Le gustan los abogados?
_ No, no, para nada, dicen que en el cielo no hay uno solo… que están todos en el infierno.
_ Entonces escriba otra cosa, hombre, no se haga mala sangre
– dijo el flaco, y el señor cambió el ángulo de la conversación.
_ Qué bueno que un joven se tome el tiempo de hablar con un
viejo. Eso ya no pasa.
El flaco cerró el libro y puso el marcador en la página que
venía marcando con el índice.
_ ¿Y usted qué le diría a los pibes? Porque yo soy más chico
que usted pero ya tengo hijos… no soy tan pibe.
_ ¿Qué le diría? Que lo importante es la honradez y el trabajo.
_ La honradez y el trabajo… Está muy bien. ¿Y usted trabaja…?
Disculpe, ¿cómo es su nombre?
_ Conti. Mi nombre es Luis Conti. Y sí, claro que sí,
trabajo. Tengo 76 años, bah, cumplo 76 años el 7D. Y reparo equipos de
cardiología.
_ Uh, ¡qué importante! – dijo el joven.
_ Hasta el pelo más fino hace una sombra en este mundo –
dijo Luis, riendo, y golpeando suavemente su bastón de caña contra el piso del
subte. Las estaciones pasaban y en Diagonal Norte subió una rubia hermosa, con una
pollera corta y una remera ajustada. Luis la miró de arriba a abajo, suspiró y balbuceó
su aprobación. Cada tanto la rubia miraba la conversación que tenía enfrente,
tratando de entender. El flaco también miraba, pero no buscaba comprender.
_ Claro que trabajo. Ahora vengo de Villa Ballester y me voy
a San Vicente. La pierna no me molesta – dijo, mientras subía unos centímetros
sus bermudas y se tocaba una inmensa cicatriz en la rodilla derecha – aunque tengo
un implante de titanio. La artrosis me destruyó la rótula y mi hija consiguió
que me pusieran el implante, ¿mirá? – dijo, mientras recorría la cicatriz con
la yema del dedo índice.
_ ¡De titanio! – dijo el flaco, fingiendo sorpresa.
_ Claro. Mirá – siguió Luis – yo soy peronista pero no soy
tonto. En una época trabajé con un muchacho que era hijo del secretario privado
del Secretario de Economía de Perón. Del Pocho nunca me dijo nada; yo le
preguntaba y no me decía nada; pero de Evita me dijo que era trabajadora y
honesta y una gran persona.
_ Luis, me tengo que ir, me bajo acá – dijo el flaco cuando
el tren entraba a la estación Moreno.
_ ¿Pero por qué?
_ Es mi estación, trabajo acá.
_ ¿Pero qué hacés? ¿Trabajás en el piso 18?
El flaco ya se había parado y le dio la mano a Luis. La
rubia seguía mirando sin entender. El flaco, ya encaminado hacia la puerta, se dio vuelta y mintió, guiñando el ojo: “no, no; trabajo en el 25”.
_ Ah, el 25... - dijo Luis, mientras la puerta se cerraba.
_ Ah, el 25... - dijo Luis, mientras la puerta se cerraba.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Sombras nada más
La semana pasada hablamos de Fauna, novela de Levrero cuyo lado b
en esta edición de Mondadori es Desplazamientos, una novela oscura y profunda, cerrada, a veces casi claustrofóbica.
El hijo recibe como herencia un edificio de alquiler, un conventillo derruido
que había sido su casa de la niñez. Pasa allí básicamente un día, una
experiencia real y emocional que le produce un cambio importante que lo acerca
más a la luz.
El lector por momentos no sabe realmente qué es lo que pasa, ya
que a lo largo del texto se producen desplazamientos; después de leer una
escena la volvemos a leer con muchas oraciones iguales pero algunos saltos,
desplazamientos, decisiones distintas que llevan a desarrollos diferentes.
Tampoco los protagonistas saben mucho. Casi toda la novela se produce en la
oscuridad, de noche, en una casa en penumbras, en cuartos cerrados apenas
iluminados por un encendedor, y allí se proyectan las sombras de los objetos
reales y de la imaginación y del pasado del protagonista.
Apenas comienza la novela vemos al personaje perseguido por la sombra
de su padre: "Al pasar cerca de la pobre lamparita, que acentúa la
sordidez del ambiente o que, tal vez, disimula piadosa los deterioros que una
luz más potente desnudaría con crueldad, veo sin querer mi propia sombra
proyectada sobre la pared a mi derecha; es la sombra de mi padres, su mismo
perfil". (p. 143/4) Los protagonistas parecen vivir así en las sombras,
como en la alegoría de la caverna de Platón. Al final, sin embargo, esa sombra
se va disipando; y en la medida que decide alejarse de esa casa siente que le
"excitaba el antiguo temor, el miedo a estar equivocándome, a actuar fuera
de la rutina, sin la maléfica protección de la sombra de mi padre. Ahora, a la
luz de la vela, no encontraba su sombra por ningún lado; busqué mi perfil en la
pared y sólo vi sombras alargadas que bailoteaban, entre grotescas y
mágicas." (p. 242/3)
¿Qué pasó en el medio? Difícil decirlo; algo quizás grotesco y
mágico; algo parecido a un proceso psicoanalítico, con una reflexión bastante
poco consciente sobre el padre, sobre la mujer (con tres modelos muy distintos
en Nadia, Blanca y Antonieta), con sueños y fantasías, a veces fantasías
eróticas muy perturbadoras. Como casi siempre en Levrero se trata de una novela
donde lo interno y lo externo se confunden y avanzan de la mano, en un proceso
difícil de entender pero que parece siempre continuo y suave.
viernes, 9 de noviembre de 2012
La protesta
Quería escribir algo sobre lo de
ayer pero me parece que Roberto Gargarella, constitucionalista con quien muchas
veces discrepo, lo dijo muy bien acá: "El valor de la protesta, siempre". Sobre todo estoy de acuerdo con su defensa de una democracia que
sea mucho más que el voto, con respeto a las minorías, con debate y
deliberación y con un celo total por la defensa de la libertad de expresión.
Van algunas citas:
"La democracia empieza con el voto,
no termina allí, por más que les pese a estos neo-conservadores que se creen de
avanzada."
"La democracia debe alimentarse,
sobre todo, de las voces de los críticos, y por ello esas voces necesitan de
una especial protección. Las decisiones válidas, por su parte, necesitan
nutrirse especialmente de pensamiento crítico: por eso el Congreso debe dar
lugar amplio para tales voces, y las mayorías deben atender esos reclamos, o
dar justificada respuesta de por qué no los atiende. Ésta, claramente, no es la
concepción de la democracia que defienden el gobierno y sus amigos. Por ello,
en el Congreso no se interesan por discutir: simplemente imponen, porque asumen
que no tienen nada que aprender de sus críticos."
"Ellos ven a la democracia como la
ven los conservadores: como elecciones periódicas, y el que gana se lleva todo.
Y que los movimientos de protesta se organicen en un partido político, y se
animen a ganarles las elecciones. Difícil encontrar una concepción más
conservadora de la democracia, una aproximación más pobre al ideal del debate inclusivo y robusto, una visión más limitativa de la protesta."
Ahora, corresponde a todos los que tenemos esta visión de democracia, en la oposición y en la sociedad, a defenderla, a defender la Constitución y a presentar alternativas reales, sólidas y superadoras.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Otra fiesta del zapato
Hace unos meses hablamos de
cosas raras que se pueden ver en una oficina, como un Mate canadiense, y hace
un poco menos de cosas raras que me pasan con los zapatos en casa. Bueno, resulta
que en la oficina también hay zapatitos especiales.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Telaraña
Vi esta telaraña y pensé en un montón de cosas. En la paciencia de la arañita que la construyó. En que se trata de una trampa puesta a otros. En que a veces nos ponemos trampas a nosotros mismos y quedamos ahí, medio pegoteados. En una canción de Marillion donde un chico se escapa de la red tendida por una chica o por sus propios recuerdos sobre ella. En elefantes que se balancean. En burros que les ganan elecciones. En cómo pueden hacer los republicanos para salir de la telaraña que ellos mismos se tendieron con el Tea Party.
martes, 6 de noviembre de 2012
Fantasmas
Fernando Santillan y sus fantasmas.
Estadio Libertadores de América (Independiente) - 5/11/2012
Foto de @alhoy. Gracias, Sebas.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Fauna interior
En Fauna, una de las dos novelas del libro doble Fauna /
Desplazamientos de Mario Levrero (Mondadori), el héroe recibe la inesperada visita de una hermosa
mujer que lo enamora mientras le pide ayuda entre psicológica y parapsicológica
para su hermana. Al poco tiempo, el héroe se encuentra a sí mismo en medio de
una aventura que choca y se solapa con la cotidianidad de su vida de clase
media montevideana: "ciertas circunstancias pueden justificar
el ejercicio de una profesión sin título, sin nombre y aun sin tener los
conocimientos suficientes; pero que al mismo tiempo debiera preocuparme por
ganarme la vida con un quiosco, hacer las compras de mi casa, cocinar, escribir
artículos periodísticos y enfrentar a una demoníaca banda de delincuentes
invisibles y tortuosos, encabezada por una rubia que me había hechizado
mediante artes diabólicas, ya era a todas luces demasiado." (p. 92)
De alguna manera, la aventura acentúa la soledad de nuestro héroe
inesperado y ese es el tema clave de la novela, la soledad. "Fue
recién hacia el fin del domingo, a eso de las once de la noche, cuando sonó mi
teléfono por primera vez en todo el fin de semana, quebrándose por primera vez
en muchas horas el monótono
diálogo conmigo mismo." (p. 50) El protagonista busca atacar
esta soledad con algún encuentro sexual, y la descripción de sus relaciones con
compañeras habituales pero con vínculos que no van mucho más allá de lo sexual
es genial. También intenta atenuar las consecuencias de la soledad con visitas
a locales de flippers que son descriptos en gran
profundidad. En la primera visita concluye que todos esos "artilugios
mecánicos de color y sonido" no son más que una "pobre sustitución
(...) para esa forma vacía que ya caminaba constantemente a mi lado, para esa
ansiedad mía por llenar esa forma abstracta con el contenido de la mujer que me
había enamorado." (p. 70) En una segunda visita descubre el
secreto para una máquina que, así, pierde todo encanto y hace perder el encanto a las demás: "Sabía,
de una manera obscura pero terminante, que no volvería a jugar en esas máquinas
nunca más." (p. 101) Como en Tommy, de The Who (ver video), disco que precede al
libro en 10 años, el pinball es un mal sustituto para los vínculos
humanos.
A su manera, sin embargo, el héroe avanza, ayudando a su
"paciente" a volver a florecer, a dejar de ser como la flor marchita
que se posa sobre el piano de cola de su casa. (p. 125) Al hacerlo gana cada vez más
conciencia de su propia soledad, de que él también es como esa flor abandonada,
que su fauna interna pide salir de la jaula: "Yo
también necesitaba, sin duda, la ayuda de un psicólogo." (p. 132) "Sonreí, entre un montón de lágrimas
que me rodaban sin vergüenza por la nariz y las mejillas, aceptando con dolor y
con rabia mi soledad final, mi realidad." (p. 133)
viernes, 2 de noviembre de 2012
jueves, 1 de noviembre de 2012
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